En mi pueblo las mujeres eran decentes y tremendamente aburridas. Se pasaban el día trabajando o en la cocina, con lo que venían a ser algo parecido a las guardianas de la civilización. Estaba muy mal visto eso de que una mujer se fuera sola al bosque, o que varias se fueran al bosque. A saber que harán ahí, pensaban algunos, y así es como la inquisición y estas historias empezaron a liarla en Zugarramurdi y sitios así, porque las mujeres se montaban fiestas en el bosque y se lo pasaban de puta madre. Y es que estos aquelarres acabaron sobreviviendo a la mismísima inquisición y llegaron hasta el siglo XXI, con lo que ahora mismo a eso creo que le llaman botellones. O algo así.
No me hagáis caso, el leer Instinto Animal me ha dado bastante que pensar sobre estas cosas. Y es que la idea de mujeres con pies de pato o que se transforman en distintos bichos no deja de venir del mismo sitio, de gente diferente que decide no hacer lo mismo que el resto del grupo, que rechazan el seguir los horarios del sol y aprovechan la noche para irse al bosque de juerga. Aquello la gente “decente” no lo entendía, con lo que empezó a especular si no harían alguna maldad terrible como transformarse en la criatura a la que más se temía en los pueblos: el lobo. Instinto Animal es un recopilatorio de relatos sobre mujeres que se transforman en lobas y en criaturas diversas, con historias que van pasando por distintas ambientaciones y géneros como el drama, la comedia, el misterio o hasta los superhéroes.
Sí, he dicho superhéroes, porque en “Entretelas de Justicia” Leticia S. Murga cuenta una historia que empieza con referencias directas a Batman o Spiderman y que por momentos se parece más al Diario de Guerra del Punisher de Mike Baron, con la diferencia de que aquí hay gente que se transforma en bichos. También hay lugar para la sátira con “Animalandia” de Manu Riquelme, con un protagonista que recuerda poderosamente a un Jordi González o a un Jorge Javier Vázquez más preocupado por el dinero que por lo ético de su programa, que en esta ocasión es un reality show con animales. Otra historia que me ha llamado la atención es “Cloro” de Paz Alonso, todo un “Alguien voló sobre el nido del cuco” pero con un asilo de mujeres que se transforman en animales, vampiras y demás fauna fantástica.
También hay homenajes a clásicos como “La Mujer Pantera” en relatos como “Cat People” de Diana Gutiérrez, en el que se viene a dar una variación sobre la historia original del film (que por cierto, más vale que veáis antes de leer el relato, que os conozco). O “La Metamorfosis de Gregoria Sánchez”, en la Álex Hernández-Puertas recoge el planteamiento de Kafka y se monta una comedia con un desenlace un tanto más optimista que el del pobre Gregor Samsa -siempre pensé que Kafka necesitaba salir más, menudo amargado estaba hecho-.
Muchos relatos buscan el meterte dentro del animal, mediante una sinestesia que creo que donde mejor se da es en “Canciones de cuna para lobas tristes”, una historia de Víctor Selles sobre dos lobas que se transforman en mujer con el lado oscuro de Hollywood como trasfondo; y es que el autor contrasta el punto de vista de un personaje humano rechazado por los oropeles con el desarraigo de dos lobas expulsadas de su propia manada y que tampoco encontrarán nunca su felicidad. En “La Promesa” tenemos otra historia en la que Rocío Vega tampoco quiere darles paz a las criaturas de la noche y nos viene a contar el encuentro de la protagonista con una niña-mujer salvaje que le revelará unos cuantos datos interesantes sobre su pasado.
El resultado final de esta antología de la Editorial Café con Leche es el de una exploración del mito de la mujer bestia que en ocasiones sorprende (en algunos relatos hay transformaciones francamente sorprendentes) pero que en ocasiones no lo hace porque el misterio está precisamente en que un personaje se transforma en bicho, y viniendo el relato en un libro lleno de licántropas y demás fauna se pierde la sorpresa por completo. En cualquier caso estamos ante una antología con unos cuantos relatos realmente disfrutables y que en algunos casos tienen planteamientos muy interesantes que hasta merecería la pena recuperar en un relato más largo.