Llega un momento en la vida en el que tienes que darte cuenta de que hay que parar. De que la ira se te va a comer por dentro y que, por mucho que Marvel ultimamente sólo nos traiga desgracias -¡se han cargado todo el multiverso!- el trauma por la peli de Ultron tiene que terminar. Y entonces ves Ex Machina y te das cuenta de que película tenías que haber visto en vez de la segunda de Vengadores…
Porque Ex Machina es la primera película de Alex Garland, el guionista de 28 días después, y nos trae otra película que habla de inteligencias artificiales, de sentimientos entre humanos y máquinas y demás problemas filosóficos que se ha planteado la ciencia ficción desde antes de que a Asimov le diera por contarnos las desventuras de una doctora y sus robots. Ex Machina nos cuenta como Caleb, un programador de un famoso buscador de internet -Google- es invitado a unas vacaciones con el dueño de la empresa -el Señor Google, Nathan-. Pronto descubrirá que las vacaciones serán dentro de un búnker subterraneo con todos los lujos, y que su jefe tiene un proyecto muy especial del que quiere que él sea betatester: comprobar si una inteligencia artificial tiene sentimientos, descubrir si su nuevo robot está «vivo».
No nos engañemos, la película nos vuelve a contar una historia de amor entre Caleb y el robot Ava, una IA recién nacida que poco a poco va interesándose más sobre la vida de su interlocutor y «humanizándose» más, creándose entre los dos una historia de amor que nos remite a películas que todavía tenemos recientes como Her, en la que se contaba el romance entre Joaquin Phoenix y el Windows 37 (que tenía la voz de Scarlett Johansson, pero seguía teniendo delito). En Ex Machina se nota que Alex Garland conoce el género y no comparte la ingenuidad que Spike Jonze mostraba en su película, con lo que se afrontan de cara muchas de las inquietudes que ha tenido la ciencia ficción sobre el concepto de inteligencia artificial sin caer en el tópico como si lo hacía Chappie, una película que se estrenó más o menos a la vez que Ex Machina y que no dejaba de ser un remake de Cortocircuito.
Sin embargo -y aquí es donde empiezo con los spoilers- Alex Garland no busca hacer una película sobre la singularidad, sobre la máquina que es capaz de reconstruirse a su misma hasta llegar a una -hipotética- inteligencia infinita. Ex Machina se limita al test de Turing, a mostrarnos como una IA trata de engañar al su examinador -y al espectador- simulando sentimientos y afecto, de como hace todo lo posible para escapar. Ava es una máquina capaz de engañar a Caleb, y así es como para el final de la película consigue escapar y acabar con su cautiverio. Algunos me dirían que Ava si que debía estar viva para que buscara esa libertad, pero el propio Nathan nos descubre que dentro de la programación del robot está la idea de salir de su prisión, que ella es como una rata dentro del laberinto. Sin embargo, éste es un punto de la historia que no acaba de cuadrarme, con un Nathan que es consciente de que Ava es capaz de provocar cortes de energía en todo el edificio y que aun así no detiene el «experimento», aun a sabiendas de lo que son capaces estos robots con tal de escapar.