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Magneto, crónica de un juguete roto de Marvel (I): Cuando Magneto todavía molaba

Hace un par de semanas presentaron a Magneto como nuevo personaje del Marvel Heroes Online, y alguno se preguntó cómo era posible que te dejaran jugar con un genocida. Que a nadie se le pasaría por la cabeza ponerte a manejar a Craneo Rojo o a Adolf Hitler. Y la semana pasada, Marvel directamente dijo que Mercurio y la Bruja Escarlata no son hijos de Magneto. Visto el percal, uno empieza a preguntarse si Magneto sigue siendo Magneto, o si es que me lo han matado…

¡Aquí es donde empezó a romperse!

Para mí un juguete roto en este contexto se referiría a un personaje al que lo han mareado tanto con retconeos y demás decisiones editoriales controvertidas, que el personaje al final acaba por perder su identidad. Es la única forma de «matar» realmente a un personaje, porque en el contexto del universo en el que se mueve es dificil que pueda volver a ser el que era. En el caso de Magneto, lo que ha pasado es que el personaje ha ido desde ser el villano maniaco y psicópata de los primeros tiempos de Lee y Kirby, al tipo de moral ambigua y un punto de nobleza -no mucho- de la etapa de Thomas/Adams, hasta llegar por fín a la etapa de Chris Claremont y comenzar su camino hacia la redención.

Magneto en otros tiempos mejores, al margen de que el traje fuera horroroso.

Yo me crié con Michael Xavier, con el Magneto redimido. Sí, a ratos llevaba un traje feísimo que diseñó Romita Jr un día que iba tremendamente perjudicado por la noche anterior, pero el personaje tenía identidad, caía bien. Desde el momento en el que Claremont cogió el personaje, tanto él como sus colaboradores Cockrum y Byrne tuvieron claro que Magneto tenía que ser tan importante en la serie como Xavier, y que era un personaje al que había que tratar con mucho respeto. Atrás quedaba la sobrexposición del personaje en los primeros números de la serie, con lo que de repente el Amo del Magnetismo empezó a espaciar bastante sus cada vez más demoledoras apariciones. Magneto ya no era derrotado, quedaba terminantemente prohíbido que perdiera. Claremont lo mantuvo invicto durante ocho años, tratando de profundizar en la psique del personaje y entender realmente que lo movía a querer conquistar al Homo Sapiens.

¡Ojo que este Magneto es mil veces más coherente que el Scott Summers de hoy en día!

Así fue como finalmente y tras varios años de cierta ambigüedad entre el bando de los buenos y el de los malos, los lectores descubrimos que Magneto es un superviviente de los campos de concentración nazis; con ello se justifican en parte sus años locos -también se habla de que su cerebro estaba muy perjudicado por abusar de sus poderes- y así se hizo más verosimil que renunciara a sus planes de dominación mundial mutante y hasta se uniera a la Patrulla X. Y es que así era la Uncanny X-Men de la era Claremont, una serie de la que uno no sabía ya ni que esperarse. Magneto no tardaría en liderar la Escuela de Xavier, encargándose de la educación de los Nuevos Mutantes y llegando a ser uno de los protagonistas de la serie.

Magneto estaba llamado a ser el líder de la escuela, pero la cosa no duraría…

Y es que -desafortunadamente- se suele pasar por alto el trabajo de Claremont y Louise Simonson en New Mutants, pero es allí donde se puede ver mejor al «Magneto bueno». Desde su desafortunada toma de contacto con los Nuevos Mutantes -el grupo vuelve de un viaje muy largo y se encuentra que el Profesor Xavier los ha abandonado y en su lugar ha puesto al exterrorista mutante- hasta la muerte de Doug Ramsey, el Amo del Magnetismo se ve completamente superado por los quinceañeros. A lo largo de la serie y a pesar de sus prohibiciones, los Nuevos Mutantes no paran de escaparse de la mansión para meterse en líos, de los cuales Magneto no suele darse cuenta hasta que los chavales vuelven a casa. La gota que colmaría el vaso sería la muerte de uno de los chavales, la cual el pobre hombre se tomaría como un fracaso personal y lo marcaría a partir de entonces… O más bien no, porque veinte años después Doug resucitaría y a nadie se le pasó por la cabeza que se reencontrara con Magneto, a pesar de que por aquella época todos los mutantes vivían en una isla en la bahía de San Francisco. Pero que no, que la continuidad debe de ser un lastre y hay que dar libertad absoluta a los tarugos más grandes.

¡Si creías que los X-Men sufren es que no has visto a los Bebes X!

Magneto tratará de encerrar a los Nuevos Mutantes pero eso sólo empeorará la situación. Probablemente su último «éxito» con el grupo sería ayudar a Illyana Rasputín con una rebelión en el Limbo -es un poco largo de explicar-, la cual acabaría con Magneto prometiéndola que haría todo lo posible por ayudarla si la situación en un futuro se le iba de las manos. Lamentablemente sí que se salió la cosa de madre, y la pobre Illyana acabó desencadenando Inferno, ese crossover mutante de finales de los 80 que todo el que se saltó New Mutants nunca llegó a entender. Pero los que hicieron eso se lo merecen, por idiotas.

Llegaron a decir que Nuevos Mutantes y X-Terminators eran el «relleno», cuando eran el centro de la historia y la verdadera razón de la existencia del crossover.

Mañana seguiremos contando la espiral descendente de Magneto hacia la mediocridad y la irrelevancia, y nos daremos cuenta de que la influencia del cine y la TV sobre el personaje no solo viene de largo, si no que ha marcado hasta dejarlo inutilizado.

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