DC retira una portada porque un grupo de gente la considera ofensiva. En Francia un cómico es condenado por apología del terrorismo por decir -más o menos- «Je suis Charlie Coulibaly», en clara alusión a la masacre de Charlie Hebdó y a Amdey Coulibaly, el tipo que dos días mas tarde trataría de imitar la matanza en un supermercado judío. En el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona se retira una exposición porque una estatua muestra a un tipo que parece Juan Carlos de Borbón siendo sodomizado por una líder sindical boliviana, ¿cuál es el límite del mal gusto? Vayamos por partes y ante todo perdonadme por el offtopic, pero dada la situación creo que es más que necesario recordar un par de cosillas sobre la libertad de expresión y el papel del arte en la historia de la humanidad…
Empecemos por Dieudonné M’Bala, el cómico francés que ha sido condenado a dos meses de prisión por escribir «Je me sens Charlie Coulibaly», que viene a significar literalmente «Me siento Charlie Coulibaly»; se sentía Charlie Hebdó, pero también entendía el dolor que suponía caldo de cultivo en la población musulmana para esta locura. Diedounné es un bufón, un payaso, alguien que hace humor irreverente para un público muy determinado, y en su caso ese público es la comunidad musulmana de Francia. Sus chistes están llenos de humor negro, de mala leche, el equivalente musulmán de Padre de Familia y no están destinados a los franceses cristianos, porque en muchas ocasiones ni siquiera entenderían sus chistes. Diedounné ha dicho auténticas animaladas, pero sigue siendo un bufón, alguien que trata de decir la gran burrada para que todos nos riamos; el problema es que ese bufón trabaja para una comunidad inmigrante, para los hijos de unos inmigrantes que ven como la sociedad les está jodiendo vivos. Así que mientras nosotros nos reímos con chistes como «-¿Que le dice un niño somalí a otro? -Pásame los gusanitos», Dieudounné ha hecho chistes con las decapitaciones de ISIS. Sí, suena fuerte, es tremendo, ¿pero cómo le puede sentar nuestro chiste de los gusanitos a un somalí que ha visto morir a su familia? Nosotros nunca contaríamos ese chiste delante de él, claro, ¡pero Dieudonné tampoco ha pretendido contarnoslo a nosotros, porque no somos su público! En la Edad Media había una ley no escrita que obligaba a los reyes a dejar a los bufones soltar todo lo que quisieran; sabemos que los reyes se los seguían cargando igual, pero por lo menos existía la intención de respetar a los bufones.
A la vez, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona se carga una exposición entera sólo para retirar esa estatua que podéis ver aquí arriba. En el fondo no es muy distinta de la celebérrima portada de El Jueves en la que se le veía a Felipe de Borbón haciendo niños con su señora, aunque en este caso tenemos una escultura de bulto redondo con sexo interracial y bestialismo. La obra viene firmada por Ines Doujak y John Barker, y pertenece a la serie «Loomshuttles, Warpaths», la cual estudia la relación entre Europa y América Latina a través de la industria textil andina, cómo esa relación históricamente ha sido asimétrica (lo sé, pero el eufemismo no es mío) y como las políticas coloniales han venido a ser sustituidas por un neocolonialismo económico que… Oh bueno, que os estáis preguntando que carajo es esa estatua. Básicamente intenta ir con el tema de la exposición -La Bestia y el Soberano- y presentarnos un norte personalizado en Juancar, un Soberano semidiós líder colonial siendo sodomizado por un sur, una Bestia esclava de ese norte que no atiende a derechos divinos ni gaitas, y que a la hora de la verdad también es sodomizada por la propia naturaleza que el soberano devora y… Vamos, que es una crítica al neocolonialismo bastante clara y bastante fácil de entender, un chiste muy gráfico. Pero a los mandamases del museo -esos señores calvos con corbata que solo entienden de arte cuando se tienen que sacar una foto en la inauguración- les entraron sudores fríos al descubrir la existencia de la pieza, trataron de quitarla y el MACB se negó, con lo que se cerró la exposición; otra vez no le dejamos al bufón contar su chiste porque no nos hace gracia.
