El Doctor Extraño es el perro verde de las películas de superhéroes de Marvel. Y es que si con Guardianes de la Galaxia Marvel se enfrentaba a hacer comulgar al público con lo cósmico y con Ant Man pretendían hacer versiones baratas de Iron Man -porque no se puede hacer un giro a la comedia cuando ya estás haciendo comedia en casi todas tus películas- Doctor Extraño se enfrenta al problema de desdecir lo que otras películas como Thor se habían esforzado en negar: La magia existe en el Universo Cinematográfico Marvel, y ha venido para hacerle la competencia al mismísimo Harry Potter. La pregunta es, ¿lo ha conseguido?
Todavía es pronto para saber si comercialmente va a triunfar sobre la competencia o si va a ganarse una segunda parte como sí que se la ganó el Hombre Hormiga, pero lo que sí puedo decir es que Doctor Strange es una buena película. Y es buena aun siendo todavía muy tímida respecto a lo que podría mostrar en pantalla, haciendo equilibrios sobre un personaje totalmente enraizado sobre la mitología visual de Steve Ditko; y es que si un Kirby desatado puede que no fuera del gusto del gran público, Ditko cuando se ponía raro no había quien le ganara, y el culmen de sus rarezas está en los mundos místicos por los que transcurren las aventuras de Stephen Strange. En la película dirigida por Scott Derrickson no tienen miedo a mostrar algunos de esos mundos, pero se cuidan mucho de centrar la acción en un mundo real más cercano a lo que ya vio el público en la Inception de Christopher Nolan y llevándolo un paso más allá; todo el planteamiento de la película está pensado para que el espectador se introduzca en esos mundos, y a veces esto supone sacrificar la fidelidad al cómic original. Pero supongo que podría haber sido peor…
Y es que desde la personalidad de Strange -que aunque no se puede negar que el personaje del cómic se mola a si mismo, lo que vemos en el cine es más cercano a Robert Downey Jr- hasta los mismos poderes que usan los hechiceros, vemos una magia mucho más diluida y menos poderosa que en el original. Y aun así no podemos decir que no esten siendo fieles, porque al fín y al cabo Stephen Strange sigue siendo más bien novato en esta historia, y está tremendamente lejos de su nivel de Hechicero Supremo, el cual es de esperar que alcance en futuras secuelas. Tenemos una magia mucho más basada en las reliquias que en las invocaciones de poderes superiores, con lo que los vemos depender de anillos de teleportación o armas místicas para combatir; aunque para alivio de los fans del original hay que decir que el mismo Stephen Strange no va a usar un hacha ni nada parecido, si no que se limita a usar escudos -de Serafín, supongo- y a conjurar una especie de látigo místico que es bastante patético respecto a lo que el resto de sus enemigos y camaradas emplean. Pero claro, no deja de ser el mago más novato de todo el film…
Alguno dirá que se notó la colaboración de Dan Harmon en el guión, porque no paramos de ver chistes y situaciones cómicas a lo largo de toda la historia, dándole una vidilla especial a ciertas escenas y haciendo más humanos a personajes secundarios como Wong o dándole mayor cuerpo a escenas como una batalla astral que se da en la segunda mitad del film. Hay que decir que, dentro de la fobia de parte del público a meter chistes en las escenas dramáticas, en Doctor Strange esos chistes cumplen la función de mantener humanos a los personajes y permitir que el espectador comulgue con las ruedas de molino místicas que le están haciendo tragar; el estilo de Marvel Studios se lleva basando en eso desde la primera película de Iron Man, cuando te hacían creer que un millonario podía crearse una armadura indestructible en una cueva de Afganistán y eran las tortas que se metían lo que realmente te mantenía en el juego. Y esto no es algo que haya inventado Marvel precisamente, porque era una constante de películas de acción de los 80 como Arma Letal que son los verdaderos antecedentes cinematográficos de lo que lleva presentándonos Marvel en los cines desde 2008.
Respecto al desarrollo de la película en sí, podemos decir que el planteamiento inicial del personaje no difiere mucho del original del cómic -aunque en la película busca más la gloria que el dinero, que ya le sale por las orejas- y su búsqueda desesperada por una cura para sus manos sigue siendo el motor que lo pone de camino a Nepal -que no al Tibet, que queremos vender esto en China- y a adentrarse en los mundos de la magia. Toda su evolución de escéptico desesperado a creyenta funciona más o menos bien -yo habría echado de menos algo más de escepticismo, para que negarlo- y su viaje al estilo 2001 funciona estupendamente, no siendo suficientemente Ditko para los acérrimos del cómic pero sí que bastante vanguardista respecto a lo que estamos acostumbrados a ver en el cine. Sin embargo, tengo que decir que el final de la película se nos hace un tanto anticlimático, porque apenas somos capaces de ver el nuevo status quo que sale del final del conflicto y las relaciones humanas de los personajes apenas son tratadas. En estos tiempos de películas que duran tres horas innecesariamente puede sonar raro, pero a Doctor Strange le habrían venido bien unos cuantos minutos más…
Habiendo visto la película doblada, me resisto a valorar la actuación de Benedict Cumberbatch, Ejiofor o Swinton, porque en ocasiones he notado que chocaba su expresión corporal con sus propias voces. Sí, esto puede parecer todo un palo al doblaje, pero a falta de oir como eran las voces originales prefiero guardar un discreto silencio (pero me huele que es el doblaje, sí). Lo que sí puedo decir con toda seguridad es que Doctor Extraño es una película que pone los cimientos para construir algo mucho más fiel al original y que, a pesar de que echamos de menos los Vapores de Valtorr o unas verdaderas Bandas Carmesí de Cyttorakk, no podemos descartar que en el futuro no vayan a aparecer a medida que Stephen vaya convirtiéndose en el Hechicero Supremo que todos queremos que sea. Y si tenemos eso en mente, podemos decir que Doctor Strange es una película por la que merece la pena ir al cine.