Podría decir que en el número 60 de Los Nuevos Mutantes muere la inocencia, que es un antes y un después que marcará la serie y todas esas cosas que suelen ser mentira, pero en esta ocasión no me equivocaría mucho. El planteamiento de Louise Simonson y su editora Ann Nocenti probablemente establecía una tortuosa hoja de ruta para los personajes, pero las dos autoras poco sospechaban que ellas también iban a empezar a sufrir. El cambio de regimen en Marvel todavía no se había empezado a notar realmente, pero los 90 demasiado rápido y, como se suele decir, nada volvería a ser lo mismo…
Si la semana pasada os comentaba los orígenes de Factor X sin que deciros muy bien a santo de qué, creo repasando The New Mutants 60 empezaréis a entenderlo. El -ridículo- planteamiento original de Factor X consistía en que la Patrulla X original se hacía pasar por cazadores de mutantes para poder adelantarse a las turbas linchadoras y así rescatar a los mutantes y educarlos en el uso de sus poderes; la idea (de los personajes y de los autores) era hacer las cosas mejor que la Escuela de Xavier, que ahora estaba en manos Magneto (Claremont) y a Cíclope (Byrne) no acababa de gustarle la idea. Entre los primeros (y malísimos) números de X-Factor hay un personaje que no destaca especialmente: Cameron Hodge, un amigo de la infancia del Ángel y el encargado de llevar la empresa pantalla que ampara las actividades del grupo. Hodge se empleará a fondo en crear campañas publicitarias para la empresa en las que se explota la paranoía antimutante, mediante anuncios televisivos en los que un preocupado ciudadano advierte a la población de lo peligrosísimos que pueden ser los mutantes y la buenísima idea que sería llamar a Factor X para «remediar el problema mutante». Hodge es un personaje plano, soso, un funcionario, con lo que para cuando Simonson se hace con las riendas de la serie lo primero que hace es preguntarse que puede motivarlo. Y la respuesta la podemos ver en este cómic…
Lo habíamos dejado la semana pasada con Los Nuevos Mutantes prisioneros del Doctor Animus, que estaba teniendo otro de tantos ataques de ira porque a Cabeza de Chorlito se le había ocurrido la disparatada idea de llevar ropa y tener su propio nombre. La filosofía del Doctor es sencilla: si no vas a pasar de animal, no tiene sentido que te pongas atributos de persona, por mucho que sus experimentos te hayan dado un cerebro capaz de hablar y razonar como una. El científico les explica que el objetivo final de sus experimentos es el de librar a la humanidad de los trabajos serviles, a pesar de que queda claro que en realidad lo que realmente le mueve su propia curiosidad más morbosa que científica, su ego y sus ganas de jugar a ser dios; el tipo es una contradicción viviente que prohíbe a los animales tener atributos de persona pero se viste como uno de ellos. Es en pleno discurso de villano demente, durante el cual vapulea a Cabeza de Chorlito de forma inmisericorde, cuando Dani usa su poder sobre el desgraciado y revela su peor miedo, Cameron Hodge.
Porque Hodge es quien está detrás de todo esto. Porque Hodge es un miserable racista que manipuló a Warren Worthington para que le dejara usar su fortuna para montar Factor X y predicar el odio antimutante mientras se iba reservando una caja B para crear su propia organización terrorista asesina de mutantes, La Verdad. Y aunque para la llegada de La Caída de los Mutantes Hodge ya ha sido desenmascarado y ha pasado a un segundo plano, su organización antimutante es como Hydra o los carlistas, una de esas organizaciones trasnochadas que de alguna manera sobrevive cual rata de alcantarilla. Simonson utilizará así la subtrama de Factor X para darle un trasfondo al Doctor Animus, viniendo a decir que era un simple esbirro, un científico loco financiado por Hodge para que hiciera experimentos genéticos de toda índole. Sin embargo, Animus ha estado usando ese apoyo para ir endiosándose en su isla de animales inteligentes, y la paciencia de Hodge está empezando agotarse porque no acaba de ver que su inversión se vea traducida en resultados que le permitan llevar a cabo su agenda antimutante.
