«-Diógenes, Diógenes, que la nueva serie del Doctor Extraño de Jason Aaron y Chris Bachalo está muy bien, que es una historia nueva y original y es chulísima y…» Quieto parao. Hasta ahí podíamos llegar. Os voy a enseñar que lo de Jason Aaron en esta ocasión es un esperpento y otro caso de claro de «el cómic puede estar de puta madre, pero para hacerlo así, mejor haberlo hecho sobre la Patrulla Canina». Bienvenidos a 1974, bienvenidos al primer número del volumen 2 de Doctor Strange…
Vaya por delante que siempre he considerado que la Saga de Daga de Plata está sobrevaloradísima, porque aunque llega en un momento difícil para el personaje -lleva cuatro años sin serie propia porque al genio supremo de Roy Thomas se le ocurrió ponerle una máscara al pobre Stephen y hacerlo más «superhéroico»- y el dibujo de Frank Brunner es la mar de interesante, creo que la historia es simple a matar y que, aunque sirve bien su labor como reintroducción del personaje en su nueva serie, Englehart podía haberse esmerado más a la hora de contar esta historia. Porque, en resumidas cuentas, lo que nos viene a contar Daga de Plata es como un chiflado va matando magos por todo el planeta y un día se cuela en casa del Doctor, lo mata y rapta a Clea para convertirla en su acólita o algo peor. Mientras tanto el espíritu de Stephen Strange se ve forzado a viajar dentro de Orbe de Agamotto para poder sobrevivir, y se pasa un par de números tratando de escapar de ese mundo. Cuando por fín consigue salir de el le es revelada la verdad: todo esto era sólo una prueba para convertirlo en un Hechicero Supremo como es debido, y al salir del Orbe dejará de envejecer. Stephen sale del orbe, se pega con el malo y acaba encerrándolo dentro de él. Fin.
Más allá de la imaginería gráfica de Frank Brunner y lo disfrutables que puedan ser las referencias a Alicia en el País de las Maravillas, esta saga es sólo un aperitivo de lo que estaba por venir. Es el trabajo posterior de Englehart con Colan donde realmente se ve el talento de ambos, pero me temo que eso será tema para otra ocasión, porque estábamos hablando del Empirikul de Jason Aaron, ese imperio de asesinos de magos que bien podría estar liderado por Daga de Plata. Pero que va, no lo está, Aaron ha desaprovechado la ocasión y lo único que nos ha contado es un remake de su primera saga en Thor, la del asesino de dioses. Todo esto mezclado con una historia de Peter B Gillis en los años 80, la saga de las alas del dolor y todo aquello de cuando Stephen compartía cabecera en Strange Tales con criaturas tan peculiares como eran Capa y Puñal…
Y es que el punto de partida de aquella historia estaba precisamente en que, para evitar que una tiparraca llamada Urthona se hiciera con todos los poderes del Hechicero Supremo, Stephen se veía obligado a destruir todas sus reliquias y arsenal mágico, negándole el poder que podían darle pero a la vez liberando fuerzas oscuras que esos talismanes mantenían a raya. Extraño se ve forzado así a recurrir a la magia negra y a amuletos demoniacos, ya que su acto de destrucción le había hecho indigno de usar sus antiguos poderes. La historia iba hundiendo más y más en la miseria al pobre Stephen, que había pasado de ser el mayor pez gordo del océano a ser uno tremendamente pequeñito que nada entre tiburones y krakens antediluvianos…
Stephen se recuperaría de esta historia y volvería a contar con el favor de los Vishanti, pero lo que vemos en la historia de Aaron es una historia muy distinta: el «poder mágico» puede cederse a voluntad como si el ki de Dragon Ball se tratara, los amuletos que Stephen había destruido en su día siguen por ahi como si nada, y ahora el Doctor Extraño lleva un hacha mágico. Lo que es peor, los Vishanti no aparecen por ningún lado, cuando resulta que la mayor parte de los poderes mágicos del buen doctor provenían de ellos. Agamotto, Hoggoth y Osthur son nombres que protagonizan los juramentos del Hechicero Supremo no solo por su propio frikerio, si no porque son sus responsables «suministradores» de magia. Lo que es peor, ha tenido sagas enteras de estar puteado porque perder el favor de estas criaturas divinas de otra dimensión, pero siempre se ha hablado de su magia «estandar», la creada por Lee y Ditko, una magia que es tan parte del personaje como que se llama Doctor Extraño, vive en Greenwich Village y tiene un puñetero bigote.
La historia de Aaron se inventa toda la magia del personaje sin dar explicación alguna, nos pone a Stephen comiendo cosas rarísimas y repugnantes «porque sí», nos lo pone conjurando armas (que ni siquiera son místicas como las de la peli) incluso antes de que el Empirikul le reduzca sus poderes y hasta nos cuenta que en el sótano de su Santa Sanctorum hay una criatura creada por el dolor de miles de Wongs que se han sacrificado para curar al Hechicero Supremo a lo largo de los años. Esta «vertiguización» de la magia ya la llevó a cabo Warren Ellis con lamentables resultados -llevó la serie al borde de la cancelación- y creo que es estúpido coger un personaje con 50 años de historia y coger solo un 5% de el e inventarse el resto; para eso Aaron habría hecho mejor inventándose un personaje de cero y todos tan contentos. Este cómic no es Doctor Extraño, y apesta por todos lados a que Aaron va documentándose sobre la marcha; el cómic puede estar muy bien y lo está, pero repito que estaría mucho mejor si no se llamara Doctor Strange. Se ha anunciado la aparición de Mordo para la semana que viene, y eso en vez de animarme me ha dejado con muy mal cuerpo…