Lo habíamos dejado ayer con Magneto fracasando como director de la escuela de Xavier y siendo responsable en parte de que una horda demoniaca invadiera durante una noche todo Manhattan, algo que en los cómics de hoy en día no tendría la menor trascendencia, pero que hace quince años solía provocar que los personajes sufrieran o, como es el caso, acabaran marcados de por vida:
Inferno será el punto de ruptura total de Magneto con los Nuevos Mutantes, los chavales lo mandan al cuerno y el hombre acaba asumiendo su fracaso. En un giro que apesta a presiones editoriales, Magneto empieza poco a poco a volver a su traje de supervillano y a decir que «si la humanidad va a atacar a alguien por cojones, prefiero que me ataquen a mí que a la Patrulla X o a los Nuevos Mutantes», con lo que empieza a tratar de atraer el fuego haciéndose pasar otra vez por terrorista terrible. El último clavo del ataúd lo pone Jim Lee: el nuevo niño bonito de Marvel quiere dibujar una pelea de Magneto contra los X-Men, con lo que Claremont se ve obligado a deshacer todo el camino andado y a fabricar un malentendido que vuelva a enfrentarlos. La marcha de Claremont justo después de esa historia -durante la que Magneto se inmola en un paralelismo curioso con la carrera de Claremont- dejaría el personaje completamente expuesto a la barbarie de los 90, con lo que lo peor estaba por llegar…
Fabian Nicieza y Scott Lobdell no saben ni quién es Magneto ni que hacer con él, asi que cosa de un año después de la marcha de Claremont Magneto reaparece convertido en un psicópata sanguinario. Es la época de la serie de animación de X-Men, y en ella Magneto no deja de ser un psicópata sanguinario que va soltando discursos para autojustificarse, asi que el personaje debe parecerse a eso y, lejos de tratar de contarnos una historia o algo parecido a una, Nicieza le da a la gente lo que quiere a base de apelotonar escenas de gente pegándose con la boca y los ojos desencajados, con lo que esa reaparición de Magneto es recordada por «aquella vez en la que le quitaron el adamantium a Lobezno» y «cuando el Profesor Xavier se puso un exoesqueleto de combate y le borro la mente a Magneto». Magneto ya vuelve a ser un psicópata, cumpliéndose a rajatabla la teoria de Mark Waid sobre el archivillano de una serie: sea quién sea, venga de donde venga, debe ser el mal encarnado y no tiene alma.
Y a partir de aquí todos son bandazos; Magneto reaparece como un emo amnésico -Joseph- que parece el protagonista de un Final Fantasy, luego se descubre que ese Magneto no era Magneto y que el de verdad ha vuelto muy cabreado, luego Magneto se hace rey de un país de mutantes -Genosha-, el país es destruido y a Magneto se le da por muerto, luego Magneto reaparece con las pintas de la peli de Bryan Singer y trata de conquistar Nueva York para acabar siendo asesinado por Lobezno, luego reaparece en Genosha diciendo con toda la calma del mundo que el que quiso reventar Nueva York era un impostor, para poco después irsele la olla de mala manera durante House of M. Después del evento ese -en el que el universo es reformado por la Bruja Escarlata para que Magneto sea el rey del mundo, nada menos- se le pierde la pista a Magneto hasta que se vuelve a unir a la Patrulla X porque Cíclope ha montado un ghetto mutante y éso a él le encanta (¡y me dirán que la etapa de Fraction en Uncanny X-Men no es la peor desde la de Lobdell!).
Y más o menos así estábamos ahora, con Magneto en una especie de libre afiliación con la banda terrorista de Cíclope -que ha declarado la guerra a la humanidad y esta muy loco- y teniendo una serie propia en la que se dedica a cazar nazis antimutantes. La serie está entretenida, y casi todos los problemas que tiene vienen heredados de las estupideces que se han hecho con el personaje a lo largo de todos estos años. Para mí, Magneto ha perdido toda su verosimilitud. El personaje ya no solo no es creíble, si no que llega hasta a ser molesto. Su papel en Avengers VS X-Men o en los X-Men de Bendis ha sido totalmente irrelevante, una sucesión de intentos de hacernos creer que el personaje importa pero con historias que se resuelven sin que su presencia tenga ninguna importancia. Y sí, ha llegado el momento de hablar del elefante rosa con el que Magneto comparte celda de psiquiátrico estos días…
Porque se acaba de revelar que Magneto no es padre de Mercurio y la Bruja Escarlata. Que no, que eso que nos contaron a principios de los 80 en Vengadores era todo mentira, que Magneto es escoria y en realidad no es padre de nadie. Sé que algunos de vosotros estais esperando que ahora empiece a cagarme en el juntaletras ese de Remender, en Alonso, en Quesada y en Perlmutter por un movimiento claro para «quitarle» personajes a la Fox y hacer inhumanos a Wanda y Pietro, pero me vais a perdonar que todo este asunto me la sople. Porque la idea de que esos dos fueran hijos de Magneto viene de un cómic nefasto de 1983 que lo introdujo de la forma más gratuita e innecesaria, con lo que aunque muchos hemos crecido tomando esa idea como una verdad absoluta, la realidad es que esa historia era mala a matar y un pegote chapucero para darle algo de importancia a la primera miniserie de La Visión y la Bruja Escarlata (la segunda sería un glorioso monumento al humor absurdo, pero de eso ya habló M’Rabo en su día).
Asi que aquí me teneis, cansado y derrotado por los elementos tras años de ver como Magneto, un personaje que me gustaba, ahora es una fotocopia desgastada de lo que era, un juguete roto que nunca volverá a funcionar caiga en las manos del guionista que caiga. Mañana seguramente caiga la furia de M’Rabo sobre el universo cinematográfico de Marvel, y lo mismo que hasta defienda la primera miniserie de La Visión y la Bruja Escarlata -después de todo es de su adorado Bill Mantlo-, pero en realidad nunca vino a cuento que fueran sus hijos, y aunque a estas alturas y después de que Young Avengers y otras series certificaran con pelos y señales que Magneto era el padre de esos dos, como que ya da igual. Todo lo que haga Magneto no me lo voy a poder creer, porque como lector ya no sabes ni quién es Magneto. Y lo mismo va por la pobre Wanda, que a día de hoy es una máquina portatil de puñetazos contra los muros del multiverso, una fuerza viva del retconeo cuya personalidad borderline sólo sirve de mcguffin cósmico. En cualquier caso, tenemos que felicitarnos porque la cosa podría ser mucho peor, porque podemos dar gracias de que Joss Whedon sea un tipo coherente y su versión de Wanda y Pietro no sea la de Ultimate… Porque os aseguro que la Fox lo habría hecho sin pestañear.