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Thunderbolts – Jim Zub y Jon Malin nos llevan de regreso a los 90… Pero a la parte mala de los 90

Aunque no es algo que suceda siempre, no es especialmente raro que tras algún crossover/evento de estos que tanto les gustan a Marvel y DC surja de esa historia alguna clase de spinoff. De Annihilation: Conquest surgieron los modernos y cinematográficos Guardianes de la Galaxia, de Infinity esos modernos Inhumanos que no parecen importar a nadie (incluido el pesado de Lash el Inhumano), de Original Sin la serie regular de Winter Soldier que le convertía en el protector de toda la tierra… Y este último quien de nuevo recibe otra oportunidad tras un evento en esta ocasión como nuevo líder de un grupo que no solo nació hace casi veinte años de un evento, sino que ahora renacen de nuevo en circunstancias similares, de las cenizas del Avengers: Standoff, aunque como veremos a continuación con unos resultados bastantes dispares.

No, aunque lo parezca no es una portada de Rob Liefeld

El mundo les conoció como héroes, un grupo de desconocidos superhéroes que ocupaban el vacio que habían dejado Vengadores y 4 Fantásticos al desaparecer luchando contra Onslaught. Pero la verdad no tardo en salir a la luz y se reveló que en realidad eran los Amos del Mal. Trataron de ir por el buen camino, se desbandaron, se reunieron de nuevo, su nombre fue adoptado por multitud de otros grupos con diversas intenciones… Pero ahora (casi todos) los Thunderbolts originales han regresado de nuevo, esta vez bajo el liderazgo de Winter Soldier, quien va a utilizar a este grupo de villanos reformados y semi-reformados para que le ayuden en su misión de proteger la Tierra de cualquier amenaza que la ponga en peligro y en su nueva tarea de niñera de uno de los seres más poderosos de la creación, el cubo cósmico viviente y caprichoso conocido como Kobik.

¡Han vuelto los 90!

Yo aun trato de entender de donde ha salido exactamente esta serie, porque a diferencia de otros “spin-offs” en los que estos eran una continuación más o menos lógica de lo sucedido en el evento del que habían surgido, en este caso parece más bien que simplemente existen porque si.  Y es que si bien el villano de Avengers: Standoff era el Barón Zemo y este trabajaba de nuevo con algunos de sus viejos subordinados como Techno o Moonstone y Mach-X estaba por allí trabajando para S.H.I.E.L.D. encargándose de la seguridad, pero la interacción entre ellos fue mínima y casi nula con Winter Soldier, por lo que esta alineación de los nuevos Thunderbolts resulta un tanto forzada.

Esta fue toda la interaccion de los personajes antes de su serie regular… ¿Metida con calzador?

Su nueva misión, aparte de proteger la Tierra, es asegurarse de que S.H.I.E.L.D. no vuelva a hacer lo que les hizo a ellos y a tanto otros en Pleasent Hill, tanto manteniendo a Kobik fuera de sus manos como desmantelando el resto de sus operaciones secretas cuestionables, lo que sumado a que en cierto modo «le deben» a Bucky su liberación, hace que casi resulte creíble que estén trabajando todos juntos, o al menos Jim Zub hace lo que puede para que de esa sensación.

Yo hago lo mismo, ya no me fió de Marvel tampoco…

El que no se si hace todo lo que puede o si es que no da más de sí es el dibujante de la serie, Jon Malin, quien ha conseguido ser lo más destacado de este relanzamiento pero de la peor manera posible. Y es que me resulta incomprensible como una serie como los Thunderbolts, que nació como respuesta a aquel horror noventero que fueron los primeros años de Image y el Héroes Reborn y que pretendía ser lo opuesto a todo ello, haya acabado en manos de un dibujante al que el propio Rob Liefeld le dio una de sus primeras oportunidades profesionales en su sello editorial Arcade Comics, y en cuyo currículo destacan títulos como los Youngblood (los de 2012)… ¿Es que alguien en Marvel recordaba que los Thunderbolts habían sido populares en los 90 y se equivocaron del sector de la década a la que  pertenecían?

Y ponen una portada variante de Mark Bagley para reírse de nosotros…snifs

Porque ya desde la portada uno recibe el primer susto cuando ve a esos personajes saltando del papel y tienes la necesidad de correr a buscar la firma de la misma para asegurarte de que no es Liefeld en persona. Pero por desgracia el horror visual de este comic no se detiene en la portada, y este alumno ¿aventajado? de Liefeld (que al menos es capaz de dibujar pies, sabe un lo que es una perspectiva y sus armas no parecen todas secadores de pelo) nos da todo un muestrario de esas cosas que nos recuerdan porque a los 90 se les suele llamar “The Dark Age”.

Esa forma de sonreír de la niña resulta inquietantemente familiar…

Unos personajes de anatomía grotescas y posturas imposibles, una expresividad facial en la que hay que jugar a adivinar en qué estado de ánimo están los personajes, una narrativa  ratos algo confusa y un acabado casi apresurado que haría morirse de orgullo al propio Liefeld. No se los demás, pero o Jon Malin no el pseudónimo del propio Liefeld o de alguno de sus hijos o estamos ante uno de los mayores admiradores del “creador” de Masacre que jamás me haya encontrado.

La sombra de Liefeld es alargada…

Pocas veces en tiempos recientes he estado ante un primer número que me haya dejado con tan pocas ganas de leer el segundo. La historia no pasa de correctilla a secas, lo único que tiene un mínimo de interés es ver como trataran la relación de los Thunderbolts con un ser tan increíblemente poderoso como Kobik, y dudo que lleguen a niveles de genialidad como al de Spiderman enseñando al Todopoderoso a usar el baño. Y del dibujante creo que prefiero no añadir nada mas aparte de que hay cosas (y estilos «artísticos») que en los 90 debieron quedar muertas y enterradas…

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