Years of Future Past es otro de los crossovers de Secret Wars, esos que te cuentan como otra de las provincias de BattleWorld lleva envuelta eternamente en un crossover de esos que al Universo Marvel le duró un puñado de meses. En este caso hablamos de Años del Futuro Pasado, un mundo en el que Dias del Futuro Pasado siguió unos cuantos años más… Pero en realidad eso da igual, porque os voy a hablar de otra cosa:
Y es que Years of Future Past no me parece un mal cómic. Dentro de toda la morralla, la historia protagonizada por una hipotética hija de Kitty y Peter Rasputin tenía sus puntos interesantes, y aunque no aprovechaba todas las posibilidades que le podía dar el mundo en el que se enmarcaba, la guionista Marguerite Bennett parecía tener interés en contar su propia historia. El final del primer número venía a dar a entender que en el segundo, después de que los protagonistas cabrearan más de la cuenta a Los Centinelas, las cosas irían a peor para todos porque los Doomsentinels se les iban a echar encima, y esos no dejan de ser robots creados por el Doctor Muerte que probablemente aguantarían más asaltos que un centinela de toda la vida. Pero los protagonistas huyen de los Muertinelas (jojo) nada más empezar el segundo número, y no reaparecen casi hasta el final del cómic.
Pero no me quejo, ¿eh? Quiero decir que la guionista aprovecha para explorar el trasfondo de los personajes y desarrollar un poco el entorno en el que se mueven, y todo va bien hasta que de repente y sin venir mucho a cuento, Coloso se encuentra con su hija y ocurre esta viñeta:
¿Que carajo ha pasado aquí? ¿Era el dibujante (Mike Norton) muy vago y pasaba de dibujar seis viñetas de Coloso gesticulando y su hija mirándolo con cara de susto o qué? Lo peor es que el discurso no viene muy a cuento, y si lo eliminas del cómic casi no se nota. Esta claro que a última hora se les debió de caer una página de publicidad y tuvieron que rellenarla con algo, y por eso nos han plantado una página de discurso. Lo peor de todo es que estoy totalmente de acuerdo con el discurso, porque cada vez veo a más gente diciendo -y creyendo a pies juntillas- que la gente debería tener que sacarse una licencia para ser padre. También hay otros animalicos que van por ahi diciendo la fascistada de que para votar habría que aprobar un examen, y tal y como dice Marguerite Bennett por boca de Coloso, todos empiezan diciéndolo en plan de coña pero al final uno se lo cree y es el que puede que la líe. Insisto, estoy completamente de acuerdo con el discurso y me alegro de que Bennet intente trasladar ese mensaje. El problema es la forma.
Es que esta es la misma tontería que las series de animación estadounidenses de los 80, aquellas que acababan con una especie de moraleja en la que los protagonistas aconsejaban a los niños que no bebieran lejía, no metieran los dedos en el enchufe o que la policía es tu amiga. Eran mensajes que, lejos de que en la mayor parte de los casos fueran obviedades y estuvieras de acuerdo o no con ellos, no pegaban nada. Los niños no son idiotas, y se daban cuenta de que eso era un pegote, de que eso era «didáctico». Y si hay una forma de perder la atención de una audiencia es darles la impresión de que les estas dando una clase, tener una actitud paternalista o simplemente explicar algo como si fueras un profesor de primaria. El discurso de Peter es largo, apesta a discurso y encima esta dado por el padre de la protagonista mientras le coge de la mano y la mira con ojos paternales. Y para colmo esta rematado por un un abrazo entre padre e hija y un «Sí que lo he entendido, papá». Cojonudo.
Soy un ser humano con mi propio cerebro, y sé que a veces lo utilizo mal o hasta no lo uso todo lo que debiera, pero si algo sé sobre los seres humanos es que si se dan cuenta de que tratas de convencerlos de algo, no vas a convencerlos ni de coña. Que yo estaba totalmente de acuerdo con ese discurso -lo que se dice popularmente «predicar al coro»- pero al leerlo he sentido rechazo y unas ganas irresistibles de llevarle la contraria. Sí, soy rebelde porque el mundo me ha hecho así y blablabla, pero esto hace que me de cuenta de que autores como Denny O’Neil o Steve Englehart en los 70 fueron capaces de introducir mensajes sociales dentro de sus cómics sin crear este rechazo. Que JM DeMatteis o Roger Stern lo hicieron en Capitán América de mejor o peor manera, pero tampoco me sentí «adoctrinado». Y de repente me despierto hoy en día y veo que la mierda de moralejas del Inspector Gadget me las cascan en mitad de un cómic sin la menor diplomacia. Y que esto no es ninguna novedad, porque Bendis en los últimos cinco años se ha puesto hacer eso mismo y en vez de sacarte dos personajes respondiéndose con monosílabos ahora pretende darnos clases de tolerancia a base de que Kitty Pryde de un discurso, cuando Chris Claremont ya había dado esas mismas clases en la serie a lo largo de quince años sin que nadie se diera cuenta, y precisamente por eso su mensaje acabó calando.
Repito para que nadie se equivoque, estoy a favor de que los cómics sean didácticos, que nos enseñen cosas y valores. Que nos cuenten desde que es un dinosaurio o la teoría de cuerdas hasta a respetar a tu vecino y dejar que se enamore de quien quiera. Me parece bien, me parece estupendo. Pero si vas a hacerlo no tomes a tu lector por idiota. Porque cuando canta tanto tu mensaje «encubierto» y lo sueltas de forma tan descarada, el efecto que consigues es todo lo contrario, y hasta puede que se radicalice en la postura contraria. Y eso es un problema, porque fomentar los radicalismos es de idiotas o de indeseables.