Con eso del rollo hipster, parece que se puede sacar personajes de una película vestidos como si fueran los años 70 y la cosa cuela. Gwen Stacy se pasa toda la película vestida con un modelito sacado directamente de los cómics de Conway y Romita, y la cosa cuela. ¿Que por qué digo esto? Bueno, digamos que no me gusta empezar un artículo con demasiados spoilers…
The Amazing Spider-Man 2 es la segunda parte del reboot que Sony encargó a Marc Webb después de la espantada de Sam Raimi tras el desaguisado que fué Spider-Man 3. La primera parte había tenido como villano al Lagarto y había hecho mucho hincapié en los padres biológicos de Peter Parker, personajes a los que Stan Lee nunca hizo mucho caso ya que para él los padres del personaje siempre fueron May y Ben Parker. En el guión de James Vanderbilt, Alvin Sargent y Steve Kloves, los padres biológicos de Peter Parker tenían mucha más importancia dentro de la historia, haciendo a Norman Osborn y a su corporación Oscorp corresponsables de su muerte. De repente la historia de Spiderman ya no se basaba exclusivamente en las consecuencias de los propios errores de Peter Parker, si no en la lucha contra una opresiva corporación que a su vez es la responsable de la creación de Spiderman. Esto, que bebe mucho del trabajo de Brian Michael Bendis en Ultimate Spider-Man, se desquiciaba en exceso en la primera parte, pero al final de la película te quedaba el consuelo de que los orígenes se habían quedado en el pasado, y que la segunda parte sería una historia de Spiderman más normal. Además, en este caso la historia de Vanderbilt venía «filtrada» por el guión de Jeff Pinkner y el dúo Kurtzman/Orci, esos que tanto nos han divertido ultimamente con Sleepy Hollow. Pues no.
Porque esta continuación empieza con otro repaso a la muerte de Richard y Mary Parker, ahondando en el problema de que, al darle más peso a su muerte, la sombra del Tío Ben cada vez se hace más pequeña y lo de poder y responsabilidad queda bastante deslucido. En esta ocasión, la película nos cuenta como, tras haber dejado a Peter al cuidado de Ben y May, Richard Parker y señora mueren asesinados por un sicario enajenado mientras viajaban en un avión desde el que estaban subiendo un misterioso archivo a un tal «Roosevelt». El problema es que el tal Roosevelt es el laboratorio secreto de Richard Parker en el metro de Nueva York, con lo que toda la escena de Richard y Mary pegándose con el matón para conseguir subir el archivo pierde bastante valor cuando nos encontramos que quince años después Peter descubre el archivo y es sólo un video que le viene a decir que Oscorp esta podrida por dentro -nada que él ya no supiera- y que la araña que le picó y le dió los poderes de Spiderman estaba «sintonizada» para dar esos poderes sólo a gente con su ADN, y que el resultado con otra gente era impredecible -voy a intentar no meterme con la tecnomagia de la película, que me podría pasar horas con ella-.
Ya en la actualidad, tenemos a Paul Giamatti interpretando al mafioso ruso que se convertirá al final de la película en el Rino, sin tomarse el personaje muy en serio proque, joer, es el Rino. Ya, si lo entiendo. Y hace risa y eso, pero el problema viene cuando durante la persecución nos encontramos que el que en el cómic era un electricista matao como Max Dillon es aquí un Jamie Foxx travestido como Steve Urkel, en un papel de introvertido peligrosamente cercano al Jim Carrey de Batman Forever. El Dillon de la película es totalmente intragable, y la cosa no se pone mejor en absolutocuando Webb trata de imitar a Raimi en la escena en la que se transforma en Electro; de repente el personaje es un pitufo azul -como el Mr Freeze de Batman & Robin, pero en plan angustia personal- y se pone una sudadera con capucha, en un gesto de esos de los nuevos tiempos que corren de que si quieres ser un tipo superpoderoso y siniestro, tienes que llevar una sudadera con capucha. Pues vale.
Lo cierto es que el Electro del cómic nunca valió gran cosa, pero el personaje que nos trae esta película esta más cercano a Will O’Wisp (Will el del Mechón en la gloriosamente absurda traducción Vértice) o Lightmaster, personajes que sí vivían cierta angustia y que desde el principio fueron energía viviente. Que puñetas, Molten Man se parece más a lo que es Electro en esta película… Pero bueno, tanto da. En una escena en la que queda claro que a Spiderman sí le preocupa la gente – cada dos por tres se detiene la acción para que quede claro que el bueno de Peter no es un Man of Steel y es capaz de salvar a 10 personas a la vez sin tener supervelocidad kryptoniana-, el trepamuros apaliza a Electro de un manguerazo de agua y lo mandan de cabeza al instituto Ravencroft, ese sitio que a ningún lector del cómic original debería darle buenos recuerdos porque se lo sacó de la manga DeMatteis durante el inframundo de los 90 y la saga del clon. Aquí la doctora Kafka no es doctora si no doctor, y disfruta torturando a sus «pacientes» al sonido del lago de los cisnes, en una escena que sí que es completamente digna del Batman & Robin de Joel Schumacher. Y con esta terrorífica imagen mental os dejo hasta mañana, que la cosa ya empezaba a quedar muy larga…