Dramón habemus, pero en esta ocasión uno que sabe lo que se hace. A diferencia de lo que nos pasaba ayer con Moonlight, Manchester by the Sea también tiene a un personaje introvertido que a ratos hasta nos cae mal, pero en este caso el guión nos mete en su cabeza y nos hace entender muchas cosas sobre su personalidad y hasta entender su estilo de vida deprimente.
Lee y Joe Chandler son dos hermanos de un pequeño pueblo llamado Manchester by the Sea en Massachussets que se han visto un poco distanciados en los últimos tiempos. Joe sigue viviendo allí con su familia, pero Lee ahora esta vive miserablemente en Boston y no hace más que pegarse con todo el mundo. Todo cambiará cuando recibe la noticia de que su hermano Joe ha muerto y tiene que hacerse cargo de todo el papeleo y responsabilidades a consecuencia de todo esto, con lo que Lee tiene que volver al pueblo y enfrentarse a su pasado y hasta tal vez reconciliarse consigo mismo.
Kenneth Lonergan se las ha apañado para hacer una historia cotidiana sobre hermanos que se quieren pero no son capaces de decirselo, de como a veces huir de uno mismo y de tu propio pasado no sirve de nada porque al final la realidad siempre te obliga a oler tu propia mierda. Vamos, que no estamos hablando de una película para gente que busque pasar un buen rato, porque la amargura se te queda dentro durante casi todo su metraje y la sensación de tristeza y la insiginificancia de todo puede hacer que el más depresivo se pegue un tiro antes de terminar de verla. Pero ojo, que todo esto lo hace con muchísima cabeza y sabiendo en todo momento lo que está haciendo. Tal es así que cuando Lee confiesa que su propia imbecilidad ha destruido su vida y la de su familia por completo, el espectador no puede hacer otra cosa que sacudir la cabeza y pensar «no somos nada» en vez de gritar a la pantalla un «gilipollas» como una casa.
Porque normalmente cuando vamos al cine solemos tener una actitud de superioridad respecto a los personajes, y consideramos idiota a la víctima que no ve al monstruo. En Manchester by the Sea vemos como sus personajes cometen errores y repiten las mismas tonterías, pero asumimos que todo esto es así porque en realidad todos somos así de idiotas. Y por eso la película tiene una puesta en escena tan cruda, tan directa, sin las virguerías de colorines con las que Moonlight trataba de disfrazar su propio vacio -si, Moonlight me ha dejado completamente traumatizado.
Casey Affleck interpreta a un Lee cansado, encorvado como si todo el peso del mundo estuviera encima de el, y probablemente acabe llevándose un Oscar a pesar de que la actriz que interpreta a la exmujer de su personaje, Michelle Williams, le roba la película casi en cada plano que aparece. Pero vaya, que creo que Lonergan ha hecho su trabajo bien con todos los actores y hasta los actores adolescentes funcionan, a pesar de que los adolescentes de hoy en día me parece que ya no saben que carajo es Star Trek. Aunque si el mayor fallo que le veo a la película es ese, creo que os queda muy claro que aunque Manchester frente al Mar sea una película que os va a deprimir tela, hay que verla y sufrir porque merece muchísimo la pena.