El mundo del comic no ha dejado de moverse desde que nació hace ya más de un siglo y son muchos los autores a los que su inconformismo les ha llevado a probar nuevas formas de contar sus historias. Entre todas esas formas nuevas (en su momento) de contar historias en el comic encontramos la muy discutida Novela Grafica, eso que nadie parece tener del todo claro lo que es pero de quienes muchos se adjudican su creación. Gil Kane es uno de esos autores a quienes se le atribuye ese merito y no sé si el mismo reclamo esa autoría o si realmente la merecería, lo que sí que tengo más que claro es que su Blackmark es una gran obra (la llamemos lo que la llamemos) y que merece la pena ser leída.
En un futuro post-apocalíptico en el que la radiactividad del holocausto nuclear había creado abominables criaturas, mutantes de inquietantes poderes y en el que la ciencia se consideraba algo demoníaco y proscrito, vivió Blackmark. Nacido fruto de una huida desesperada y un encuentro fortuito que cambiaría su vida para siempre, Blackmark fue huérfano, ladrón, esclavo, gladiador y rey. Armado con una espada fruto de la tecnología mas avanzada y con los secretos perdidos de la ciencia almacenados en su mente, Blackmark estaba decidido a unificar los reinos de la tierra… o a volverse loco en el intento…
Con Blackmark Gil Kane trato de hacer algo diferente, algo que algunos han considerado la primera “novela grafica”, pero como nadie parece ponerse de acuerdo sobre lo que es eso y yo no tengo ni tiempo ni ganas para discutir sobre el tema, vamos a quedarnos con que Blackmark era un hibrido extraño entre relato ilustrado y comic. En cierto modo recuerda un poco al Prince Valiente por el uso de los bloques de texto narrando la historia, pero al contrario que en la obra de Foster aquí las ilustraciones además contienen bocadillos de texto de dialogo. Esto al principio parece un poco engorroso o incluso redundante, pero después de unas páginas uno se olvida de esta peculiar forma de narrar y se deja absorber por la historia.
Y todo el merito de ello se debe al grandísimo talento de Gil Kane, quien en Blackmark combinó la estética (y la violencia y brutalidad) de los comics de espada y brujería de Conan que Marvel había comenzado a publicar un año antes, con un escenario de ciencia-ficción algo deudor del John Carter de Marte cuya versión en comic el propio Kane se encargaría de dibujar unos años mas tarde. Si, es el detallado dibujo de Gil Kane y la fuerza que era capaz de imprimir a sus escenas de acción uno de los mayores punto fuerte de Blackmark, pero eso sin desmerecer una historia (escrita y dialogada a medias con el gran Archie Goodwin) que supo combinar bastante bien dos géneros tan dispares y un héroe obsesionado con cumplir un destino que no le había sido marcado por los hados o los dioses, sino por algo más terrenal como la ciencia.
Pero para entender la creación de Blackmark hay que retroceder un poco. A finales de los sesenta Gil Kane ya era alguien realmente importante en el mundo del comic estadounidense, su trabajo con los superhéroes le había labrado una buena reputación sobre todo gracias a su colaboración en el relanzamiento de Green Lantern y Atom durante la Silver Age. Pero eso para él no era suficiente, Kane era un defensor de los derechos de los creadores en una época en la que estos no solo no podían quedarse con la propiedad de sus creaciones, sino que ni tan siquiera recibían royalties por su trabajo. Fruto de esas inquietudes nació en 1968 “His Name Is… Savage”, un primer intento por parte de Kane de combinar el comic y el relato ilustrado en un thriller de espionaje y ciencia-ficción para el que conto con la ayuda de Archie Godwin para pulir su guión y escribir los textos (bajo el pseudónimo de Robert Franklin) pero al que diversos problemas a nivel de distribución condenaron al fracaso y solo vio la luz el primer número.
