Moonlight es una de esas historias de ritmo lento que te mantienen sentado en la butaca con una extraña mezcla de aburrimiento y sopor. Porque estamos hablando de una película de «descubrimiento y madurez» en la que el protagonista se nos hace tan poco interesante que nos da absolutamente igual lo que pase con el. Y eso en el cine es un crimen capital, porque un protagonista tiene que meternos en la historia aunque sea a base de desearle una muerte horrible. Pero el Chiron de Moonlight es soso como el solo y su carencia de humanidad me resulta molesta.
Moonlight cuenta la historia de Chiron a lo largo de tres partes de su vida, primero como un niño introvertido que se hace amigo de un camello llamado Juan y su novia Teresa -Mahershala Ali y Janelle Monáe, dos de los intérpretes de Hidden Figures- que le cogen cariño al chaval y empiezan a ejercer de padres porque la verdadera madre de Chiron es una yonqui que descarga todas sus frustraciones en él. Chiron es un chaval callado sin ningún tipo de cualidad especial que lo redima, con lo que durante toda esta etapa son Juan y Teresa los personajes que acaban pareciéndonos más interesantes. Lamentablemente no hay más cera que la que arde, y aunque en la película se llega a plantear el conflicto de que un camello se preocupe por el hijo de la misma yonqui a la que vende la droga, la película no parece interesarse mucho por el asunto y pronto decide que preferiremos soportar la adolescencia de Chiron.
Y es esa misma adolescencia la parte más sosa de la película, porque a Barry Jenkins no se le ocurre más que hacer una repetición del primer acto y añadirle un descubrimiento sexual que, siendo como es Chiron un crío completamente reprimido e inexpresivo, casi se nos hace cómico. Esa visión deshumanizada del personaje, que parece pasar por la vida como un fantasma -porque el chico vive metido en su propia cabeza y de ahí no hay quien lo saque- hace que cuanquier escena o cualquier conversación se vea inundada por silencios y pausas con intención dramática que no sirven de nada porque no comunican nada en absoluto; y es que no por repetir planos o imágenes de otras películas -porque aquí se ve una influencia oriental evidente- vamos a hacer interesante una película si todo lo que vemos esta vacío de contenido.
Finalmente llegamos a la etapa de madurez de Chiron, en la que es todo un gangsta y hace cosas de gangsta mientras trata de reconciliarse con su propia vida. Ya no es un tipo tan introvertido, con lo que se ha transformado en otro tipo de estereotipo y parece querer a empezar a contarnos una historia bastante más interesante que todo lo anterior. Porque el problema principal de Moonlight está precisamente en que no parece saber a qué tiene que darle prioridad o a que capítulos de la vida de Chiron debe dedicarles más tiempo, y para cuando por fín se da cuenta de que lo que más debería interesarle es el desarrollo emocional del protagonista, la película se acaba intentando hacernos creer una fábula romántica con una resolución torpe y excesivamente rápida (sí, lo único rápido de la película).
Lo peor es que la historia que cuenta se podría haber llevado a cabo muchísimo mejor, pero tanto el director como el montador parecen empeñados en la introspección de Chiron sin darse cuenta de que lo que tienen no es suficiente como para llenar esas pausas. Porque todos esos personajes necesitaban bastante más desarrollo, porque a ratos te da la sensación de estar viendo una película de zombies en la que nadie esta vivo y ningún zombie tiene hambre. La temática central de Moonlight -que prefiero dejar como spoiler, porque considero que es lo único que podriamos decir que es un spoiler en toda la película- aplicada a la comunidad negra no es un tema muy habitual en el cine, y considero que exige una película mejor o por lo menos una que le de una resolución a todos los personajes principales de la película y no se limite a «eliminarlos» fuera de plano. Vamos, que Moonlight me ha cabreado un poco y me ha aburrido muchísimo, con lo que no acabo de saber si es peor lo primero o lo segundo…