Finalmente llegamos al terreno conocido, al de Batgirl atacada por el Joker, el de Batgirl llorando impotente ante el mismo Joker que la dejó inválida y la desnudó sólo para torturar a su padre. Aquí no hay chiste y en realidad es un problema de estupidez humana distinto a los anteriores; No voy a extenderme mucho al respecto -ayer en los comentarios del post de M’Rabo ya dejé claro que el verdadero problema está en que Barbara Gordon es Oráculo y no la niñata que sacan estos cómics ahora- así que voy a centrarme en la única crítica coherente a esa portada que he visto en medio de toda esta tormenta de argumentos peregrinos y estúpidos -desde «la vagina sangrienta en la boca de Barbara» a «no veo ningún problema en que Batgirl esté llorando»-; la de que DC lleva meses promocionando la serie como un producto para «Young Adults», para niñas postadolescentes (valga la contradicción) ignorando que la historia del personaje es una de las más tortuosas del universo DC. Ninguna superhéroina de la editorial ha sido maltratada y vejada de tal forma, y esa portada ejemplifica claramente ese bagaje. Sin embargo, esa portada no funciona con la Oráculo que nosotros conocíamos -le habría partido la boca- ni con la Batgirl de ahora -se habría desmayado, aunque sus fans creen que le habría plantado cara, los muy ilusos-, con lo que tenemos una portada que no funciona. Pero si me preguntáis cual es el verdadero problema de esta portada, creo que lo mejor es que veáis la siguiente imagen…
¿Alguno es capaz de decirme que Ellen Ripley no tiene más cojones que cualquiera de los presentes? O, perdón, ¿que no tiene los ovarios como cocos? Ahí véis en una foto a Ellen Ripley llorando paralizada de terror ante una muerte segura, y no ha perdido su dignidad ni nada parecido. Ese Alien, ese xenomorfo malnacido también la ha violado (de hecho la ha preñado con un huevo, lo cual me recuerda que hace treinta años a toda la Patrulla X también le hicieron algo parecido) y Ellen Ripley no perdió ni un milímetro cúbico de su dignidad. Porque claro, si Schwarzenegger llora delante de Thulsa Doom, es una nenaza, un emo o algo peor; y ése es el problema que tenemos actualmente y los dos bandos de esta estúpida guerra se han empeñado en ignorar, que tenemos una galería de héroes y villanos incapaces de sentir miedo, dolor o algo parecido. Que Batman se pare a llorar aterrorizado de terror esta fuera de personaje, porque no hay nada que lo pueda romper hasta ese punto. Que lo haga Spiderman tampoco, porque Spiderman nunca se rinde. Capitán América menos, porque es el espíritu combativo que… ¿Se puede saber que puñetero superhéroe tendría eso dentro de si mismo? ¿Con cuál podemos contar una historia de terror que acojone de verdad? ¿Cómo va a mantener Drácula su dignidad, si cualquier personaje de Marvel o DC tiene más mili que todo el desembarco de Normandía? El personaje que llora o siente miedo ya ni siquiera es mujer -empowerment, empowerment-, ahora tiene que ser un secundario, un crío -esos sólo saben sentir miedo o ser raritos como Valeria Richards- o el típico personaje que lleva escrito en la frente que va a morir o «rescatame». No nos engañemos, lo de esta portada de Batgirl es un problema de machismo, pero no un problema que se arregle haciendo más guays a los personajes femeninos, si no creando personajes más humanos, más vulnerables. Booster Gold y Blue Beetle son personajes cómicos, dos auténticos tarados pero que nos caen bien porque son humanos.
Pero la gente seguirá pidiendo empowerment de ese, seguirá exigiendo que todos los personajes sean un ídolo que adorar. Lo peor de todo es que seguirán pidiéndolo sin darse cuenta de que quieren todo lo contrario, y que fue el mismísimo Stan Lee el que dejó de crear semidioses para contarte la historia de un científico medio loco que metía en un cohéte espacial a la insustancial de su novia, al idiota de su cuñado y al borderline de su mejor amigo…