El otro día estuve yo mirando un documental sobre Prometheus, Alien y la madre que lo parió al xenomorfo, y se hablaba extensivamente de como a Ridley Scott le influenciaron una burrada los libros de ese charlatan setentero que es Erich Von Daniken, un tipo que vive del cuento de que la mayor parte de logros de la antigüedad se los debemos a los extraterrestres, que las pirámides las construyó un ovni y demás chorradas de alto calibre que tienen tintes bastante racistas (no en vano su editor era un antiguo nazi). Aturdido como estoy todavía por el desastre que fue Prometheus, y sabiendo que Ridley volverá a la carga en breve, creo que conviene dejar unas cuantas cosas claras sobre Daniken…
Porque durante los 70 y 80 el cabrón se hizo de oro, a pesar de que ninguna de sus ideas pudiera decirse que era novedosa. La base de los «descubrimientos» de Daniken radica en la vieja idea de Arthur C Clarke de que cualquier tecnología suficientemente avanzada puede parecer magia para sociedades más primitivas, con lo que si una sociedad de la antigüedad hubiera sido visitada por una civilización extraterrestre, habría sido adorada como si fueran dioses. Daniken va más allá en todo esto y, adaptando a pies juntillas los conceptos racistas que ya se veían en Lovecraft (el cual tampoco tiene mucha culpa) niega hasta la evolución y viene a decir que todos los méritos que pueda tener la humanidad entre la antigüedad y la prehistoria se deben a la interferencia de los alienígenas, como si el descubrimiento del fuego o las pirámides fueran algo inconcebible para el ser humano. No niega, el muy canalla, que la banca suiza, los relojes o el chocolate sean inventos humanos, no, lo que dice es que toda la américa precolombina está llena de visitadores extraterrestres que se liaron a hacer grafittis gigantes en el desierto, que los egipcios solo miraban mientras una nave espacial iba construyendo pirámides y que, en general, había civilizaciones superiores como Atlantis o Sodoma que esas si que molaban porque tenían contacto directo con extraterrestres.
Pero no me preocupa tanto Daniken como trilero (al fín y al cabo su época ya pasó, y algunos de sus imitadores como JJ Benitez ya no viven del dinero público) como «inspirador» de Ridley Scott. Cuando Giger diseñó a La Criatura se basó en Lovecraft, no en Daniken, y creo que eso hizo mejor a la película que escribió Dan O’Bannon, por mucho que su director creyera que era mejor hablar de antiguos astronautas. Y del mismo modo, creo que una de las cosas que hundió Prometheus fue precisamente el haberse basado tanto en Daniken y no en las raíces de ciencia ficción de la película original, más honestas y directas. Estamos hablando de que Alien planteaba la idea de un organismo que se adaptaba a cualquier entorno y que venía a ser el asesino definitivo, mientras que Prometheus se empeña en explicar lo que no queremos que se explique y en mostrarnos a señoras que no saben echarse a un lado cuando una rueda gigante está a punto de aplastarlas. La secuela de Prometheus -que se deja ya de tonterías y directamente parece que admite ser precuela de Alien y va a llamarse Alien: Covenant- parece que va a seguir con las tonterías del cristo extraterrestre y, aunque ya pasa a mostrarnos a los entrañables xenomorfos que todos queremos no encontrarnos jamás, transcurrirá en el planeta de los ingenieros y nos mostrará su historia y esas cosas. Mierda.
Para mí esto es un error enorme, porque lo que está haciendo Ridley es cartografiar el universo Alien. Soy consciente de que él se considera creador y que en parte lo hace por marcar el territorio, pero con esto le está haciendo muchísimo daño a la serie, porque lo que hacía que tuvieramos miedo de la criatura era el hecho de que no sabíamos nada de ella. Tras multitud de películas, comics y hasta videojuegos en los que lo hemos encarnado, el bicho ya empieza a resultarnos demasiado familiar, y es que por algo James Cameron decidió que, una vez ya habíamos visto a la criatura en las escenas finales de Alien, no tenía sentido hacer una secuela de terror y se centraron en realizar una película de acción. El único margen de maniobra para una secuela que quisiera compartir género con la película original era el hecho de que no conociéramos de dónde venía el monstruo, con lo que lo que está haciendo Ridley Scott al contarnos todo sobre el es rematarlo del todo.
Algo parecido pasó en Marvel en su día, cuando pasamos de tener un universo compartido en los 60 en el que todo parecía enorme y todo parecía posible hasta que Jack Kirby creó a los Celestiales, a los Eternos (otros que estaban influenciados por Daniken) y, en definitiva, dejó tan cartografiado el Universo Marvel que series basadas en el misterio y exploración del mismo como Los 4 Fantásticos perdieron totalmente su razón de ser y se llenaron de guionistas merluzos que pensaban que estaban escribiendo La Tribu de los Brady. Y es que el mayor problema de Daniken está en que, más allá de que es un racista y un vende motos, es de esos idiotas que se empeña en contarte una teoría que lo explique absolutamente todo lo más rápido posible, sin darse cuenta de que lo apasionante de leer una historia es ir descubriéndola poco a poco y a su debido ritmo…