Double Dragon Neon es… El «Far Cry 3: Blood Dragon» de los beat’em up. Es volver a los 80 conscientes de lo hortera que es todo y aun así disfrutar de ello. ¿Es un digno heredero de la saga creada por Technos en 1987 y patatín y patatán? ¡Yo que sé, estoy demasiado ocupado pasándomelo como un enano!
Poned esto de banda sonora al resto del artículo y relajaos…
Porque no os esperéis que Double Dragon Neon sea un remake, porque se limita a tomar la premisa del juego original y exagerarla hasta el mayor de los absurdos. El juego original en consolas de Wayforward -la gente que hizo el remake del Ducktales, sí- y que versiona para PC Abstraction Games es un canto nostálgico a las mecánicas de juego de los recreativos, al machacabotones sin complejos, a los enemigos finales ridículos o directamente excesivos en todos los significados posibles. Vamos, que recupera todas las mecánicas del juego original para hacer una parodia del mismo y que para colmo de males hace que te diviertas.
Dejando de lado el aspecto gráfico -que podía haber tenido unas animaciones más fluidas, pero que no molesta en absoluto a la hora de jugar- la gran novedad del juego está en la curiosa forma de subir niveles dentro del mismo; nuestro personaje coleccionará cintas de cassette con las que mejorar sus habilidades, con las que podremos conseguir nuevos poderes -como la bola de fuego, patada huracanada o invocar al dragón de la pantalla de título y freír a todos los enemigos de la pantalla- o aumentar nuestras estadísticas. Esta mecánica provocará que tengamos que rejugar niveles anteriores para subir de nivel y poder avanzar en fases posteriores, pero ojo, que si uno es suficientemente habilidoso se puede pasar el juego entero sin farmear en lo más mínimo.
Bien es cierto que te puedes pasar el juego entero en una hora -con lo que es el triple de largo que el original- y que algunas habilidades como la bola de fuego se ven muy perjudicadas por lo puntilloso que es el hitbox de los oponentes; o te pones totalmente frente a el y a la altura exacta o ya no le alcanzas. Pero aun teniendo esos problemas, el juego es divertido a rabiar y es capaz de coger toda la nostalgia del Double Dragon original y convertirla en un correcalles desquiciado y gamberro que nos hará reir entre golpe y golpe.
Pero probablemente lo más grande es la banda sonora de Jake Kaufman, con gloriosos remakes de una de las bandas sonoras de videojuego más grandes del siglo XX. Donde el Double Dragon original tenía sólo cinco temas, Kaufman los remezcla y los arregla hasta hacerlos casi nuevos, haciendo que aquella banda sonora midi de los ochenta que tan épica sonaba en nuestras cabezas infantiles, ahora suene realmente como nos la habíamos inventado en nuestras cabezas. Que admito que la nostalgia me puede, pero el trabajo de Kaufman es demoledor y se merece todo el reconocimiento. Y encima el tío es tan majo que ha puesto disponible para todo el mundo la banda sonora del juego aquí.
Vista la polémica que han levantado este Double Dragon, Blood Dragon y, en cierto modo, Saints Row IV, igual es que estamos ante la creación de un nuevo género, el «over-the-top-comedy-game». Y es que, aunque la nostalgia de los 80 vende y es todo un alivio el ser conscientes de que cosas que tanto podían importarles a los críos de aquellos tiempos como Skelletor no dejan de ser criaturas patéticas y un tanto ridículas, tenemos que admitir que un remake de Double Dragon no es algo que uno pueda tomarse en serio -porque el quitarle a Billy y Jimmy Lee sus chalecos y rodilleras horteras sería traicionar al original- con lo que reirnos del juego y de nosotros mismos es algo bastante sano y necesario. Porque al fín y al cabo, cuando nos reímos de Double Dragon, nos estamos riendo también de todas las recreativas absurdas de «vete y salva a la chica del malo», del Bad Dudes VS Dragon Ninja y su «save the president Ronnie» y, en definitiva, de la era del All Your Base Are Belong To Us. Por ahí he leido a gente poner a caldo a Double Dragon Neon -y con cierta razón, porque sus problemas los tiene- pero a la vez no entendiendo el juego, no entrando en su dinámica y no disfrutando de él, lo cual y con los tiempos que corren de juegos totalmente clónicos y carentes de originalidad, es toda una tragedia. Mis condolencias para ellos y mis felicitaciones para los que sí somos capaces de disfrutarlo.