Lo primero que hace el juego es obligarte (no puedes evitarlo, es parte del tutorial) a pegarle a uno un tiro en la nuca. A sangre fría. Menuda guerra contra el terrorismo es esta si lo primero que haces en el juego es pegar un tiro en la nuca… Y es que de buenas a primeras, te das cuenta que el título es engañoso y de medalla de «honor» poco tiene esto.
Luego te pones a jugar, y lo que tienes es un shooter de esos de marines matando integristas más soso que un día sin pan. Se supone que este juego, a diferencia de los otros, tiene como elemento interesante lo de que juegas misiones «reales», basadas en eventos como la guerra de Somalia, la de Yugoslavia, «incidentes en Europa» de los que ya hablaré más tarde o el asesinato de Bin Laden. Sin embargo, el morbo que le pueda proporcionar a alguno no se ve compensado por unas mecánicas de juego frustrantes y sosas, que te demuestran como lo que hacen otros juegos tan bien no es tan sencillo de hacer. Cosas como el patadón en la puerta (tiempo bala cada vez que cruzas una puerta) parece que son uno de los «movimientos estrella» del título, pero ya en el segundo patadón te estás aburriendo; esto ya esta visto en otros títulos, y salía bastante mejor.
Según avanza el juego, llegas a una de las escenas de francotirador más insulsas y aburridas que se pueda echar uno a la cara, y de repente notas como empiezas a bostezar y los ojos te hacen el amago de cerrarse. No es que seas narcoléptico, no, es que el juego te aburre. Podría decirse que Medal of Honor reincide de mala manera en todas las mecánicas que en otros juegos te estaban empezando hartar por lo mucho que se repiten, pero para más inri MoH los copia de mala manera y sus carencias quedan totalmente al descubierto. Porque si un Call of Duty era una película de Michael Bay, en la que los fuegos artificiales lo mismo te pueden distraer de que la historia es un desastre y los planos estan reciclados de otra película, en Medal of Honor se reutiliza el motor de Battlefield 3 de la peor forma posible, se cogen mecánicas de conducción de los Need For Speed (probablemente lo mejor del «juego») y se imita en todo lo posible a Call of Duty. Por supuesto, el fracaso final es para echarse a llorar.
No es un caso tan clamoroso como el de Homefront el año pasado, pero Medal of Honor Warfighter pertenece a una saga que hace años nos dió Allied Assault, y le podía guardar algún respeto (no había jugado a su penúltima entrega, que dicen que es aun peor). Lamentablemente, ya hará un par de años abandonó la Segunda Guerra Mundial para apuntarse al carro de los FPS «modernos», y la cosa se nos jodió bastante; algún día los jefazos de marketing de las grandes editoras se darán cuenta de que si la gente se cansó en su día de matar nazis, fue porque todos los juegos que sacaban iban de eso. Hoy en día, entre tanto clon de Modern Warfare, nos sentaría como un soplo de aire fresco volver a Carentan, a Monte Cassino o hasta Iwo Jima. Pero no, EA saca su clon de Modern Warfare matando a Bin Laden -no se llama Bin Laden, se llama Hassan- y recreando la masacre de los trenes del 11M en Madrid, porque para ellos no hay huevos de recrear el 11S. Ya, pues por lo mismo no tengo ganas de recrear el 11M, así que ya se pueden comer el puto juego de marines cabezones (porque cabezones son un rato). Señores de Electronic Arts, déjen descansar a Medal of Honor en paz y limítense a sacar el Battlefield, que DICE por lo menos sabe hacer juegos que no insultan al jugador por lo injugables o la porquería de historia que tienen. Su episodio de The Unit con problemas familiares no me interesa una mierda, no entretiene y al dejar de jugar, sólo deja de mala hostia.