Para mí la historia acerca de los orígenes de DC Cómics siempre fue algo confusa. Y cosas como descubrir que los diversos personajes que acabarían formando la JSA parecían haber pertenecido originalmente a varias editoriales diferentes no ayudaban mucho. Pero a base de artículos varios y mucha wikipedia empecé a encontrarle un sentido a todo ello, hasta que un día Diógenes me señalo que en muchas de esas entradas de la enciclopedia se repetía como fuente un mismo libro, “Men of Tomorrow: Geeks, Gangsters, and the Birth of the Comic Book” escrito por Gerard Jones. Yo al señor Jones solo le conocía por su trabajo como guionista de cómics, pero en las últimas décadas se ha centrado en escribir libros acerca de la cultura popular estadounidense, entre los que este “Men of Tomorrow” destacaba con luz propia. Así que picado por la curiosidad (y por un ofertón que me da risa poner por escrito) me hice con un ejemplar del libro y lo he disfrutado hasta la última página.
Aunque es un repaso a los orígenes del comic de superhéroes el libro se centra en el más popular de ellos, Superman, y en los dos ejes que le dieron vida y a los que alude el titulo, los “Geeks” (Jerry Siegel y Joe Shuster) y los Gangsters (Harry Donenfeld). Y si, lo de gánsters es algo más que una forma de hablar… Harry Donenfeld, el fundador de lo que acabaría convirtiéndose en DC Comics, tenía una reputación algo más que dudosa. La leyenda negra cuenta como Donenfeld compraba el papel para sus publicaciones en Canadá y que los camiones cruzaban la frontera cargados con licor de contrabando (eran los tiempos de la ley seca) y que su red de distribución de revistas y pulps servía para distribuir ese mismo licor. Y es verdad que no se ha podido demostrar “oficialmente” que realmente trabajase para la mafia, pero entre sus amistades se encontraban personajes como Meyer Lansky y Lucky Lucciano y el padrino de su hijo fue Frank Costello, apodado el “primer ministro del bajo mundo” y uno de los mayores jefes mafiosos de la historia de los Estados Unidos. No era este el origen que me esperaba para DC comics.
Los otros grandes protagonistas del libro son Siegel y Shuster, los creadores de Superman. La triste historia de cómo aquellos dos ilusionados e ingenuos chicos acabaron creando a uno de los mayores iconos de la cultura popular del siglo 20 ocupa buen aparte del mismo. Asistimos al descubrimiento de la ciencia ficción por parte de Siegel y de sus constantes intentos por labrarse un nombre en ese mercado, sus infructuosos intentos de convertirse en un escritor de relatos primero y en guionista de cómics después. También vemos cómo tras conocer a Joe Shuster, recién emigrado de Canadá, ambos se embarcaron en el proceso que les llevo a crear al que probablemente sea el superhéroe más popular del mundo solo para perderlo poco tiempo después a manos de una panda de mafiosos de guante blanco. Sus años de constantes luchas legales para recuperar los derechos de su personaje y que se les reconociera su labor de creadores del mismo también juegan un papel importante en este “Men of Tomorrow”
Pero que el libro este centrado en estos “Geeks” y “Gansters” no significa que se deje de lado todo lo que rodeo el nacimiento del cómic de superhéroes. Los capítulos dedicados a las décadas de los años 30 y 40 son lo mejor del libro. Las anécdotas de los humildes orígenes de quienes acabarían convirtiéndose en leyendas del cómic son una gozada, por las paginas de este libro vemos pasar a abogados, novelistas y jóvenes sin apenas estudios que contribuyeron decisivamente al nacimiento del comic de superhéroes. Los inicios de grandes nombres como Martin Nodell, Gardner Fox, Gil Kane, Will Eisner, etc, y nos detalla las a veces durísimas condiciones en las que tenían que trabajar, produciendo paginas y guiones a velocidad de vértigo para contentar a un público que no paraba de pedir mas y mas comics. Y es que en aquellos tiempos en los que DC Comics pasó de publicar revistas eróticas y pulps a publicar comics fueron algo irrepetible. Los lectores no parecían tener nunca suficiente, las editoriales aparecían y desaparecían a una velocidad pasmosa, algunos personajes vendían millones de ejemplares mensualmente (y los comics de Disney de Dell vendían más que todos ellos juntos) pero los autores que los hacían eran considerados como poco más que ganado al que ordeñar.
