Leaving Megalopolis es un cómic que Gail Simone y Jim Calafiore financiaron a través de Kickstarter hace unos años. La cosa era continuar «espiritualmente» el trabajo que ambos habían ido realizando en DC Comics con Secret Six, pero el resultado acabó siendo algo bastante más sórdido, porque a ratos parece una extraña mezcla entre Crossed, Walking Dead y The Authority, un combinado que queda un tanto anacrónico respecto a lo que se está publicando hoy en día…
Porque si hace relativamente poco M’Rabo nos hablaba de Huck y de como Millar renunciaba a la ultraviolencia que tanta fama y dinero le había dado durante casi toda su carrera, Leaving Megalopolis era todo lo contrario. La historia (que no tiene que ver nada con Un Mutante en Megalópolis, cómic que nunca me cansaré de recomendar) nos cuenta como en la susodicha ciudad todos los superhéroes se vuelven locos después de pelearse contra el primo Cthuliano de Starro, y deciden ponerse a matar gente en plan cafre. Así, Simone trata de buscar un enfoque interesante a la historia haciendo que los protagonistas de la trama sean los civiles que tratan de sobrevivir como pueden y escapar de una ciudad en cuarentena de la que los propios superhéroes han prohíbido huir. Vamos, que básicamente nos estan contando una historia de zombies hijos de puta (Crossed) en la que los superhéroes ahora gobiernan la ciudad según su capricho (Authority) y el centro de todo son los supervivientes (Walking Dead y en general todo el género zombie).
Decidme si os suena esta historia: la protagonista es aparentemente una policía un tanto sociópata a la que se le van pegando varios supervivientes buscando que les defienda mientras ella misma trata de superar sus propios traumas y fantasmas del pasado. A lo largo de la historia iremos descubriendo más y más detalles sobre lo que les ha llevado a todos a ese punto mientras el grupo avanza en su peregrinación para escapar de la ciudad. Por el camino muere gente, los ex-superhéroes se vuelven cada vez más bordes y psicópatas y en general hay sangre y visceras. Paradójicamente, a ratos Simone hace reflexiones sobre el género superhéroico y de una forma un tanto hipócrita critica que los superhéroes se hayan vuelto tan oscuros a pesar estar mostrando en ese mismo momento una versión retorcida de Superman con medio cerebro al aire y que machaca contra el pavimento la cabeza de un Flash zombie. Y probablemente ése sea el mayor problema de Leaving Megalopolis, que se le puede perdonar la falta de originalidad y esa extraña vocación de venderse como «versionable por Hollywood», pero lo imperdonable es que el propio cómic no sepa de que va y no se centre en su discurso.
Sin embargo y pese a todos estos defectos, por lo visto la autopublicación de Leaving Megalopolis acabó saliendo bien, con lo que Simone y Calafiore han conseguido continuar la historia y hace un par de semanas salió a la venta de la mano de Dark Horse «Surviving Megalopolis», serie regular en la que los superhéroes hijos de puta siguen haciendo el ídem y los supervivientes que escaparon al infierno tratan de sobrevivir al estrés postraumático mientras otros toman un papel más proactivo (y por el camino se copia el argumento de Parque Jurásico III, lo cual me parece tremendamente desafortunado). Mi conclusión es que no puedo recomendar este cómic más que a fans de Crossed o The Walking Dead, aunque le vendría bien algo de sentido del humor cafre al estilo Marvel Zombies o, directamente, que Gail Simone deje de criticar a los superhéroes oscuros haciendo una cosa más siniestra todavía.