El Rebirth de DC sigue siendo algo irregular pero cada vez encuentro más cosas en el que me están haciendo disfrutar como hacía años que no disfrutaba con un comic de DC. Y hoy toca hablar de uno de los personajes a los que este relanzamiento mejor ha sentado, uno del que no podemos decir que haya vuelto a ser como antes porque jamás dejó de serlo… Superman, el de verdad. Y es que tras haberle visto regresar a sus colores en Action Comics (aunque con un traje algo más feo que el clásico) ahora toca ver un retrato algo más íntimo y familiar en la serie hermana que lleva su nombre y que ha recaído en las manos de Peter Tomasi y Patrick Gleason y con la que he tenido una primera toma de contacto que me ha dejado bastante satisfecho.
Esto si que ya se va pareciendo a mi Superman
Tras la muerte del único Superman que ese mundo había conocido, el Superman exiliado de un universo que tal ve ya no exista ha salido de las sombras para ocupar su lugar, honrar su memoria y proteger a los más necesitados. Pero aunque para el mundo este Superman es al mismo tiempo una incógnita y un símbolo de esperanza, el Hombre de Acero tiene otras responsabilidades para el más importantes y que el mundo no conoce, las de esposo y sobre todo padre. Y si el mundo adora a Superman, este no tiene un mayor admirador entre ellos que su pequeño hijo Jonathan, quien adora aún más a su padre ahora que conoce su secreto de su doble vida superheroica. Pero esta revelación ha coincidido en el tiempo con otra algo que a Jonathan, pese a maravillarle en un principio, está resultando ser algo más complicada de digerir, el haber heredado los poderes de su padre. Y así la historia se repite de nuevo y un pequeño kryptoniano criado en la tierra creyéndose humano se enfrenta al miedo de descubrir sus orígenes y enfrentarse a un incierto futuro, solo que en esta ocasión Jonathan cuenta con la suerte de tener un maestro perfecto para la tarea.
Que mejor forma de ver a Superman que a través de los ojos de su mayor admirador
Si en Action Comics el foco de la historia se centraba en Superman saliendo a la luz y como el mundo reaccionaba ante esta noticia, aquí Tomasi y Gleason han optado de momento por un enfoque más íntimo y por contarnos la historia a través de los ojos del pequeño Jonathan Kent. Un personaje al que lo de descubrir la verdad sobre sus orígenes le ha llenado de ilusión pero también de temor a no poder controlar sus poderes o no estar a la altura de su aparentemente perfecto padre. Y este es un enfoque que nos sirve también para darnos cuenta de una vez por todas de como Clark Kent ha terminado por convertirse en su padre terrestre, en el granjero que tiene que contarle la verdad a su hijo sobre sus orígenes, enseñarle a utilizar sus poderes y por encima de todo, enseñarle a ser una persona decente. El ciclo de la vida en todo su esplendor.
Clark va a tener que poner en practica todas las lecciones que le enseñaron Ma y Pa Kent
Y todos estos temas no son algo nuevo para Tomasi, ya que su propia experiencia como padre y su trabajo previo escribiendo a Damian Wayne en Batman & Robin (Un personaje con el que Jonathan tiene muchos puntos en común y con el que pronto formara equipo en Super-Sons) le convertían en uno de los guionistas más indicados para esta serie, algo que con este especial previo a la serie regular ha confirmado. Y es que Tomasi siempre ha sido uno de esos guionistas con los que se puede contar, que nunca ha sido una gran estrella o uno de esos autores de renombre que arrastra a los lectores, pero si un artesano de los de antes que quizás nunca revolucione el mundo del comic, pero que sabe cómo contar una buena historia y que rara vez decepciona.
Tomasi sabe darnos a lso fans del personaje lo que queremos
Pero Tomasi no solo pisa terreno familiar en cuanto a sus personajes, también lo hace en cuanto a su compañero artístico en esta serie, Patrick Gleason. Juntos ya habían formado equipo en largas etapas en las series de Green Lantern Corps y Batman & Robin con un resultado más que bueno. Y las pequeñas dudas que tenía sobre como encajaría ese estilo suyo, en ocasiones muy oscuro y con un extensivo uso de las sombras que tan bien le sentaba a un personaje como Batman, encajaría con otro más luminoso como Superman, pero fueron unas dudas que han quedado disipadas rápidamente con este one-shot.
Gleason no ha necesitado mucho para dejarme convencido
Aunque quizás lo que más me ha gustado aquí del trabajo de Gleason, y que no deja de ser muy irónico dado que ha sido él mismo quien ha diseñado el nuevo traje de Superman, es como se las ha arreglado para dibujar a este a lo largo de todo el número, portada incluida, en ángulos y posturas cuidadosamente escogidos o cubierto por sombras de forma que quede oculto que no lleva su traje clásico. Casi parece que alguien quería dibujar al Superman de verdad con su traje de verdad…
Me pregunto durante cuanto tiempo podrá Gleason mantener esto de no mostrarnos el traje completo
Así que pese a que sigo sin atreverme a fiarme del todo de DC Comics o de Rebirth no puedo dejar de reconocer que cada vez estoy disfrutando más con todo esto, los personajes vuelven a ser como eran antes de esta debacle del New52, el tono de las historias se va alejando de ese horror casi noventero que asoló buena parte de las publicaciones de la editorial. Así que pese a que Diógenes se pasa el día y la noche gritándome desde el otro lado de la puerta de la celda que todo esto no es más un espejismo, yo empiezo a tener fe de verdad en que Rebirth será mucho más que flor de un día.