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Perdiendo la cabeza: Batman v Superman (I)

Olvidáos de todo lo que habéis aprendido hasta ahora. En vuestra mente no existe ningún cómic de Superman, Batman, La Liga de la Justicia ni nada parecido. Batman V Superman es una película que vais a ver sin saber nada, sin conocer nada sobre los personajes, ¿tiene sentido entonces?
(…)
Por supuesto que no, porque ni como película de gente cabreada que se pega por que sí tiene sentido alguno. Así que vamos a pasar de todo y hablaremos de lo que nos venga en gana. Bienvenidos a Snyderlandia…

¡Jódete Snyder! ¡Toma colorines!

Para mí lo que mejor ejemplifica esta película es ese sueño de Bruce Wayne en el que Batman está en una Tierra dominada por Darkseid luchando contra los soldados de Superman. En sus manos no hay gadgets, hay una pistola y una metralleta (o si preferís subfusil o como lo llamen en el CounterStrike) y su físico enorme y sobredimensionado se desplaza pesadamente entre los que le atacan. Pega puñetazos con la pistola en la mano, vacía el cargador sobre un enemigo caído… Su forma de pelear no es la de Batman, y de hecho va completamente en contra de todo lo que había avanzado Nolan en cine a la hora de plasmar como actúa Batman. La idea de que Batman es un «ninja» le dejaba claro al espectador que tenía que gran parte de su estilo de lucha se basaba en la velocidad y el sigilo; el aterrorizar al enemigo haciendo que nunca fuera capaz de saber dónde estabas. En esta escena se ve claramente que Batman ha caído en una trampa, pero en vez de escurrir el bulto o tirar una bomba de humo, se lía a tiros con todo el mundo y acaba siendo sometido. Más adelante en la película Snyder nos presenta otra escena en la que Batman entra en un edificio a rescatar a Ma Kent, y su entrada es al más puro estilo Batman, aterrorizando a sus enemigos, desarmándolos con sus gadgets y… Y al final se lía a tiros y la cagamos. Porque claro, Snyder ha querido contarnos Dark Knight Returns cuando tocaba contar Año Uno. Pero antes de meternos en eso, mejor vamos con Superman…

No, este no, ¡me refiero al soso!

Si en Man of Steel se pasaban toda la película aterrados de decir la palabra «Superman», aquí se lo llaman todo el rato, pero también otras cosas como «alien» o «dios». Curiosamente y contradiciendo el «soy un chico de Kansas» del final de Man of Steel, aquí tenemos un Clark Kent que no niega en ningún momento el ser un dios y que explota sus connotaciones «mesiánicas» a manos llenas. Y es que lo que nos esta contando tanto Man of Steel como Batman v Superman es la historia de un niño especial que llega a un planeta totalmente desolado por guerras y demás, un mundo que ha perdido toda esperanza y en el que los hombres buenos se esconden de los malos en vez de combatirlos. Un hombre en el que el mismísimo Batman ha perdido también la esperanza y lo único que le queda es matar y aterrorizar a los criminales al marcarlos con un hierro candente. Un mundo que Wonder Woman pasa de salvar porque sabe que la humanidad lleva desde principios del siglo XX metiéndose en guerras cada vez más inmisericordes (se ve que Diana no sé fijo en las que se montaron en el XIX, el XVIII y todos los siglos de la historia). Así que Superman llega y, a pesar de que sus padres adoptivos le dicen que mejor se esconda como hacen todos los hombres buenos, decide que no, que el va a ayudar a la gente. Que el es un granjero de Kansas con un sueño y lo va a hacer realidad. Y luego Lex Luthor pone una bomba en el Capitolio y Superman empieza a tener sus dudas…

¡Lo hacen a posta, sonríen en cualquier sitio menos en la película!

Vamos a dejarlo claro: esta historia no tiene nada que ver con Superman. Ni con Batman. Y ni siquiera con Wonder Woman, un personaje que apenas aparece en la película pero que lo poco que hace lo hace mal; no se puede ir de berserker que se ríe como una loca mientras pelea y a la vez decir que «pasa del siglo de horrores que ha creado el hombre», en plan «tanta guerra y tanta muerte… Oh, que horror». Que sí, que la culpa es de George Pérez por ponerle hace treinta años una espada en la mano, pero cualquier puñetazo de Wonder Woman debería ser más poderoso que cualquier espada. Y sí, Batman puede perder la esperanza porque es un ser humano y tiene sus limitaciones, pero lo que nunca haría es matar. Porque eso le convierte en lo mismo que quiere destruir, y lo trágico de la película es que el propio personaje admite que se ha convertido en un criminal y aún así continúa preparando el asesinato a sangre fría de Superman.

Vale, este no sonríe por una cuestión médica, al fín y al cabo es Ben Affleck y en su cara eso quedaría raro.

Y sí, Superman siempre ha sido más humano que Kryptoniano. Historias como Man of Steel (la de Byrne), JLA: The Nail o Red Son dejan claro que Kal El podía haber sido una persona muy distinta si no fuera porque se apellida Kent y sus padres le han enseñado a luchar por lo que cree correcto. Que la bondad de Superman sea algo innato traiciona la idea de que el mayor héroe de la historia (que en el Universo DC al fín y al cabo lo es) es una creación humana. Los poderes y el cuerpo de Superman pueden ser kryptonianos, pero su alma es humana. Lo diré una y mil veces, Superman es el defensor de los oprimidos por algo; no olvidemos que el Superman original creció en los años 30 en mitad de la Gran Depresión, en mitad de una Kansas desolada al más puro estilo Las Uvas de la Ira. Pero mejor seguimos mañana, que al final la película es muy larga y a lo tonto ya llevamos más de mil palabras y sólo hemos empezado…

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