“Seremos más grandes que Disney” le dijo Jim Shooter a Jim Galton, el nuevo presidente de Marvel. Hoy día y después de que Iron Man y Los Vengadores hayan destrozado la taquilla, una frase así podría colar, pero a finales de los 70 Marvel sólo sobrevivía por licencias como Star Wars. Galton creía que los cómics eran un negocio muerto y que el trabajo de Shooter debía ser el de redirigir la empresa hacia los libros infantiles y el mercado de la animación, con lo que le dio vía libre a su editor jefe para que hiciera lo que quisiera con la cosa esa de los cómics. La prioridad en ese momento era estabilizar al enfermo, calmar los ánimos sindicalistas y, sobre todo y ante todo, lograr que todos los freelancers firmaran el contrato que cedía todo su trabajo a la empresa. Y eso último era lo que iba a ser difícil…
Porque Neal Adams se había levantado en armas, y estaba prometiendo a todos los autores que cobrarían un cero más por página. Que lucharían por devolverle a Ditko y Kirby todo lo que Marvel y DC les habían quitado, y que iban a instaurar un sistema por el cual las editoriales contratarían sólo a través del sindicato, garantizando que los autores cobraran siempre unos mínimos bastante altos. Tanto Levitz -editor de DC en aquellos tiempos- como Shooter veían imposible que las editoriales asumieran semejantes salarios. Las cosas iban mal, realmente mal, y los trabajadores de repente exigían cobrar más que el presidente de la compañía… Pero nadie les creyó. En cualquier caso, Marvel era la que tenía más problemas en ese momento. La nueva ley de copyright les había caído encima y tenían que obligar a todos sus autores a firmar el infame contrato de cesión de todos los derechos intelectuales, y muy pocos se dignaron a firmarlo. Daba igual que Shooter reformulara el contrato en un lenguaje más amistoso, o que les prometiera que iban a recibir jugosos royalties por su trabajo. Marvel se veía así obligada a implementar un derecho de los creativos que la propia DC no había otorgado por haber estado más vivos respecto a los cambios de legales que se les venían encima.
The Avengers #151 sería el primer cómic de la serie escrito por Jim Shooter. Podría deciros que es el inicio de su legendaria etapa en la serie, pero os estaría mintiendo. Porque Avengers 151 no deja de ser un número de transición entre las etapas de Englehart y Conway, con la serie recién salida de la saga de la Corona Serpiente y con George Pérez siendo uno de los mejores dibujantes del momento (meh). Conway ejercería su papel de “escritor-editor” sobre la serie y llevaría a cabo una etapa de menos de un año y que acabaría dejando la serie en manos del propio Shooter, pasando sin pena ni gloria por el título y abandonándolo en favor de La Liga de la Justicia. Sería el Avengers 156 el primero firmado por Shooter en solitario, pero me vais a permitir que me vaya unos números más allá y os hable de Avengers 164 uno de los primeros cómics de la era Forum y el primero de la serie dibujado por John Byrne:
Ante todo, hay que dejar claro que es Byrne la estrella de este cómic, y no Shooter. No es de extrañar que Cómics Forum decidiera iniciar su volumen uno de Vengadores con este cómic, porque es uno de los mejores de la historia del grupo y deja claro que ese dibujante prometedor que había hecho sus pinitos con Chris Claremont en Iron Fist y Marvel Team-Up era ya una realidad. En poco tiempo (unos tres meses) Byrne sustituiría a Cockrum al frente de X-Men y Shooter pasaría a ser el editor jefe de Marvel, con lo que la editorial que arrasaría en el mercado durante los años 80 empezaba a tomar forma. Avengers 164 podría considerarse algo así como la quintaesencia de los Vengadores clásicos, el espejo en el que se mirarían los guionistas de la serie hasta la llegada de Bendis a la serie y la transformación del grupo en… En otra cosa.
