La semana pasada hablábamos de los males del frikismo y de como en muchas ocasiones acababa devaluando la serie o película que provocaba nuestra pasión. Amamos locamente a Spiderman, y queremos ponerlo en nuestras camisetas, sábanas, paredes, cines y hasta videojuegos, y en el empeño nos hacen tragar ruedas de molino. Esta es la historia del algunas de esas ruedas de molino, esta es la historia de los videojuegos Marvel para ordenador de finales de los 90…
En 1990, Spiderman era un personaje de cómic que había tenido su propia serie de TV, pero en España poco más se sabía de el. Había tenido un videojuego en la incombustible Atari 2600 -esa consola que aguantó en el mercado casi 20 años, para que se quejen de que la generación PS360 fue larga- y hasta había tenido un horrendo cameo en el Shinobi de Sega, pero dejando de lado una aventura conversacional a mediados de los 80, lo mejor que había tenido el personaje era un lamentable sidescroller en el que compartía cartel con el Capitán América: «The Amazing Spider-Man and Captain America in Doctor Doom’s Revenge». El juego venía editado por Paragon Software, la cual misteriosamente había conseguido la licencia de Marvel para perpetrar algunos de los peores videojuegos que uno pueda echarse a la cara. Tenemos que tener en cuenta que Paragon consiguió esa licencia durante el primer año después de Cadence (1987), cuando Marvel estaba en manos de New World Pictures y lo único que le importaba a sus dueños era publicitar la vaca para poder venderla lo más cara posible (cosa que hicieron en 1989 y dió lugar al Perelmanpocalipsis).
Paragon tenía la licencia para producir juegos de ordenador, lo cual quería decir que podían hacer juegos para PC, Spectrum, Amiga, Commodore 64, Apple y todo lo que tuviera un teclado. No podían hacerlo para consolas o arcades, licencia que caía en las competentes manos de Sega y en los torpes muñones de LJN, siendo estos últimos los responsables de los abismales subproductos que plagaron las consolas de Nintendo. Paragon se adelanta a la mayor parte de estos productos cuando en 1988* publica el ya mencionado juego de nombre interminable en el que Spiderman y el Capi se pegan con el monarca latveriano y además también sacan The Punisher (El Castigador por aquel entonces), una especie de mezcla entre juego de conducción y Hotline Miami que el tiempo ha tenido a bien olvidar. Y digo que ha hecho bien porque el juego va de Frank Castle intentando cargarse a Kingpin, cosa que sería muy normal si no fuera porque para ello tiene que pasarse medio juego juntando 500.000 dólares para sobornar a un tipo que sabe dónde se esconde Kingpin… No tengo palabras, de verdad.
Y se habrán quedado a gusto con las fases de conducción…
Durante 1989, Paragon desarrolla X-Men: Madness in Murderworld y un año después publicaría también X-Men II: Fall of the Mutants. El único interés que tienen estos juegos es el de revivir de mala manera la etapa Claremont/Silvestri, una etapa prácticamente olvidada hoy en día porque parece que según algunos el sucesor de Byrne en Uncanny fue Jim Lee. Madness in Murderworld es un sidescroller que recuerda lejanamente a Maniac Mansion (muy, muy lejanamente) y en el que manejamos a Cíclope, Lobezno, Tormenta, Coloso y Dazzler a través de los laberintos de Arcade. ¿Que puedo decir? Que el juego se parece mucho al de Spiderman y el Capi, pero que esta vez podemos cambiar entre esos seis personajes con sus escasas diferencias y todo eso.
LJN editaría una «secuela espiritual» en Supernintendo llamada «Spider-Man & The X-Men: Arcade’s Revenge».
La segunda parte, Fall of the Mutants, introduce elementos de exploración al estilo de un RPG con el mismo sistema de combate de sus antecesores, con la salvedad de que en este caso según la formación que hayamos elegido para nuestro grupo nos puede ayudar otro miembro del equipo. El sistema era un pelín extraño, ya que acababa degenerando en poner en primera fila al personaje al que le quedara más vida y rezar para que no nos apareciera un enemigo por la espalda y se lo cargara. Mención especial a las apariciones de personajes que no tenían nada que ver con la historia como El Vigilante, pero supongo siempre es entrañable verlo por ahi.
Lo bonito era ver como podías elegir entre 15 personajes, Factor X incluido. Y eso era lo bonito. Lo único bonito.
Y por fín llegamos a The Amazing Spider-Man, juego que publicaría Paragon pero que vendría desarrollado por Oxford Digital Enterprises, una empresa británica que hasta entonces había realizado juegos mitares como Team Yankee, La Caza del Octubre Rojo o una extraña aventura basada en la serie británica «Yes, Prime Minister». No tengo ni idea de que le pasó por la cabeza a Oxford a la hora de desarrollar este juego, me inclino a pensar que ellos tenían en mente un diseño y lo adaptaron a la licencia que les daban. Porque sí, es cierto que este Spiderman se pega a las paredes y tira telarañas, pero parece muy idiota que sea incapaz de pegar un puñetazo o una patada. Todo el juego se basa en puzzles de apretar interruptores para seguir avanzando, los cuales acaban haciéndose insufribles por la lentitud de movimientos del protagonista, lo inmanejable que es y, para que negarlo, porque la mayor parte de los puzzles son absurdos y hasta basados en el ensayo y error, una mécanica jugable muy de moda por aquella época.
La mejor versión fue la de Commodore 64, porque la de Amiga era como para pegarles con un calcetín sudado.
La historia del juego era un espanto de tantos, Mary Jane es raptada por Mysterio y Spiderman se lanza al rescate atravesando todos los platós del gigantesco estudio que utiliza el villano como base. En el juego no se puede salvar partida, el sonido es espantoso -en PC es anterior a las tarjetas de sonido y usa el PC Speaker, pero en Amiga no es que sea mucho mejor- y, en general, es un auténtico despropósito de la animación, con personajes de sprites diminutos y un protagonista que sólo tiene cuatro cuadros de animación -agachado, de pie, tirando telaraña y andando-. Totalmente vergonzosa es la animación del personaje cuando se cae del techo, la cual consiste en poner el sprite de Spiderman tumbado y santas pascuas. Los demás personajes se limitan a andar de derecha a izquierda y poco más, porque son de esos que te «matan por contacto». Que alguno me dirá que en aquella época los ordenadores no daban para más, pero es que lo de este juego no es una cuestión tecnológica, es una cuestión de mal gusto.
La versión de Amiga, con su maravillosa banda sonora.
Paragon abandonaría la licencia de Marvel después de este Amazing Spider-Man, y con los años acabaría disolviéndose para que sus miembros principales pasaran a fundar una editora llamada Take Two, la cual es conocida por publicar cosas como Grand Theft Auto, Bioshock o Civilization. Por otro lado, las licencias de Marvel abandonarían por completo los ordenadores de sobremesa durante muchos años, y tendrían mejor suerte en las adaptaciones a consola de Sega o en las recreativas de Capcom y Konami. Spiderman no llegaría a tener un videojuego digno de su nombre hasta que Activision cogiera la licencia a finales de los 90, pero eso ya es otra historia…
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*Según algunas fuentes, «The Amazing Spider-Man and Captain America in Doctor Doom’s Revenge» sale a la venta en 1989 y The Punisher en 1990. Da igual, los juegos habrían sido igual de malos si los hubieran publicado en el 76…