75 años de historia dan para mucho, y es difícil no tener altibajos en más de medio siglo de historia. Uno de los peores momentos para el personaje fue provocado por la implantación del Comics Code primero, y el éxito de la serie de televisión protagonizada por Adam West entre 1966 y 1968 después. De aquel héroe oscuro y siniestro que se enfrentaba a una galería de villanos tan desquiciados que daban miedo, se había pasado a un héroe de chiste que se enfrentaba a ladrones de bancos disfrazados mientras hacía chistes sin gracia. Pero si Batman estaba pasando por un mal momento en peor situación había quedado su principal villano, el Joker. El asesino en serie que aterrorizaba a Gotham se había convertido en un ladrón y un bromista de mal gusto que no lastimaba a nadie y cuyo delito más grave parecía ser el vandalismo. Pero en 1973 uno de los mejores equipos creativos de la historia del comic realizaron una historia en la que el Joker regreso a sus raíces (y a la que todos los autores que han llegado después le deben mucho). La historia era «The Joker’s Five-Way Revenge!» – Batman vol1 #251 (1973), y los autores que devolvieron a ambos personajes su gloria perdida fueron Dennis O’Neil y Neal Adams.
El Joker se ha fugado del psiquiátrico en el que le habían encerrado y ha salido buscando venganza. Sabe que uno de los antiguos miembros de su banda le delato a la policía y que eso fue lo que provoco su detención, y ahora que está libre está decidido a acabar con la vida de todos ellos en venganza… a no ser que Batman pueda impedírselo. Pero el Joker no se está tomando las cosas con calma, la policía de Gotham ha localizado el cadáver del primero de ellos, para cuando Batman localiza al segundo llega justo a tiempo para verle morir y mientras está ocupado allí, el Joker ejecuta al tercero con un puro explosivo relleno de nitroglicerina. Si, el Joker sigue siendo un bromista pero sus bromas ya no hacen el mismo tipo de gracia…. De seguir así las cosas el Joker obtendrá su venganza y todo lo que tendrán Batman y la policía será un rastro de cadáveres…
Uno tras otro los antiguos secuaces del Joker han ido cayendo como moscas bajo la implacable venganza de este hasta que solo ha quedado uno a quien el Joker que secuestro antes de comenzar su ola de ejecuciones. Batman consigue averiguar el paradero de ambos, en un acuario abandonado, y allí encuentra al Joker con su nueva “mascota”, un enorme tiburón con quien el Joker encuentra cierto parecido… Batman consigue salvar al último hombre y detener al Joker una vez más, pero eso no importa, lo realmente importante es que el payaso del crimen vuelve a ser un asesino temible y sus días de ladronzuelo bromista han quedado atrás.
El Batman que nos dio O’Neil, además de regresar a sus orígenes, es al mismo tiempo un Batman más humano y falible al que estamos acostumbrados a ver hoy en día. Si, es extremadamente inteligente y, a su manera, despiadado en su lucha contra el crimen. Pero no es esa perfecta maquina de luchar contra el crimen que es prácticamente invencible, que jamás comete un error y que a veces, en manos de guionistas poco hábiles, aburre un poco de leer por culpa de esa misma “perfección”. Este Batman podía ser tomado por sorpresa, no lo sabía siempre todo, y visto hoy en día puede llegar a parecer incluso algo inocentón. Pero sin el trabajo de O’Neill en estos comics, el Batman que hoy conocemos seguramente no hubiese existido.
Y si importante fue el trabajo de Dennis O’Neil, no lo fue menos el de Neal Adams. Aunque aquí nos hayamos metido un poco con el debido a su última incursión en el personaje (Aun tenemos pesadillas por aquí provocadas por Batman: Oddysey), Adams es uno de los artistas más grandes que ha trabajado con Batman, y uno de los que mejor ayudo a redefinir al personaje después de aquella triste época que poco a poco se iba dejando atrás. Aquel Batman que daba la impresión de ser algo bajo y ligeramente rechoncho (algo en la línea de “forzudos” como Charles Atlas) y que los lectores de los años cincuenta y sesenta habían “sufrido”, había ido desapareciendo poco a poco gracias a dibujantes como Irv Novick o Jim Aparo, quienes fueron estilizando la figura del personaje. Pero fue Neal Adams quien “clavo” al personaje, el suyo era un Batman mucho mas estilizado que el de la mayoría de sus predecesores, pero que seguía transmitiendo fortaleza física y al que podíamos imaginar con la misma facilidad boxeando como un peso pesado o siendo tan ágil y ligero como un acróbata y al que daba gusto ver pelear.
No exagero si repito lo que dije más arriba, sin el Batman de Dennis O’Neil y Neal Adams el personaje seria hoy en día muy diferente. La influencia que tuvieron sus historias se ha dejado sentir durante décadas tanto en los comics como en muchas de las diversas adaptaciones que ha tenido el personaje. Y es que para que después de cuarenta años estos comics sigan manteniéndose tan frescos como el primer día, y dejen en evidencia a gran parte de lo que se publica hoy en día, es porque se hacían con un mimo, un cariño y una profesionalidad que hoy en día no le permiten tener a la mayoría de autores. Pero por suerte nada de lo que suceda hoy en día nos impedirá releer y disfrutar una y otra vez de estos clásicos.