A riesgo de resultar algo polémico, me gustaría decir que actualmente mi opinión sobre buena parte de los lectores de la DC actual (y para qué negarlo, de los lectores en general) es bastante pobre. Porque seamos sinceros, si de entre los cincuenta y dos títulos que publica la editorial mensualmente las series escritas por Scott Lobdell se mantienen al pie del cañón sin correr peligro de cancelación y al mismo tiempo algunos de los comics más imaginativos y sorprendentes que han publicado en los últimos tiempos se cierran por falta de ventas, es que algo falla entre los lectores estadounidenses. Eso es lo que sucedió con el Dial H de China Mieville, que duro demasiado poco pese a todo lo que tenía que ofrecernos.
Hay que admitir que Dial H era una serie que no pegaba demasiado dentro de la DC “normal”, era demasiado rara y no tenia absolutamente nada que ver con ese patético intento de convertir a la editorial en la nueva Wildstorm. Pero es que Dial H originalmente iba a ser un titulo de la línea Vertigo al que DC resituó en su línea editorial principal para poder contar con 52 series en el poco organizado comienzo de su New 52. Aunque esto no estuvo exento de problemas, Karen Berger en persona tuvo que editar esta serie a pesar de publicarse fuera de su sello, ya que el escritor de la misma, el novelista China Mieville, se negaba a continuar si no era trabajando con ella. Se ve que el hombre ya sabía lo mal que funcionaban las cosas allí.
Pero si el sabía lo que se hacía, Karen Berger no se quedaba atrás. Su olfato para encontrar talento sigue siendo tan bueno como siempre, y una vez mas fue en Gran Bretaña donde localizo a otro gran autor de cuyo talento Vertigo se podía beneficiar. Pero a diferencia de en ocasiones anteriores, esta vez no se trataba de un autor novato y prácticamente desconocido. China Mieville es un reconocido escritor de ciencia ficción de una especie de nuevo movimiento literario apodado “New Weird”. Sus novelas se adentran en multitud de géneros, western, noir, etc, pero todas ambientadas en mundos extraños de fantasía y ciencia ficción, así que nos encontramos ante un autor acostumbrado a tomar historias conocidas por todos y presentárnoslas bajo un nuevo e inquietante punto de vista. Y esto fue exactamente lo que hizo con Dial H.
En este cómic nos encontrábamos con una actualización de un viejo personaje de la casa de los años sesenta, Dial H for Hero. Aquel comic estaba protagonizado por Robby Reed, un adolescente que había encontrado lo que parecía un dial telefónico en el que cada vez que Robby marcaba la palabra H-E-R-O se transformaba en un superhéroe diferente a cada cual más absurdo. Con esta idea tan alocada tan propia de la DC de la época Mieville mantuvo todos los elementos de la serie pero dándole un giro más adulto y aprovechando las posibilidades que le daban los poderes del personaje para crear algunos de los personajes más absurdos que recuerdo haber visto jamás en un comic y que harían morirse de envidia al propio Grant Morrison.
En esta nueva versión de la serie el protagonista era Nelson Jent, un desempleado con sobrepeso al que su novia ha dejado y que ha perdido las ganas de vivir. Un día al correr detrás de un amigo para disculparse, Nelson ve como unos matones le están dando una paliza, habiéndose dejado su teléfono móvil en casa corre a una cabina telefónica cercana y presa de los nervios comienza a marcar números al azar. Una de las combinaciones de números fue el 4376 (H-E-R-O) y a continuación para su sorpresa Nelson se transforma en un peculiar héroe llamado Boy Chimney. De esta forma tan simple e inesperada la vida de Nelson acaba de complicarse de una forma que no es capaz ni de imaginarse.
Respetando la idea básica del cómic original, Mieville creó toda una mitología en torno al dial, explicando sus orígenes, como y para que funcionaban y metió al pobre Nelson en una situación que le sobrepasaba y que le obligaría a convertirse muy a su pesar en un autentico héroe. No exagero al decir que este cómic es uno de los más originales que he leído en muchísimo tiempo y con los que más he disfrutado. Con cada número de la serie Mieville se superaba a sí mismo y daba una nueva vuelta de tuerca a la historia, jugando con todos los elementos característicos de los superhéroes y retorciéndolos a su gusto para sorprendernos prácticamente a cada página.
Pero se ve que este nuevo Dial H era demasiado original y diferente para conectar con la clase de público que la DC actual busca, esos que se matan por leer la ultima mamarrachada dibujada por Jim Lee, flores a los cerdos que se suele decir. Con tan solo quince números a sus espaldas más un epilogo en el mes de los villanos (Dial-E) la serie fue cancelada. De haberse mantenido dentro de Vertigo como se planeo inicialmente igual hubiese aguantado más, ya que las exigencias de ventas en aquel sello no parecen ser tan altas. Lo que sí que parece claro es que el que sacasen la serie de vértigo para integrarla en el Universo DC debió ser una de las últimas gotas que colmaron el vaso de Karen Berger y que la impulsaron a dejar la editorial en la que llevaba tantos años trabajando.
No sé si a China Mieville, después de esta experiencia con DC, le quedaran ganas de seguir escribiendo comics y volverá a sus novelas, pero espero que vuelva a intentarlo. Con esta serie de tan corta vida (demasiado corta) demostró que tiene mucho que ofrecer al mundo del comic y seria una autentica lástima que por la cortedad de miras de la cúpula directiva de DC y de los lectores yanquis, nos quedemos sin poder disfrutar del talento de este gran escritor.