Si alguien me hubiese dicho hace tan solo un año que una serie regular protagonizada por Ojo de Halcón seria una de las más exitosas de Marvel, y uno de mis comics favoritos, no me lo hubiese creído ni por asomo. El bueno de Clint Barton ya había protagonizado varias series limitadas, series regulares de corta duración, un serial en “Solo Avengers”, liderar los Thunderbolts… pero nunca había conseguido despegar del todo, parecía condenado a ser uno de los mejores secundarios de los Vengadores y poco más. Pero bro, todo esto cambio el día en el que Mat Fraction y David Aja transformaron a Hawkeye en Hawkguy…
Hasta ahora habíamos visto casi siempre el lado superheroico de Ojo de Halcón, que hacia cuando iba con los Vengadores o los Thunderbolts, sus viajes por el tiempo, sus peleas contra supervillanos… Pero al carecer de una serie regular duradera prácticamente no veíamos que hacia cuando no estaba luchando contra el crimen. Todas sus amistades y relaciones amorosas parecían girar en torno a los superhéroes y parecía que todo rastro de “vida civil” había terminado para Clint tras dejar el circo en el que se crió Por suerte para el personaje y para los lectores Mat Fraction y David Aja se pusieron manos a la obra para remediar eso.
Gracias a esta serie hemos podido meternos un poco más en la vida privada de Clint y descubrir que no se le da especialmente bien eso de mantener una relación amorosa, que su amor por lo vintage casi roza lo patológico y que si tiene algún superpoder este debe ser el de meterse en líos enormes sin pretenderlo. También le hemos estado viendo en su papel de mentor de Kate Bishop, aunque las malas lenguas dicen que en esa relación podría acabar habiendo algo menos fraternal. Y eso sin olvidarnos del gran plantel de secundarios entre los que me gustaría destacar al gran Pizzadog, el perro detective, quien pronto tendrá un número entero para él solo.
Matt Fraction hace aquí el que al menos para mí es su mejor trabajo hasta la fecha. En tan solo un par de números ya había conseguido establecer a Hawkguy en su nuevo entorno con nuevos y muy particulares enemigos, algunos improbables aliados y había convertido a Kate Bishop (Hawkeye II) en una co-protagonista imprescindible. Y todo ello sin hacer borrón y cuenta nueva en la personalidad y pasado de los personajes, lo que viniendo de un escritor que ha llegado a decir que la continuidad es el diablo no está nada mal. Pero es que encima cada número es impagable, repleto de pequeñas historias y gags que hacen imposible leerlos sin mantener una permanente sonrisa de satisfacción en todo momento. Se nota que Hawkguy este es otro de esos trabajos suyos en los que su buena relación con el artista saca lo mejor de sí mismo, porque esta inspiradísimo.
Y si Fraction hace en Hawkguy un gran trabajo no sé ni cómo empezar a calificar el trabajo de David Aja. Diógenes ya hablo de él en su día y se quedo corto, y yo podría dedicarle todo el artículo y me quedaría corto igualmente. Su dominio de, bueno, de todo, es impresionante. Maneja la narrativa como nadie, su forma de componer las paginas te deja sin palabras, no teniendo miedo a llenar las paginas con viñetas que no solo no empeoran la lectura como algún que otro dibujante parece creer, sino que ayudan a que la lectura sea más fluida. Y es que la cantidad de recursos visuales que utiliza parece no tener fin, la forma en la que maneja el lenguaje corporal, la expresividad de los personajes… Y eso por no hablar de que cada portada de la serie te deja sin palabras y te hace querer gritar aquello de que “debería estar en un museo”. Vamos, que cada cómic suyo es una lección de cómo hay que dibujar cómics Curiosamente mientras tanto buena parte de la crítica y del público parecen más preocupados por buscar sus influencias que en disfrutar de su trabajo, que mundo de locos.
Pero por si todo esto no fuese suficiente aun hay más. Las contadas ocasiones en las que Aja ha debido ser reemplazado, la serie ha contado con sustitutos de altísimo nivel. Javier Pulido le reemplazo en una pequeña saga de dos números que llevo a Hawkguy a Madripur y en el número dedicado a los efectos del huracán Sandy contamos con los lápices de Steve Lieber y Jesse Hamm, que, aunque en mi opinión de fan enfervorecido, no llegan al nivelazo de Aja mantienen el listón muy alto. Pero no podemos olvidar de otra pieza clave de este cómic Matt Hollingsworth, el colorista de la serie, sin quien la calidad artística de la serie no podría estar completa por muy buenos que sean quienes dibujen la serie. A Hollingsworth le recordaba sobre todo por su trabajo en Predicador/Preacher y pese a que entonces ya era muy bueno ha conseguido superarse a sí mismo y alcanzar un nivel de calidad altísimo. Su manejo de la paleta de colores es increíble y cada vez que ves una página del cómic tienes la sensación de que es así como tenía que ser, que el color encaja en cada escena como si fuese una ley natural.
Podría pasarme meses recomendando este cómic y no me cansaría, no es solo que se trate de uno de los mejores comics que está publicando Marvel hoy en día, me atrevería a decir que es uno de los mejores cómics a secas que se están publicando y punto. Así que si aún queda algún insensato por ahí que no se haya puesto a leer aun Hawkguy no sabe lo que se está perdiendo. ¿Y que porque me he pasado medio articulo llamando Hawkguy a Hawkguy? Para averiguar eso habrá que leerla, bro.