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El día en que Alan Moore salvó a DC (IX): Wonder Woman #311 – La semana de Wonder Woman

Seguimos con nuestro pequeño análisis de todos los cómics que DC sacó a la venta en el mismo mes en el que Alan Moore empezó a trabajar en Swamp Thing, su primer trabajo para la compañía. Hoy nos toca el número 311 de Wonder Woman, una serie que nunca acabó de ver sus mejores tiempos hasta después de Crisis y George Pérez, pero eso es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión. Empecemos:

Wonder Woman nació como un cómic educativo… En el sadomasoquismo.

Pues aquí tenemos una portada de Ross Andru (otro de los fugados de la Marvel Shooteriana) entintada por Dick Giordano en la que vemos a la pobre Diana tratando de domar su jet invisible, que ha sido robado por unos gremlins, unos pequeños seres verdes que se meten en los aparatos para estropearlos. Hay que tener en cuenta que la película gremlins no saldría hasta un par de años más tarde, asi que las únicas referencias directas a una película que veremos en este tebeo serán a La Guerra de las Galaxias. Luego no digáis que no avisé.

 Nadie sabe caerse (o asustarse de un pitufo verde) tan bien como Wonder Woman.

El interior, escrito por el flamante guionista de «Amethyst, Princess of Gemworld» Dan Mishkin, esta dibujado por todo un veterano como Don Heck. La historia empieza cuando Diana llama a su Jet Invisible (o Robot Plane, como lo llama en este número) y el avión se declara en rebeldía y se dedica a hacer vuelos rasantes sobre la gente y todo eso. Diana piensa que algo o alguien esta controlándolo, cuando se ve claramente que lo esta pilotando un gremlin de estos. Es difícil no darse cuenta de quién lo esta pilotando cuando el avión es invisible y lo único que se ve es a un pitufo verde sonriente, pero bueno…

 Joder, como se entere Superman de esto me echan de la JLA…

En la siguiente página nuestra guerrera amazona ya ha descubierto que el responsable de este desaguisado es un gremlin, y le echa un lazo a la nave a ver si acaba con tan vil acto de piratería aerea. Sin embargo, el cabrito es espabilado y desata el lazo, dejando a Diana desamparada entre las nubes; pero tranquilos, esta Wonder Woman es la de Tierra Uno, con lo que la muchacha puede planear por las corrientes de aire y no caerse.

Jump in my car!

Pero entonces aparece Steve Trevor en su caza y la invita a subir a bordo, porque todo el mundo sabe que es muy fácil subirse a un caza en pleno vuelo… Pero vamos a suspender la credibilidad y vamos a creernos no solo eso, si no que los dos pueden hablar tranquilamente sin cascos aun a pesar del tremendo ruido que mete el motor de un F14.

Don Heck no tenía referencias de cómo era un satélite de verdad, asi que le puso alas a un salero. Genio.

Persiguiendo al avión invisible robado, los dos llegan a este sitio, una especie de museo de la aviación al que los gremlins estos mandan todos los cacharros voladores que roban. Entonces, las nubes atrapan por completo el avión de nuestros héroes, y un avieso gremlin les roba el motor:

Hot Rockets… Lo que escriben algunos por no poner «¡Coño!» o «Mirad el tamaño de esa cosa». 

Si amigos, los gremlins estan construyendo una estrella de la muerte de aviones, un helitransporte de aviones, un… Un engendro raro. El caso es que los dos se bajan del avión y Wonder Woman tira por las nubes a Steve Trevor para que pueda alcanzar la fortaleza escondida:
¿No habría sido mejor que lo llevara volando ella?

 ¡Wonder GAÑAAAAAAAAAAAAAAN!

Dentro, pues te puedes imaginar que hay, unos gigantes de aspecto alienígena rollo Kirby que se dedican a sus cosas tranquilamente, y que en cuanto Diana intenta hablar con ellos se lían a gritar «alarma, alarma».

¡Me da igual como huela ahi dentro! ¡Métete ahí dentro!

Inmediatamente la cosa se lía, y les echan encima no sé cuantos androides que tiran lasers que acaban sobrepasándolos, con lo que Steve Trevor decide que deben retirarse y los dos se meten por un agujero que les lleva a un… Triturador de basura.

Oh vamos, me voy a tomar yo la molestia de meter una imagen del cómic teniendo esta a mano…

Allí, Diana se da cuenta de que van a morir y decide contarle a Steve su identidad secreta, pero es interrumpida por un ruido atroz y empieza a caerles un montón de chatarra encima. Y ahí se acaba el número, porque lo siguiente es una historia de la Cazadora pegándose con cocodrilos que poca chicha tiene.

 Todas las referencias a La Guerra de las Galaxias se compensan con lo visionarios que fueron respecto a Gremlins, que no se estrenaría hasta un año más tarde.

El número 311 de Wonder Woman, al margen de fusilar vilmente las películas de moda de aquellos tiempos (y no nos referimos a El Precio del Poder), cuenta una historia en la que la amazona más poderosa de Themyscira es robada y derrotada por un enano verde sin poderes. Puede sonar triste, pero era algo habitual en la Wonder Woman de aquellos tiempos. Aunque más triste sería aún su destino final: La Wonder Woman de Tierra Uno moriría en cosa de un año después, durante las Crisis. Ya sé que supuestamente involucionó en el barro de Isla Paraíso y que es la misma Wonder Woman postcrisis de Pérez, pero también sabemos que los reyes son los padres y que los niños no los trae la cigüeña.

En ningún sitio pone que el cómic sea de William Moulton Marston, si no de DC. Y eso a pesar de la leyenda urbana de que DC perdería los derechos del personaje si la serie dejara de publicarse…

La semana que viene y tras nuestro sentido homenaje durante toda esta semana a la figura de Wonder Woman, el personaje más sobrevalorado de todo DC Cómics a este lado de Firestorm, Cyborg y Static Shock, nos toca el número 29 de Arak, Son of Thunder.

 Y sí, es Roy Thomas haciendo Conan sin Conan.

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