Animus pronto se da cuenta de que el Hodge que está ante el es solo un espejismo, por lo que decide llevarse a los Nuevos Mutantes, encerrarlos en tubos de ensayo y torturarlos haciéndoles contemplar como va aniquilando varios de sus «experimentos», tratando de hacerles ver que su intervención lo único que ha conseguido es la muerte de los animales que buscaban liberar. Y es justo en ese momento en el que el verdadero Cameron Hodge se pone en contacto con su subordinado y, tras mostrarse completamente contrariado por las pintas que lleva el supuesto científico, le exige resultados sobre su investigación, que no es otra que la de evitar que todos los seres humanos muten (que sí, que están como una puta cabra). Animus se pone completamente servil y dice que gracias a que tiene a los Nuevos Mutantes capturados va a poder llevar a cabo sus experimentos mucho mejor, pero Hodge no le cree y decide poner rumbo hacia la isla para ver que carajo está haciendo el chiflado ese con el dinero que le ha robado al pobre Warren.
Mientras Bobby y Warlock emprenden la busqueda de sus compañeros y se hacen un lío con esto de la navegación en los tiempos anteriores a la invención del GPS, el Ani-mador revela que sus planes nunca fueron los de llevar a cabo el trabajo que le pedía Hodge, si no el de crear una raza de esclavos patentada que sirviera a la humanidad y de paso le hiciera escandalosamente rico. El haber capturado a unos cuantos mutantes le viene de perlas porque así podrá darles superpoderes a sus esclavos, con lo que serán mucho más resistentes, efectivos y quén sabe si hasta no podrán protegerlo de la ira de gente como Hodge. Así que el perverso doctor ordena a sus esclavos que lleven a los mutantes a otro laboratorio para poder experimentar en ellos, circunstancia que los chavales aprovechan para liberarse. Y entonces empiezan las tortas otra vez, pero en esta ocasión las criaturas de la isla no cuentan con el factor sorpresa de su lado y demuestran no ser rival para gente entrenada por Xavier y Magneto, con lo que los Nuevos Mutantes triunfan y todo parece que va a ir de perlas… Hasta que se abren las puertas de un ascensor y aparece este desgraciado:
Hodge no se anda con tonterías y fulmina a los mutantes en una sola viñeta, apaliza al Doctor Animus y da la orden a sus matones sonrientes de exterminar a todos los experimentos del buen doctor. La masacre no tarda en llegar, y mientras unos Nuevos Mutantes atados y con sus poderes anulados son transportados hacia un avión que les llevará a los laboratorios de La Verdad, Cabeza de Chorlito decide que no van a irse «gently into the night» y organiza a los animales para liberar a los Nuevos Mutantes, que empiezan a darse de tortas otra vez y hasta reciben el apoyo de Warlock y Mancha Solar, que por fín han conseguido encontrar la isla. Y en esto que estaban todos felices en mitad del reencuentro, pegando palizas cual un Obelix en mitad de un campamento romano, cuando pasa esto:
Lo más cruel de esta escena es que Rahne en ese momento no es consciente de lo que ha pasado. Que la batalla se sigue desarrollando con todos los tópicos, con Hodge escapando en su avión, con una persecución que termina con lo que parece la muerte segura del villano… Hasta Cabeza de Chorlito tiene su momento de gloria y derrota al Doctor Animus, todo el mundo lo celebra menos una persona:
Es tremendamente cruel, porque Rahne no es consciente de que Doug murió para salvarla. Que si él no se hubiera puesto en la trayectoria de la bala, ella sería que estaría muerta. Ya da igual la furia de Magik enviando a Animus al Limbo para ser torturado hasta el fín de los tiempos (que pena que Louise Simonson no llegara a recuperar nunca el personaje) ya dan igual todos los discursos de Sam sobre lo tontos que fueron al no hacerle caso a Magneto, o la contrarréplica de Dani diciéndole que el primero que quiso emprender esta aventura fue Doug, y que había que hacer algo para evitar que La Verdad exterminara a todas aquellas pobres criaturas. Pero como decía, todo esto le da igual al lector, porque estábamos en 1988 y en aquel momento la muerte de un personaje significaba muchísimo más que hoy en día. Douglas Ramsey ha muerto y no va a volver…
The reason I populated New Mutants with so many fresh faces was out of necessity. I couldn't compete w/the hand I was dealt so I ditched it.
— robertliefeld (@robertliefeld) May 17, 2016
Sometimes you gotta change the scenery and change the narrative. It worked out for me. #xforce
— robertliefeld (@robertliefeld) May 17, 2016
So, 23 years later, replacing Birdbrain and Douglocke with Cable and Deadpool is still reaping rewards… Whodathunkit??
— robertliefeld (@robertliefeld) June 26, 2013