Llamadlo como queráis; Síndrome de Estocolmo, Síndrome del Esclavo al que le Dan Menos Latigazos, Síndrome del Bebedor de Orina en el Desierto… Pero Rebirth es mediocre y hasta malo. No es, ni mucho menos, el desastre absoluto que era New 52, pero ninguno de los títulos que nos presenta DC a día de hoy supera al peor de los que nos ponía a la venta en 2006. Y con esto estoy diciendo que estan como mucho al nivel de los Outsiders de Judd Winick, lo cual tiene tela, porque para mí no deja de ser uno de los predecesores del New 52…
Y es que el mejor ejemplo de todo este engaño está en Superman, tanto en el Action Comics de Dan Jurgens como en el Superman de Peter Tomasi. Tras un primer número prometedor, ambas series están contando básicamente la misma historia, ambas series están basando toda su artillería en la repetición de historias ya contadas y en recuperar personajes de la época del SuperSquad, los tiempos del Jurgens desatado que acabaron como el rosario de la aurora con un clamor popular en contra del propio Jurgens. Pero aun así, la gente lleva tanto tiempo pidiendo el regreso de Superman que esto le vale, y los cómics de Rebirth se estan vendiendo como churros; había mucha hambre y lo habíamos pasado muy mal…
El primer número de Jurgens es bastante directo en su planteamiento; Lex Luthor ha decidido reclamar para sí mismo el título de Hombre de Acero tras la muerte del Superman de new52 -ése que durante tres o cuatro meses fue más fiel al Superman original de lo que el postcrisis nunca lo fue- asi que el Superman anterior a New52 se agarra un rebote que no veas y se lía a tortas con el. Algo que, bien pensado, no es muy propio del Superman veterano, que a estas alturas de la película ya debería saber que cualquier partido con Lex Luthor se juega a largo plazo y sin confrontaciones directas hasta tener todas las pruebas sobre la mesa; cualquier otra cosa sería entrar en su juego. Y sin embargo Dan Jurgens, el menos talentoso de los guionistas del SuperSquad original (ese que tenía a gente como Louise Simonson, Roger Stern o Marv Wolfman) nos lo pone en mitad de las noticias riñendo con él en un infantil «dame esa capa». Pero como el lector está embriagado por la música de John Williams que retumba en su cerebro lo quiera o no, éste es el mejor cómic de Superman que ha leído en años. Y lo peor es que puede que sea verdad, porque nadie se echa las manos a la cabeza cuando Doomsday aparece al final del número con las mismas pintas con las que aparecía en La Muerte de Superman…
Por otro lado, el primer número de Tomasi es más inteligente, más hábil. Tomasi explora el concepto de un Superman padre y se centra en la figura de John, el hijo de Lois y Clark, que por lo visto tiene dificultades para controlar sus poderes y tiene miedo de reconocerlo ante Superman porque no quiere defraudarlo. La cosa se pone peor cuando aparecen Batman y Wonder Woman y tienen una conversación privada con Superman sobre el chaval, pero como el Batman sigue siendo el de New52 la conversación la tienen en el patio de la casa de los Kent y Jonathan puede oirla por completo desde su habitación, que para algo tiene superoído. Para el segundo número Superman se lleva al chaval al Polo Norte para enseñarle el oficio familiar, Jon le confiesa los problemas que ha tenido con sus poderes y todo es maravilloso hasta que el Erradicador asoma al final del número y amenaza con acabar con la armonía familiar.
Lo que queda a partir de aquí en ambas series es una pelea que se alarga a lo largo del paperback, con Superman pegándose con Doomsday en una serie y el Erradicador en la otra (ambos personajes de La Muerte de Superman, no lo olvidemos) mientras en ambas trata de mantener a su familia a salvo del villano. Si en una serie los manda al satélite de la JLA para alejarlos del malo, en la otra los mete en una cápsula y los lleva hasta la luna, y todo en el mismo mes. Una vez más nos encontramos con unos editores que pasan de hacer su trabajo, provocando que el primer paperback de ambas series vaya a contar básicamente la misma historia, pero todo da igual porque las gafas de color de rosa de la nostalgia nos dejan encantados de volver a leer La Muerte de Superman, pese a que ya en su día no nos pareció el mejor trabajo del SuperSquad; de hecho era más bien una historia chapucera y apresurada, un pimpampum cuyo único interés radicaba en el hecho de que al final Superman moría. En este caso sabemos que Superman no va a morir, porque ya ha muerto allá por mayo y sería repetirse demasiado…
Y sobre el resto de la nueva DC… ¿Tengo que hablar sobre lo mucho que me ha decepcionado la primera historia de Tom King en Batman? ¿De lo hipócrita que me parece que Greg Rucka vaya ahora de pacifista con Wonder Woman cuando en su día escribió cosas como Hiketeia, y es el mismo el que se puso pesado en que era una amazona guerrera? Creo que no hace falta; Rebirth no es perfecta, ni siquiera es buena, es mediocre y esa mediocridad se debe en gran parte a un equipo editorial que no funciona, no aprende y que da igual lo que contrate para escribir esta o la otra serie, los resultados nunca van a estar a la altura de lo que nos gustaría que nos diera DC.
En fín, pues esto es lo que opino de DC Rebirth.Y que conste que mi voto de no volver a leer cómics de DC mientras se mantenga la dirección actual sigue en pie, sólo que no he tenido más remedio que hacer una pequeña pausa porque M’Rabo esta totalmente abducido por esta pandilla de vendemotos y no hace otra cosa que escribir artículo tras artículo en el que pone de maravilla esta cosa, y creo que los lectores de Brainstomping se merecen otra cosa (aunque en realidad a mi eso me la pela, que yo esto lo he escrito porque más de uno igual se cree que opino lo mismo que M’Rabo y eso es algo absolutamente intolerable).