“To Fall by Treachery!” empieza construyendo personajes, estableciendo el nuevo estado de Simon Williams -hasta entonces sólo se sabía que había resucitado y que tenía los ojos rojos, ahora se habla de él como “energía viviente”- y con La Bestia cuestionándose su posición en el grupo. Pronto se deja ver el villano principal de la historia, El Conde Nefaria, que reúne a la Legión Letal en lo que aparentemente es un simple robo a un banco que los Vengadores corren a detener.
Mientras tanto, Nefaria empieza a trabajar con un equipo de científicos para replicar -mejorar, dice el- el experimento de Zemo que provocó que Simon Williams se convirtiera en el Hombre Maravilla. Esto les daría un punto de poder extra a sus secuaces gracias al cual podrían hacer viable un enfrentamiento entre ellos y los Vengadores. Y así es como para cuando La Legión Letal consigue escapar a duras penas de los Vengadores, Nefaria les mete un powerleveling bestial que los pone muy por encima de los Vengadores.
Sin embargo, el grupo no tarda en ser derrotado una vez más, ya que el subidón no les dura el tiempo suficiente e inmediatamente empiezan a notar un bajón grave. Los Vengadores no tardan en darse cuenta de que ahí hay gato encerrado, y la aparición de Nefaria al final del número deja claro que su plan desde un principio había sido el de darse los poderes a sí mismo y que la Legión Letal no le importaba nada en absoluto.
Desde la escena en la que La Bestia descubre su inmenso sex-appeal peludo hasta el desprecio de villano de opereta con el que trata Nefaria a sus esbirros, el cómic establece el nuevo rumbo de la serie, que llevaba dando tumbos desde la pérdida de Conway. A pesar de sus múltiples ocupaciones como editor jefe, Shooter seguiría guionizando Vengadores durante unos cuantos años, dando lugar a clásicos como la Saga de Korvac y colaborando habitualmente con David Michelinie para sacar la serie adelante. Son Los Vengadores la gran serie de Jim Shooter en Marvel, y seguramente el trabajo de su vida por encima de hitos más comerciales como Secret Wars o más personales como Star Brand. Nunca podría recomendar lo suficiente esta etapa de la serie, un auténtico manual de estilo de la época en el que años después Kurt Busiek basaría todo su revival a finales de los años 90, y probablemente sea los cómics sobre los que realmente se basan las actuales películas de Los Vengadores -y no en Ultimates, ¡hace falta ser cegato para creer que se basan en esa basura!-. Porque con estos cómics Jim Shooter empezaba a hacer realidad su promesa y Marvel empezaba a ponerse en marcha para ser más grande que Disney.
Y por cierto, si tenéis curiosidad sobre cómo acabó Shooter con la rebelión de los autores y los hizo pasar por el aro de la cesión de derechos… Digamos que allá por Junio de 1978 DC tuvo que cancelar el 40% de sus títulos en la hecatombe que se llamó “DC Implosion”, y profesionales como Al Milgrom o Larry Hama tuvieron que correr a pedir trabajo a la competencia, firmando todo lo que les pusieran por delante con tal de poder ganarse la vida. Los propios autores de Marvel, conscientes de lo mucho que se había debilitado su posición, acabaron haciendo cola para firmar el documento de las narices. Podía parecer que el problema se había resuelto solo, pero la realidad es que la implosión de DC se había debido a un acuerdo sobre el precio de portada con Marvel; las dos editoriales se habían comprometido a subir el número de páginas de los cómics y elevar el precio del cómic de 35 a 50 centavos. DC, al poseer su propia imprenta, hizo todos los cambios en las mismas para conseguir que el aumento de páginas fuera lo más eficiente posible, pero de repente se encontró con que Marvel se echaba atrás. Porque para Marvel no era difícil volverse atrás, ya que sólo tenía que cambiar las condiciones con el impresor, así que de repente DC se encontraba con 50 series a 50 centavos mientras Marvel colocaba menos cómics a 35 centavos. DC no quiso asumir el coste de dar marcha atrás -la cosa todavía podía funcionar- y la implosión no tardo en llegar.