Batman Returns es la última película de Tim Burton en la serie y está considerada como la más personal de las dos entregas que realizó. Porque en realidad no es una película sobre Batman, si no sobre el Pingüino (nada que ver con el Oswald Cobblepot de los cómics) y Catwoman (menos que ver con la Selina Kyle que todos amamos y conocemos), dos personajes totalmente nuevos que Tim Burton se saca de la manga y sobre los que gira toda la trama.
Empecemos por el principio, con ese bonito flashback en el que nos cuentan que Oswald Cobblepot fué un bebé deforme nacido en el seno de una de las familias más acomodadas de Gotham, que decide echarlo al río porque les da asco y vergüenza. Obviando las referencias bíblicas (con los pingüinos del zoo adoptando a Oswald como los judíos adoptaron a Moisés), se supone que el Pingüino nos tiene que dar pena porque sus padres lo tenían encerrado y lo despreciaban, pero a la vez Burton nos enseña que el «angelito» se carga a un gato, dando a entender que la criaturita solía tener episodios violentos bastante graves. Si tu hijo es capaz de matar a tu gato y es un peligro público… ¿No deberías mandarlo a Hermano Mayor o algo parecido? O al reformatorio, ya puestos. Lo que no puede ser es que al espectador trates de provocarle sentimientos de lástima por un crío que mata gatos…
Con Max Shrek volvemos a la misma que con Axis Chemicals en la primera película, anda que no hay millonarios podridos en Gotham que usar para esta historia como para inventarse a uno que encima va disfrazado de Bethoven; por lo visto Burton creía que lo mejor era disfrazar a todo el mundo como si fuera gente del siglo XIX en los años 40, una locura. Un dia tengo que hablaros de la película de Dick Tracy, y como copió todo lo malo del primer Batman de Burton…
La escena de la invasión de Gotham por parte de una banda de payasos asesinos dio pie a la mayor parte de los niveles del Batman Returns de Konami, un juego muy sobrevalorado pero que tengo que reconocer que me gustó bastante en su día. Lo que me molesta de esta escena no es que Burton siga sacando sus frikadas de gótico, lo que me molesta es que en esta escena Batman siga matando a todo lo que pilla por delante y hasta disfrutando con ello. En una película en la que ya me has enseñado que uno de los villanos principales fue abandonado por sus padres por ser feo y matar gatos, no es buena idea que tu héroe sea mostrado como un adicto a la violencia. Peor aún es que para el final de la película Batman haga todo lo posible para que Selina no mate, y sin embargo él mate los payasos a pares.
Michelle Pfeiffer hace todo lo que puede en su papel de Selina Kyle, y hay que reconocer que saca petróleo con la mierda de líneas que le dan. Pero es que Michelle es muy buena, y consigue hacer soportable la transición de Selina de tímida secretaria a loca de los gatos. Que por cierto, nunca entendí que Selina reventara la clave del ordenador de su jefe y acto seguido se lo contara, revelándole que sabe de sus planes secretos para conquistar la ciudad y tal. Hasta los mayores fans de Batman Returns tienen que reconocer que los hay idiotas, y luego está esta Selina Kyle… Y el plan de Shrek es maravilloso, una central energética que en realidad no produce energía, si no que la absorbe y almacena como una batería gigante… ¿Para qué? Y que cojones, si absorbe la energía digo yo que la pagará, ¿no? Y si la paga, ¿que puñetero problema hay? ¿Tan dificil era decir que Shrek estaba robando el fondo para viudas y huérfanos de la policía de Gotham o algo parecido?
Otra de las cosas que me revienta de esta película es lo mucho que basa sus diálogos en el Batman de Adam West, introduciendo chistes malos a los que hasta Batman sigue el juego. Ya no estamos ante un intento de hacer un Batman oscuro, esto ya es puro cachondeo:
-Me tienes envidia porque soy un freak de verdad, y tu para eso tienes que llevar una máscara.
-Igual tienes razón.
-Pero a la hora de la verdad… ¡Yo llevo el paraguas!
¿Pero que podemos esperar de una película que en vez de basarse en Año Uno se basa en un par de capítulos de la serie de Batman de Adam West en los que el Pingüino se presentaba para alcalde? Y así funciona la película, de una forma totalmente caricaturesca y con un Pingüino al que se le puede torear con un simple pescado. Lo de que el señor Cobblepot comiera pescado crudo (previamente deshuesado y destripado, eso sí) daba bastante asco en 1992, pero hoy en día hay suficiente gente comiendo shushi como para que la cosa no parezca tan grotesca (aunque a mí me siga dando bastante asco, para que negarlo).
De Danny DeVito poco puedo decir, más allá de que es otro actorazo que tiene los mismos problemas en ésta película que Michelle Pfeiffer. El diálogo del pingüino sigue gozando del mismo sentido del humor ya mencionado más arriba, y no deja de ser un títere de Max Shrek y de sus bajas pasiones. Uno podría pensar que siendo Burton como es, podría sentir algo de simpatía por el freak, pero en esta película es todo lo contrario, el circo de monstruos son auténticos monstruos y deciden cargarse a todos los niños primogénitos de la ciudad sin cortarse un pelo (aunque el payaso gordo si se queja del asunto y recibe un severo correctivo por ello).
Podría seguir hablando de la relación sadomasoquista entre Batman y Catwoman, de lo idiota que es Batman metiéndose de cabeza a la trampa del Pingüino o el absurdo de añadir un ruido de desatascador a la escena en la que Bruce Wayne se arranca la máscara delante de Selina, pero… ¿De verdad tiene sentido? La película nunca sabe de que va ni que quiere contar, siempre pensé que iba más sobre Catwoman y el Pingüino que sobre el propio Batman, pero ahora me da la sensación de que su principal problema es que no es una película sobre nadie, ni sobre los planes megalómanos de Shrek, ni sobre la liberación de la mujer o los problemas de adaptación de un sociópata. Llevaba muchos años sin ver los Batman de Tim Burton y el repasarlos ha provocado que cambie totalmente de opinión. Solía pensar que la primera de Batman era un producto de estudio con el pobre Tim Burton sometiéndose a sus tiránicos productores (siendo uno de ellos Jon Peters, te puedes imaginar que la cosa debía de ser terrible), pero ahora creo que aquello fue una bendición, y que aquellos productores mantuvieron a Batman a salvo. Lamentablemente, para la segunda parte le dieron el control a Burton, que llenó la película de su estética pseudogótica vacia de cualquier contenido y acabó perpetrando este esperpento. Empiezo a tener miedo de que podría pasar si empiezo a repasar otras películas de Burton que ví hace veinte años, pero de momento vamos a quedarnos con que Joel Schumacher no fue el primero en reintroducir las «humoradas» de Adam West en Batman.
Puto Tim Burton…