Byzantium es… Pues un imperio de esos que había en la edad media, uno de esos lleno de gente que se pasó cosa de un milenio pegándose consigo mismos hasta que un día unos otomanos llegaron y les hicieron una cara nueva. Pero, para alivio de M’Rabo, hoy no toca hablar del Imperio Bizantino, porque Byzantium también es una película de Neil Jordan que se estrenó hace más de un año en la Gran Bretaña y que no se ha estrenado por aquí hasta la semana pasada. Una decisión tremendamente inteligente por parte de la distribuidora, que a buen seguro es consciente de que el hecho de que haya salido ya en bluray no va a perjudicar de ninguna manera a la taquilla. Ya. Pero hablábamos de la película esta de Neil Jordan…
Neil Jordan -para los que no lo sepan- dirigió hace veinte años «Entrevista con el Vampiro», una película en la que Christian Slater entrevistaba a Brad Pitt y hablaban tranquilamente sobre lo duro que es ser inmortal y no tener que preocuparse por las patas de gallo, la degeneración celular y todas esas cosas tan divertidas que según algunos dan sentido a nuestra existencia. La película tuvo bastante éxito en su día, con lo que provocó una oleada de «clasicos modernos» de lo que se viene a llamar vulgarmente como el género de los «vampiros julandrones». Lejos de intentar repetir este éxito, Jordan se ha pasado los últimos veinte años sin acercarse al género de los chupasangres, porque el tipo es honesto y no quiere repetirse. Hasta hoy.
Porque si «Entrevista…» venía a contarnos la historia de un vampiro que vivía una relación de amor y odio durante 200 años con el vampiro que le «creó», Byzantium viene a contar la misma historia pero con una madre y una hija. De hecho, el personaje de Brad Pitt en Entrevista hace lo mismo que el personaje de la hija protagonista, Saoirse Ronan -a la que sólo he visto en dos películas y en las dos estaba no muerta al empezar la película-, intentando contar al mundo su secreto vampírico porque esta harta de vivir escondida. Su madre -una escotadísima Gemma Arterton- por lo visto ha sufrido lo suyo por el poder machista del heteropatriarcado, y esta decidida a castigar a todo aquel que abuse de su poder para perjudicar al débil. Esto, que podía ser el origen de un superhéroe vampírico, en esta película viene a significar que la mujer se ha pasado doscientos años prostituyéndose y prostituyendo a otras, ejerciendo de supuestamente benévola madame. ¿Hace falta que diga lo absurdo de este planteamiento? ¿Hace falta que hable sobre la redención implícita de la película, basada en encontrar pareja? Que esta muy bien que se intenten ser feministas, pero que no me sean gilipollas. Y que la mayor virtud de la película acabe siendo ver a Gemma Arterton rebosando, pues como que tampoco ayuda a ese supuesto mensaje…
Y, bueno, si las protagonistas son tan sosas, mejor no hablar de secundarios y villanos. Desde los «siniestros agentes» que las persiguen hasta los secundarios como el novio de la niña o el tonto útil del que se aprovecha la madre vampira para montar su burdel, son personajes que viven en la película sin apenas decir mucho más. El tonto -sea cual sea su nombre- basa todo su trasfondo en una escena en la que le llora al personaje de Arterton y le cuenta que su madre se ha muerto, que esta arruinado y que no puede sacar adelante la casa de huespedes que les servía como negocio familiar. El resto de la película es un testigo quejica de los tejemanejes de la madre, que se deja líar y que nunca sabe de que va la fiesta. Y eso por no hablar del maravilloso burdel que se montan, que sólo tiene a dos mujeres y supuestamente «va bien».
Pero lo más lamentable de toda la historia está en que, efectivamente, se recupera el efecto «el vampiro de Crepúsculo». El personaje de Saoirse Ronan -tiene nombre esta mujer de juez del Imperio Kree- tiene supuestamente una edad física de unos dieciseis años, con lo que la chica hace como el protagonista de la saga para quinceañeras y se apunta al instituto, o a la universidad, o a no sé que puñetas que provoca que los servicios sociales se interesen por ella. En todos los años que estuve en la universidad, absolutamente nadie se preocupó por si vivía en un burdel, pero en esta película si que pasa esto. Lo cierto es que el personaje de eterna quinceañera que se ve en esta película es bastante triste si tenemos en cuenta que en Entrevista con el Vampiro teníamos una niña vampiro bastante mejor llevada que lo que tenemos aquí.
Pero mirad, voy a seros honesto. A mi nunca me gustó el subgénero de vampiros julandrones, y siempre fuí más de Peter Cushing o James Woods reventando al chupasangres al final de la película. Byzantium puede que les guste a los que necesiten una versión derivativa de Entrevista, a los góticos o a la gente muy necesitada de ver historias de vampiros. Para mí, las historias de vampiros que centran la historia en el monstruo deberían servir para hacer una exploración de lo que podría ser una persona que viviera cientos de años, pero Byzantium fracasa absolutamente en ello y sólo merece la pena por la banda sonora y por Gemma Arterton, que estaría mucho mejor en otra película que le sacara partido a algo que no fuera su cuerpazo.
Ah, y respecto a la razón de que la película se llame Byzantium… Digamos que es un spoiler, pero esta traidísimo por los pelos, con todo eso de la metáfora del imperio que esta destinado a desaparecer -¡mil años duró, atontaos!- y cierta frase que dice uno de los personajes al final de la película «porque sí» en uno de esos desmadres expositivos que tiene un guión que no entiende nada de contar cosas visualmente.