Con esto del comic tengo muchas, vamos a llamarlas así, “deudas pendientes”. Obras y autores a los que debería haber prestado más atención pero que por distintas razones siempre he ido posponiendo. Una de esas deudas la tengo con la obra de Ozamu Tezuka, ese autor considerado unánimemente como el “Padre del Manga” y de cuyo trabajo tristemente puedo contar con los dedos de una mano las obras que he leído. Pero poco a poco sigo poniéndome al día con la obra de este genial autor y la semana pasada he podido tachar de mí lista de lecturas pendientes uno de sus primeros trabajos. Este ha sido su Lost World, un comic en el que un Tezuka primerizo dio rienda suelta a su imaginación en una alocada aventura en la que la Tierra se reencontró con su largamente perdida “hermana”.
Y aunque no es una adaptación de la novela de Conan Doyle estos dos Lost World tienen alguna cosa que otra en común
Los habitantes del mundo entero se encuentran expectantes ante el inminente regreso de Mamango, el planeta gemelo de la Tierra que se separo de esta hace cinco millones de años y cuya órbita ha traído de vuelta después de tantísimos años. Científicos de todo el mundo están ansiosos por tratar de descubrir los secretos que esconde este misterioso planeta, pero la recompensa de diez millones de Yenes ofrecida a quien haga el descubrimiento más asombroso hará que algo más que científicos se interesen por este extraño planeta. Una trama que se complicara aun mas cuando la investigación de un asesinato por parte del Detective Mostacho le haga cruzar su camino con el del niño genio Doctor Shikishima y juntos se lancen a la aventura de explorar ese misterioso mundo perdido, un viaje con muchos más peligros de los que se esperan.
Eso debía ser un dineral en la época
Cuando me leí este comic no tenía ni idea sobre que trataba o sobre cómo era el Estilo de Tezuka en sus primeros años como profesional, por lo que ha sido todo una sorpresa de principio a fin. Algo que en estos tiempos que corren, en los que a las editoriales solo les falta desvelar en la prensa el final de sus comics, es todo un lujo. Pero además ha sido una sorpresa de lo más agradable y una locura muy grande. A lo largo de toda la obra se suceden sin respiro toda una serie de acontecimientos enajenadísimos en los que se van sumando personajes a cada cual más peculiar y que desemboca en un final que no puede dejar indiferente a nadie. Un ritmo exagerado, alocado y divertidísimo que esta directísimamente inspirado en la que fue una de las mayores influencias en la carrera de Ozamu Tezuka, la animación estadounidense de principios del siglo XX.
Si, esta forma de mostrar la violencia resulta mas que familiar
Y es que al comenzar a leer este comic no pude evitar recordar a cada página aquellos dibujos animados que veía de pequeño, TerryToons, Tex Avery, los primerísimos tiempos de Disney y Warner, y casi revivir las mismas sensaciones que aquellos cortometrajes me hacían sentir. Unos dibujos animados de los que Tezuka tomo prestado sin disimulo alguno todo lo que quiso. Desde el diseño de muchos de los personajes, a la forma de mostrar la acción, y la en ocasiones extrema violencia, con un ritmo frenético que casi no da tiempo a respirar, así como numerosos homenajes a personajes clásicos de las tiras comics de la época. Está claro que a Tezuka eso de ser sutil no iba con él y bien que me alegro.
No puedo ser el único que al ver estas dos escenas esperase que se pusiesen a bailar
Y tras esta lectura con la que me lo he pasado de miedo, y que pese a tener a sus espaldas casi setenta años apenas ha envejecido, lo que me toca es proponerme el tomarme en serio de una vez el ponerme al día con el trabajo de este legendario autor. Aunque teniendo en cuenta lo inmenso de su bibliografía, me da a mí que esta va a ser una tarea que me llevara algo de tiempo aunque con la seguridad de disfrutar cada momento de ella.