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De New 52 al exterminio universal: Por qué el mundo necesita a Superman (III)

Hay que reconocer que si New52 empezó realmente con Action Comics nº1, tal vez sea el mejor estreno que podían darle a la nueva continuidad. Te puede gustar más o menos el que Superman vaya por ahi en camiseta y vaqueros, pero este Superman es más fiel a sus orígenes de lo que nunca podía haberme imaginado. Y todo tenemos que agadecerselo a Grant Morrison, que como siempre hace en DC, vuelve a los orígenes y nos devuelve facetas de los personajes que para muchos resultaban algo completamente olvidado.

Era el New52, pero aquel primer cómic de Morrison…¡tenía la versión más pura de Superman!

Lo peor de todo es que esto es flor de un día, así que ni siquiera debería recuperarlo en esta retrospectiva. Morrison pronto correrá a homenajear las historias de «ciencia ficción infantil» de Weisinger y dejará la serie en manos de unos sucesores que hasta donde yo leí nunca supieron que hacer con el personaje, pero el inicio de su etapa venía marcado por recuperar al Superman que idearon Siegel y Shuster, aquel defensor de los oprimidos que era capaz de hacer justicia donde la ley no podía llegar jamás; daba igual lo que hicieran, Superman se lo haría pagar y pondría las cosas en su sitio. Sin embargo y una vez terminado el espejismo, la cruda realidad de la editorial se impuso y reveló un nuevo Superman que era huérfano y vestía una armadura kryptoniana con alzacuellos, renunciando a sus «calzoncillos» y que, tras una convulsa etapa de George Pérez en el personaje, acabaría cayendo en las garras de un Scott Lobdell que llevaría al personaje a vivir una de las peores etapas de su historia. Y fue en ese momento en el que dejé de leer cómics de Superman…

Algún día se darán cuenta de que George Pérez es dibujante, que lo de Wonder Woman fue una carambola…

Así que desconozco que es lo que ha venido haciendo Greg Pak en el personaje estos últimos años, pero me parece un pelín triste el que a estas alturas del partido nos parezca algo maravilloso el que Dan Jurgens se haga con las riendas del personaje. Jurgens, el responsable de hitos como «La Caída de Metropolis», «Superman Rojo/ Superman Azul eléctricos» o «Como ya hemos matado a Superman, matamos a Clark Kent«. Sí, ese Jurgens que acabó siendo licenciado sin honores de la DC de finales de los 90 para acabar haciendo una etapa de Thor que fue de lo mediocre a lo lamentable y una etapa del Capitán América que fue de lo lamentable a crimen contra la humanidad. Pero aun así, dentro de la fatiga mental que Jurgens debió experimentar al final de su etapa, hay que reconocer que el hombre seguía sabiendo quién era Superman. Que sus historias anteriores a La Muerte de Superman son disfrutables, y que aunque el experimento del Supersquad no acabara saliendo demasiado bien, en aquellos tiempos sabías que Superman estaba en buenas manos.

Neal Adams es otro que tal…

Cosa que no ocurre hoy en día, con el agravante de que ahora mismo todo el Universo DC está en malas manos, algo que tiene tela que podamos decir cuando estamos hablando de una editorial que ha estado en manos de -literalmente- la mafia. Si sumamos a todo esto que acabamos de padecer a Snyder con su Batman v Superman, podemos llegar a la conclusión de que Superman está muerto y enterrado, y que si hemos estado pasando de él todos estos años, tal vez no nos haga ya falta. Y nos estaríamos equivocando.

¡Millar lo ha visto! ¡Si los demás no cuentan historias de Superman, pues las cuento yo!

Porque el mundo necesita a Superman. Necesitamos a Superman y a sus hijos bastardos (el género de superhéroes, aunque M’Rabo siempre nos recuerde que Phantom es el primer superhéroe de cómic), pero sobre todo necesitamos que, dentro de ese Universo Marvel envuelto en Civil Wars y genocidios universales, dentro de esa DC con Crisis de Identidad y crímenes contra la humanidad cinematográfica, necesitamos que vuelvan a nosotros esos héroes puros, esos vigilantes bobos a los que Sócrates engañaba diciéndoles que eran «mejores que nosotros» para que se vieran obligados a protegernos por su propio heroísmo. Necesitamos a los Huck, Shazam, Spiderman y necesitamos a Superman, porque no todos los personajes tienen que ser Batman o Frank Castle. Y los necesitamos no por una cuestión de que queramos inspirarnos en ellos o volver a la infancia, los necesitamos porque el género de superhéroes está completamente enmierdado y aquí todos quieren contar un remake de Watchmen o Miracleman sin haberse molesteado en entender de que iban.

Contar historias «dramáticas» de superhéroes era buena idea mientras lo hacían Alan Moore y Frank Miller, pero luego…

El cómic de superhéroes se ha llenado de visiones apocalípticas -¡han destruido el multiverso Marvel!- y de héroes que se traicionan unos a otros, de actos impensables pero completamente vacios a largo plazo. La necesidad de crear un evento tras otro para mantener al lector interesado ha provocado que constantemente nos veamos inundados de historias de odios y traiciones en las que no hay lugar para la inocencia. Superman era todo lo contrario a eso, era un tipo que veía el mal y lo atacaba, al margen de todas las leyes que pudieran amparar eso; en realidad volvemos a estar en el mundo en el que se creó Superman, un mundo en el que somos conscientes de la corrupción que nos rodea y de la impunidad de los que la practican. Así que supongo que sí, que el mundo necesita a Superman. Y lo necesita porque nunca ha dejado de hacerlo, porque aunque necesitamos las historias terribles de héroes oscuros en las que nadie es inocente, la falta de variedad está matando a todo un género que sólo sobrevive porque periódicamente se estrenan películas que adaptan algunas de sus mejores historias…

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