Y aquí estamos en la cuarta parte de esta serie de artículos que intenta ver hasta que punto contribuyó Alan Moore a DC a base de analizar un poco como era la editorial en el mes en el que el de Northampton empezó a trabajar para ellos. Hoy tenemos todo un clásico, una serie de pedigrí que cuenta con Will Eisner como uno de sus creadores: Blackhawk.
El número 266 de la serie, realizado por Mark Evanier y Dan Spiegle, tiene una portada bastante directa, los Blackhawk correteando por Europa con la esvástica nazi cayéndose sobre ellos. Realmente es una portada genérica, pero sirve para decirte que los Blackhawk son gente que lucha en la Segunda Guerra Mundial contra los nazis. Simple, pero efectiva.
Y un poquito de exposición para empezar; te cuentan más o menos a que se dedican los personajes principales de la historia que te van a contar en este número; en este caso un científico nazi, un nuevo recluta de los blackhawks y un espia nazi. Y ya.
Empezamos la historia en sí con el recluta (Theodore Gaynor) intentando convencer a Blackhawk (el líder de los Blackhawks) de que le deje entrar a su banda de alegres muchachos. Pasa un laaargo entrenamiento y pronto le dejan ir con los chicos a su primera misión. Todo parece ir bien hasta que…
¡Este hombre se pasa la convención de Ginebra por el forro! Chuck (el pelirrojo) está escandalizado y va a chivarse al jefe, pero Blackhawk no le hace ni puñetero caso y pasa de el. Por no se qué de que se pasa el día quejandose de sus compañeros y tal… Esto empieza a parecerse peligrosamente a Pedro y el Lobo.
Pero da igual, porque resulta que hay un espía nazi disfrazado de Blackhawk que ha conseguido meter una oruga de acero gigante en pleno Londres y esta reventándolo todo. No entiendo muy bien que tiene que ver, pero oye, que son cosas que pasan en los tebeos de la segunda guerra mundial esa. El caso es que los Blackhawk se lían a tiros con ella mientras el señor Blackhawk se dedica a capturar al científico loco que la creo. Todo va bien hasta que el doble de Blackhawk decide atacar a Churchill y Gaynor…
Y fín. Los aliados deciden contratar al científico loco (que es un capitalista empresario, después de todo) y Blackhawk decide aprovechar el que puede hacer creer a los nazis que es su propio doble para infiltrarse en Alemania y matar a Hitler. Una historia totalmente lógica y con mucho sentido, si señor.
Luego hay una historia de un payaso y no se que leches, pero paso de contar nada. Blackhawk es una serie hecha al viejo estilo (quiero decir que ya era vieja para los años 80 de entonces) con guiones un pelín extravagantes que dejan claro porque la serie no aguanto un año más. No será hasta el revival de Howard Chaykin que la cosa irá mejor, pero la historia de este número es un pelín absurda e inconexa; la historia de Churchill y el doble de Blackhawk parecen más interesantes y necesitan más desarrollo para hacerlas creibles que el novato psicópata que se han sacado de la manga. Supongo que el sacar monstruos mecánicos nazis eran exigencias de la editorial, vete a saber.
Los cómics bélicos estaban en decadencia ya en aquellos tiempos, y aunque es cierto que hoy en día hay un GIJoe de Blackhawk (cosas del New52 ese) DC se dio cuenta de que para contar historias de guerra necesitaban un enfoque más adulto que el que se había usado en el 41 en la serie original de Quality Comics.
Y nada más, en nuestra próxima entrega nos encontraremos con el número 65 de DC Comics Presents, donde Madame Xanadu y Superman se enfrentarán a cosas chungas.