Peter Quill era Jesucristo. No, en serio, era todo un mesías. Su madre se quedó embarazada en mitad de una conjunción astral que no se repetía desde el nacimiento de cristo (el de la Biblia, sí), y su «padre» -que de padre nada, pero que era el marido de su madre- en vez de soportar los cuernos estoicamente como San José, decide cargarse al crío nada más nacer. La cuestión es que, justo cuando iba a cargarse al pobre Peter, le da un infarto que lo deja frito en el sitio. Sea ya por pura coincidencia u obra del destino, Peter Quill iniciaba así sus aventuras como Star-Lord en el número 4 de Marvel Preview, allá por 1976 y un año antes de la fiebre Star Wars…
Porque ése personaje que ha descubierto tanta gente en los cines este verano es una creación de Steve Englehart y Steve Gan por encargo del mismísimo Archie Goodwin, el editor de magazines en blanco y negro de Marvel por aquella época. Marvel Preview era una revista de historias largas y autoconclusivas (48 páginas o así) en la que se daba lugar a distintos géneros, tratando de crear nuevas ideas y explorando otros géneros que no fueran el superhéroico de los cómics en color. El encargo que recibe Englehart es el de hacer un personaje llamado Star-Lord cuyas aventuras respondan al patrón de ciencia ficción clásico, aunque más bien tirando a la space opera que tanto éxito esta teniendo en ese momento con las películas de George Lucas. Englehart viene de finalizar su larga etapa en Doctor Extraño y, todavía influenciado por aquellos tiempos tan lisérgicos, viene de haberse pasado demasiado tiempo leyendo sobre la magia y la astrología.
Así, su Star-Lord se ve totalmente influenciado por esta última pseudociencia, con lo que el personaje tiene un destino escrito en las estrellas que comienza con el asesinato de su madre por parte de unos alienígenas. Peter Quill jura vengar la muerte de su madre, y así se pasa años entrenándose como astronauta y volviéndose un energúmeno antisocial obsesionado con su venganza, sin preguntarse ni un momento como, una vez salga al espacio, va a conseguir encontrar a los señores verdes que mataron a su madre. Estando tan rebotado con el mundo y el universo en general, su actitud arisca no gusta en absoluto a sus superiores, con lo que truncan su sueño de alcanzar las estrellas una y otra vez. Cuando una entidad extraterrestre -el Amo del Sol- contacta con la humanidad y les ofrece convertir a un humano elegido por ellos mismos en el «Star-Lord», Quill ve su oportunidad y se presenta voluntario ante sus jefes, volviendo a ser rechazado. Esto hace que pierda totalmente los papeles y se líe a matar gente y a robar naves con tal de contactar con la inteligencia extraterrestre y conseguir el poder del «Star-Lord», cosa que finalmente hace, demostrando así que para triunfar en la vida hace falta ser un psicópata de mierda.
En una escena reminiscente al final de 2001, Quill se encuentra con un extraño anciano de barba blanca (que no se llama Dios ni tampoco Shazam) que le entrega un traje espacial que le permite volar y una pistola que le permite manipular los cuatro elementos. Al ser cuestionado sobre lo que quiere hacer ahora con su vida, Star-Lord recuerda su juramento de vengar la muerte de su madre, con lo que se ve teletransportado ante los asesinos y da rienda suelta a su venganza. Al volver ante el anciano, el extraño hombre le dice que ya se ha liberado de todas las cargas de su vida anterior, y que ahora puede abrazar su nuevo destino y todas esas tonterías…
Y no se supo más, porque Englehart se fué a DC a hacer Batman y se olvido por completo de proseguir las esotéricas aventuras de StarLord. No sería hasta un año después y ya con Goodwin como editor jefe de Marvel, que volveríamos a ver a StarLord en una nueva historia, esta vez con el equipo de Chris Claremont y John Byrne/Terry Austin, el mismo equipo creativo que puso patas arriba Marvel Team Up, Powerman & Iron Fist y en breve iban a hacer de Uncanny X-Men el centro del universo Marvel:
El StarLord de Claremont prescinde de todo lo esotérico y empieza por darle al personaje una nave espacial sentiente, desvelar el misterio sobre el padre de StarLord -Jason, el emperador de Sparta- y en general, transformar al personaje en algo más cercano a la space opera clásica y menos astrológico. Byrne sólo durará una historia de cuarenta páginas, tras lo que será sustituido por toda una leyenda como Carmine Infantino y Bob Wiacek. Con el nuevo equipo artístico, Claremont explorará la peculiar relación de Quill con su nave -¡están liados!- y en general seguirá dando rienda suelta a sus aspiraciones de imitar las novelas juveniles de Robert Heinlein, pero la cosa no durará mucho más -la agenda de Claremont era cada vez más apretada- y pronto dejará el personaje en manos de Doug Moench y Bill Sienkiewicz.
Moench será el que más historias escribirá sobre el personaje, y lo hará a lo largo de cinco cómics repartidos entre la propia Marvel Preview, Marvel Super Special #10 -primer cómic del personaje en color y dibujado por Gene Colan- y Marvel Spotlight y Marvel Premiere, dibujados ya estos por Tom Sutton y que serían las últimas historias del personaje. Habría una reedición en el 82 del cómic original de Claremont y Byrne con nuevas páginas a cargo de Claremont y Michael Golden y recoloreado de Glynis (Oliver) Wein -la colorista de la etapa Claremont/Byrne en X-Men y una burrada de cómics de la época-, pero con esto se pondría punto y final a las aventuras de Peter Quill. Pero habría dos excepciones…
Timothy Zahn, tras escribir las novelas que continuaban el Retorno del Jedi, guionizó en 1996 la historia del sucesor de Peter Quill, un tal Sinjin Quarrel. Este Starlord de «nueva generación» no llegó a calar, y el personaje volvió a desaparecer unos cuatro años más hasta el cameo que se produce en la miniserie Inhumans de Carlos Pacheco y Jorge Lucas, en el que el príncipe Jason de Spartax ostenta el título de Starlord y viene a dejar claro que Peter Quill debió de heredar el título de su padre… Y que en el universo Marvel actual es su padre el que vagará por el universo teniendo aventuras como Starlord; porque esta es la primera aparición de los Spartax y el mundo de Starlord en el universo Marvel, y lo hace dejando de lado toda la mamarrachada zodiacal de Englehart. Sin embargo, la miniserie pasaría bastante desapercibida y la introducción real del personaje en el Universo Marvel no se daría hasta seis años después, cuando Keith Giffen sustituyera a Starlin en la serie regular de Thanos y mostrara a un Peter Quill bastante distinto a lo que estábamos (y estaríamos) acostumbrados:
Quill en esta historia padece las consecuencias de haberse enfrentado a un heraldo de Galactus fracasado, The Fallen One, un tipo tan simpático que le había cogido tanta manía a su jefe que tenía por misión en la vida la de destruir todos los planetas del universo para matar de hambre al gran devorador. Starlord y su nave se enfrentaban a él, eran derrotados y acababan destruyendo una luna minera completa para conseguir frenarlo. La nave sería destruida, Quill acabaría convertido en el primo amargado de Robocop y se entregaría a los Nova Corps para pagar por el asesinato de tantos mineros. Y allí seguiría si no fuera porque Thanos y Gladiador de la Guardia Shi’ar aparecieron en escena y a Annihilus le dió por arrasar el universo en Annihilation, pero creo que ya os he confundido bastante por hoy. La semana que viene hablaremos de Mapache Cohéte (Rocket en la película) y Groot. Un Groot que habla y tiene muy mala opinión de los seres de carne…