Pero esto no desanimo a Gil Kane y tres años más tarde, en 1971 volvió a intentarlo con Blackmark. Este proyecto era algo más ambicioso, su idea original era la de publicar cuatro libros en formato bolsillo a través de la editorial Bantam Books con las aventuras de este nuevo personaje, pero cuando Oscar Dystel, el director ejecutivo de la compañía, vio el primer libro terminado le gusto tanto que amplio el contrato a ocho libros. Pero el ritmo de trabajo al que se vio sometido Kane con esto pudo incluso con él, que era considerado uno de los dibujantes mas rápidos de la industria, ya que tenía que alternar su trabajo en Blackmark (unas treinta paginas semanales) con trabajos para otras editoriales que le dieran de comer. Por todo ello tuvo que contar con la ayuda de unos cuantos amigos. Archie Goodwin volvió una vez más a ayudarle a convertir sus ideas en guiones y para el dibujo tuvo que echar mano de dos grandes talentos como Harvey Kurtzman y Neal Adams, quienes le ayudaron a completar algunas páginas.
Pero pese a que la idea era publicar ocho libros, la editorial dio marcha atrás al ver las pocas ventas del primer libro, algo de lo que Kane siempre culpo a la propia editorial. El trato al que Kane había llegado con ellos consistía en publicar los dos primeros libros al mismo tiempo para que tuviesen mayor presencia en los quioscos (Blackmark no se vendía en librerías) ya que Kane consideraba que de esa forma no se perderían entre la montaña de publicaciones que aparecían diariamente, y tras ver las cifras de ventas de ese primer libro, en la propia editorial consideraron que igual tenía razón. Pero lo que acabo de rematar la publicación de Blackmark fueron las críticas de un colega (y leyenda) de la profesión, Burne Hogarth. Este al ver el primer libro comento con Dystel que el formato era muy pequeño y que los dibujos no se veían lo suficiente, por lo que pese a lo mucho que le había gustado en un principio, Dystel comenzó a pedirle a Kane que incluyera menos dibujos por pagina para que estos fuesen más grandes. Al cabo de unas semanas aquello dio paso a que a Kane ni le devolvían las llamadas y sumado a que no le pagaban lo suficiente, tenía que aceptar otros trabajos para vivir y las fechas de entrega se le echaban encima, no pudo cumplir con los plazos de entrega y el contrato llego a su fin, quedándose Blackmark inacabado.
Tres años después Marvel reedito el primer libro de Blackmark en su revista “The Savage Sword of Conan”, pero debido a que Kane lo había dibujado pensando en un formato bastante pequeño (la edición original era más o menos del tamaño de un A6) y que las tramas mecánicas que había utilizado se hubieran empastado al ampliar los dibujos, Blackmark tuvo que editarse con sus páginas remontadas para adaptarse al nuevo formato de mayor tamaño más añadidos de Kane para rellenar huecos. Y cuatro años más tarde, y nuevamente en Marvel, el hasta entonces inédito segundo libro de Blackmark vio la luz en el nº17 de la serie «Marvel Preview», nuevamente con sus páginas remontadas, pero la cosa se quedo ahí y Kane jamás volvió a retomar al personaje y su mundo. Aunque este volvería en cierto modo en 2002, ya que para celebrar el 30º aniversario de la publicación original, Fantagraphics edito una edición especial que reunía los dos libros existentes del personaje en un único volumen que esta vez sí respetaba el montaje de página original.
Como decía al principio, no sé si Blackmark es una novela grafica, un relato ilustrado o sencillamente un comic algo diferente a lo habitual y me da absolutamente igual. Estamos ante una gran obra de un grandísimo artista que en sus intentos de salirse de la norma y hacer algo diferente tuvo que enfrentarse a un montón de problemas y prejuicios que escapaban a su control. Tras estos dos “fracasos” Kane se dejo de experimentos (dejando a un lado su tira de prensa Star Hawks, donde también jugo a trabajar con un formato diferente) y el resto de su carrera lo dedico a alternar su trabajo en el comic “convencional” con el diseño de personajes para series de animación y portadas de discos. Es triste pensar en lo que podría haber llegado a hacer Gil Kane de haber tenido éxito su Blackmark y si esto hubiera servido para abrir nuevos caminos para el comic y sus autores, pero solo nos tenemos que conformar con lo que le dejaron hacer que no es poco.