Aunque no a todos les fue tan mal en el mundo del comic. En el libro nos encontramos ejemplos como el de un joven Will Eisner, que tenia mas ojo para los negocios que la mayoría de sus compañeros, y que pronto paso de ser un dibujante mas a ser socio de Jerry Iger en su propio taller (Shop) de dibujantes. Este taller surtía de páginas a editoriales y periódicos de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, y por el pasaron grandes artistas como Jack Kirby o Wally Wood entre muchos otros. Pero Eisner acabaría dejando el taller para poder centrarse en sus trabajos propios, entre los que destacaría The Spirit. Otro de los personajes destacados es Bob Kane, aquel caradura que siempre supo a quien debía arrimarse y con quien no debía enfrentarse. Un Kane que se paso su vida viviendo de las rentas del trabajo de sus “negros” y sobre todo de un Batman en el que a estas alturas ya sabemos de sobra lo poco que tuvo que ver con su creación. Y mientras el nadaba en la abundancia, Bill Finger y Jerry Robinson, quienes tantísimo contribuyeron a la creación del hombre murciélago, tardaron décadas en ser reconocidos por su trabajo. De William Moulton Marston, aparte de lo que ya sabía, este libro me ha permitido averiguar que antes de la creación de Wonder Woman sus teorías le habían alejado por completo de los círculos académicos y que su primera idea para el nombre de la Amazona fue “Suprema” por si no era ya lo bastante obvio que era una copia de Superman…
La década de los cincuenta no es menos interesante. En ella descubrimos como el estricto, y a veces absurdo, funcionamiento editorial de DC comics en los años 40 y 50 no se diferencia mucho del que existe hoy en día. El casi total desprecio por los derechos de sus trabajadores de Jack Liebowitz, el abogado comunista que se reconvirtió en empresario capitalista, o la dictatorial forma de dirigir a sus artistas que tenía el editor Mort Weisinger encajarían perfectamente en el siglo 21. También vemos como Fredric Wertham, quien al parecer estaba genuinamente preocupado por los jóvenes estadounidenses, se dejo llevar por su fanatismo hacia los comics con un odio irracional que le llevo a falsificar sus informes y que a punto estuvo de acabar con el comic-book. Pero si con el comic-book no llego a acabar del todo, si que contribuyo a dejarlo gravemente mutilado con la aparición del Comics-Code. Esto supuso la práctica desaparición de la EC comics, pero Harvey Kurtzman y William Gaines no se rindieron del todo y se dedicaron en cuerpo y alma a la revista MAD.
Donde el libro flojea un poco es en su tramo final. En el ultimo capitulo Gerard Jones abarca desde el estreno de la película de Superman en 1978 hasta las muertes de Jerry Siegel y Joe Shuster en 1996 y 1992 respectivamente, pasando por el acuerdo que ambos autores firmaron con la editorial, el cambio de directiva en DC Comics (la era de Jeanette Khann), el relanzamiento de Superman a cargo de John Byrne, la muerte y el regreso de Superman, el nacimiento de Image… Quiere abarcar demasiada historia en muy poco espacio y no le acaba de quedar bien. Este libro pedía a gritos al menos un capítulo entero dedicado a la DC de finales de los 70 y principios de los 80, ampliando los detalles de lo que supuso para la editorial el relevo de la vieja guardia, pero es un defecto menor en un interesantísimo libro.
No puedo recomendar lo suficiente este libro a cualquiera que este interesado en ahondar más en los orígenes del cómic de superhéroes. Eso sí, el libro de momento solo se encuentra disponible en ingles, pero viendo como últimamente se ha puesto de moda el empezar a editar en español este tipo de libros teóricos no me sorprendería nada que acabemos viendo también el “Men of Tomorrow” en nuestro idioma. Y pese a que fue publicado en 2005 aun se puede comprar fácilmente a través de internet tanto en formato físico como electrónico, así que si la barrera del idioma no es un problema, vale mucho la pena ir a por él.