Un hombre llega a la cima del mundo y luego se la pega. Podríamos estar hablando de Scarface, podríamos estar hablando de Uno de los nuestros, podríamos estar hablando de Casino… O podríamos estar hablando de El Lobo de Wall Street.
Porque, de vez en cuando, Martin Scorsese hace un remake del clásico de Howard Hawks. Da igual que sea con mafiosos, con directores de casino mafiosos o con los brokers sin vergüenza de Wall Street, la película al final va a seguir la misma estructura de empezar con alguien «normal» que se transforma en un canalla forrado y que no sabe mantenerse en la cima o parar de robar a tiempo. Son películas de gente «demasiado inteligente» como para ponerse a trabajar, que cree que el dinero le va a dar una felicidad que nunca llegan a alcanzar. De mujeres que se meten de por medio y acaban corrompiendo y corrompiéndose a si mismas, de decisiones que a priori no parecen tener nada malo pero que estan destrozando la vida de los demás. Scorsese parece obsesionado con esa historia, y la repite cada ciertos años.
Pero también es cierto que, con los tiempos que corren de crisis económica y gentuza tratando de justificarse con datos «macroeconomicos» -la macroeconomía no existe, son los padres-, es una labor de higiene social el hablar de los «white collar criminals» de Wall Street, los chorizos de guante blanco que se dedican a vender humo, robar los ahorros de toda su vida a trabajadores de mediana edad con productos dudosos -cof, preferentes, cof- y luego tener el morro de irse de putas en su lamborghini último modelo mientras se ríe de los «vagos que no quieren trabajar», porque claro, el que no esta forrado es porque no se esfuerza. Pero estábamos hablando de una película…
No os voy a engañar, si os gustaron las otras versiones de la historia que ya ha hecho Scorsese, ésta la vais a disfrutar. Leonardo DiCaprio da perfectamente el pego como Jordan Belfort, un broker caido en desgracia que junta a cuatro frikis para estafar de todas las maneras posibles, y aunque al salir de ver la película lo único que querrás será reventar cabezas de yuppies noventeros, uno tiene que reconocer que las orgías llenas de droga y alcohol no le han saturado en ningún momento, porque están rodadas de tal forma que uno puede ver la progresión descendente de los personajes. Scorsese es tan bueno que es capaz de ser cuatro o cinco directores a la vez, y cuando se pone el traje del Brian DePalma de El Precio del Poder, es hasta mejor que el propio DePalma. Pero claro, no deja de ser hacer otra vez lo mismo. Lo mismo bien hecho, pero es lo mismo, con lo que no vamos a ver nada nuevo en El Lobo de Wall Street, sólo una actualización de las mismas películas.
Aun así, no puedo terminar este post sin hablaros de la Red Social, la película que David Fincher realizó hace unos años sobre la creación de Facebook y su propietario, Mark Zuckerberg. Misteriosamente veo muchos puntos en común entre ambas películas, y aunque «El Lobo…» se desarrolla principalmente en los 90 y La Red Social lo hace en los 2000, parece como si Scorsese quisiera estar diciendo algo más de lo que en apariencia nos esta contando, y conociendo al bueno de Marty, tiene toda la pinta de que lo hace a propósito. Y tampoco nos engañemos en esto, el sucesor directo de los estafadores de finales del siglo XX son los creadores de burbujas en los tiempos de las «punto com», y los comportamientos neuróticos de algunos que se han hecho millonarios antes de los 30 no dejan de ser los mismos en los 80, los 90 u hoy en día.