M’Rabo habría preferido quedarse en los 80, pero es que en aquellos tiempos no había internet y la gente todavía pagaba por el porno. Y es que ni siquiera podía ver las películas codificadas del plus, ¡vaya atraso de década!
Mientras tanto, Diógenes se había despertado en un sofá. En el sofá de un despacho en total oscuridad, para ser exactos. Y en esto que estaba el hombre tratando de evitar que el mundo diera tantas vueltas mientras se ponía en pie, cuando alguien entró y empezó a subir todas las persianas, dejando que el sol de California entrara con toda su intensidad:
-¡Puto calvo de mierda! – Diógenes perdió el equilibrio y cayó de bruces al suelo, intentando evitar los rayos del sol le dejaran ciego- ¡No, ahora no me ayudes a levantarme! ¡No me hace falta!
-Soy el fantasma de…
-De tu puta madre, sí -Diógenes apartó al hombre y entrecerró los ojos, alcanzando a ver una calva- ¿Tienes algo de beber por aquí? Fíjate que me bebería hasta un vaso de agua…
El hombre calvo le pasó un café con tapa, de esos que les gusta llevar a los hipsters por la calle y que Diógenes era incapaz de comprender. Para él, el café sólo podía venir en vasos de plástico o en las tazas de toda la vida:
-¿No querrás que me beba esto con pajita? -trató de abrir el vaso de alguna forma- Nada, que no hay manera. Dame otro que se pueda beber normal, ¿no tienes una nespreso de esas?
El hombre calvo abrió una pequeña nevera y sacó un par de latas de cerveza, y fue en aquel momento en el que Diógenes tuvo la gran revelación:
-¡Tu eres Dan DiDio!
-Hombre, ¡ya era hora de que me reconocieras!
-¡Tu eres el que se cargó a Wally West! ¡El que se cargó a Donna Troy! ¡El que dijo que Dios era un perro en Phantom Strange!
-Sí, eh… -titubeó- Ese soy yo, sí.
-Tu eres el que… -bebió de la lata con la voracidad que un bebé hambriento devora un biberón- ¡Tu eres el que se cargó a James Robinson y a Maguire en JL3000!
-Bueno, eso último fue…
-Tú… Tú… -Diógenes se avalanzó sobre DiDio, que trató de cubrirse con las manos- ¡Tu eres mi puto ídolo, tío!
-¿C… Como?
-¡En internet no lo puedo decir nunca porque si no se me echan todos encima, pero soy tu mayor fan! ¡Poner a Jim Lee en la dirección artística, que genio!
-Bueno, eh… -el directivo de DC intentó apartarse del fétido abrazo- Eso fue decisión de Diane, que…
-¡Diane! ¡Diane Nelson! ¿Puedes darme su teléfono? ¿Me la puedes presentar?
-No sé si debería…
-¿Está tan buena en persona como en las fotos? ¡He empapelado el baño con sus fotos del Hollywood Reporter! Bueno, no lo he hecho, ¡pero lo haría si tuviera mi propio baño!
-La verdad es que no esperaba tanta efusividad por tu parte.
-Ah, ya, creías que te odiaba por haberte cargado DC y todo eso, ¿no? -Diógenes metió mano a la nevera y sacó una botella de tequila, de la que empezó a beber a morro- Eso es sólo una pose… Verás, yo es que soy como tú.
-¿Como yo?
-Sí, soy un Marvel Zombie. Y admiro tu habilidad para hacer que todos los autores buenos dejen de trabajar en el payaso de Superman o la fracasada de Wonder Woman para que acaben en Fantastic Four o haciendo entretenida Guardianes de la Galaxia, que buena falta les hacía.
-Oh bueno, no es para tanto…
-¿Y lo de Rags Morales? ¿Lo de coger a uno de tus dibujantes estrella y decirle «eh tío, ya te llamaremos»? -levantó la botella simulando un brindis- ¡Porque sigas en DC por muchos años! ¡Gracias a tí ya no tengo que disimular leyendo cómics de DC, porque son todos malísimos!
-Bueno, de vez en cuando DeMatteis y alguno más se me escapa y alguna cosa decente…
-Bah, pero eso se arregla cuando le cierras la serie, como a todos. Mira a China Mieville, la mejor serie de la editorial y la cerrais en cosa de un año, ¡el puto amo!
-Me vas a disculpar, pero yo es que quería hablarte del alma de M’Rabo…
-¡Que se joda ese idiota! ¿Te puedes creer que es fan de Hawkman, Green Lantern y todas esas mierdas? Dios, ¡si hasta le gusta la JSA! -y los dos estallaron en una carcajada de franca camaradería.
-Yo es que quería decirte que… -DiDio se sentó sobre la mesa del despacho e hizo un gesto de desaprobación- Bueno, ya sabes como es todo este rollo del papeleo, de la navidad y todo eso, y que hay que hacer alguna buena acción y tal y que si no lo hago me van a poner una cadena enorme por mis pecados por lo de haber llamado perro a Dios y todo eso.
-Pero hombre, el de arriba no te va a condenar al fuego eterno por esa tontería si no lo ha hecho ya por haberte cargado DC, con la de buenos autores que le estás mandando a Marvel…
-Ya, el problema es que es fan de Stephanie Brown y se está impacientando.
-¡No me jodas! -Diógenes había descubierto una foto enmarcada de Diane Nelson y estaba un tanto distraido- Joder que buena está…
-Uh… Mira, vamos a hacer un trato. Yo te presento a Diane Nelson y tú el año que viene me escribes una serie de artículos explicando por qué Stephanie Brown, Wally West y Donna Troy estan mejor en el limbo o algo parecido. Que son el rey bajo la montaña, o alguna pollez parecida. Si haces eso y algún artículo sobre Gail Simone, lo mismo sacamos argumentos suficientes como para que el de arriba se olvide de lo del perro.
-La verdad es que no creo en Dios, pero si eso va a hacer que me presentes a Diane Nelson…
-Estoy convencido de que a ella le vas a caer muy bien. -Dan rodeó a Diógenes con el brazo y lo acercó a la salida del despacho- Y tiene un traje de Wonder Woman en el armario de su despacho, no sé si me entiendes…
-¿Es el traje actual? ¿Podré agarrarla por la gargantilla y gritar «llámame Mort Weisinger»?
-Claro, y también te puedo presentar a Jim Lee para que lo azotes un rato.
-No creas que no me gustaría, pero tampoco es que sea mi tipo.
Doce horas después, cuando M’Rabo volvió del pasado y se materializó dentro del armario de Diane Nelson, Diógenes estaba sentado a horcajadas sobre la presidenta de DC Entertainment canturreando la obertura de Guillermo Tell. Fue justo en aquel momento en el que el universo se dio cuenta de que estas navidades estaban resultando demasiado extrañas, y el fantasma de las navidades futuras tuvo que tomar cartas en el asunto…