Como colofón para esta extraña semana que ha sido “la semana de la mierda” voy a hablar de un tema que me ha fascinado y repugnado a partes iguales en distintos momentos de mi vida como lector, la especulación mierdera. Pero no cualquier especulación, no se trata ni de vivienda, ni sellos, ni alguno de esos productos mierdas que los bancos tratan de meterte por los ojos como caramelos a la puerta de un colegio. Se trata de algo que toca un poco más de cerca la antigua temática de este blog, la especulación con comics de mierda.
Desde hace muchos años ha sido algo normal que determinados comics alcancen cifras astronómicas en diversas ventas y subastas, pero comics con sentido. A nadie le sorprende que un ejemplar en buen estado del Action Comics #1, del Amazing Fantasy #15 o casos similares se vendan por una pasta. Son comics importantes, primeras apariciones de personajes clásicos, a cargo de autores que son casi leyendas.
El problema es que un buen día aparecieron en este mundillo los especuladores de mierda. Estos especuladores eran gente que pensaba que ya que estos primeros números se cotizaban tan alto, sería buena idea comprar muchos ejemplares de los nuevos primeros números que iban saliendo, ya que su precio se revalorizaría con sus años y sería una gran inversión. Vamos, como comprar pisos pero sin meterse en varias hipotecas. Esto por desgracia sucedió en la década de los 90, la especulación coincidió en el tempo con el auge de una nueva hornada de autores a los que podríamos calificar de autores mierda. No tengo claro que fue primero, si la mierda o la gallina cagando, pero fuese como fuese, estos autores mierda fueron los que realizaron los comics con los que especular.
Parecía que todo lo que tocaban se convertía en oro, se vendían miles y miles de ejemplares de cada cosa que hacían. Las editoriales colaboraban con ello promocionando la mierda a saco. Sacaron nuevas series, reenumeraron algunas viejas, portadas con hologramas, portadas alternativas, con tintas metalizadas… Los especuladores andaban como locos comprando varios ejemplares de cada variante de estos comics y los autores se forraban y endiosaban. Llegaron a creer que si vendían tanto era debido a su “talento” y no sencillamente a que un montón de enajenados estaban almacenando mierda con la esperanza de poder venderla en unos años por un dineral.
A estos autores se les subió el éxito a la cabeza y pensaron que para que producir mierda para otros si podían hacerla para ellos mismos y quedarse toda la pasta, después de todo ellos eran las estrellas y no necesitaban a nadie más. Así que se montaron por su cuenta lo que en su día fue una de las mayores productoras de mierda de la industria del comic, Image. Y durante un tiempo el negocio no fue mal, los especuladores seguían comprando, y junto a ellos un numeroso grupo de lectores que se habían criado leyendo mierda y no sabían apreciar nada más. Se podría decir que estos lectores eran a los lectores de verdad lo que las moscas a los seres humanos.
Pero la burbuja especulativa acabo por estallar, como sucede siempre en estos casos, por eso se las llama burbujas. Los especuladores se dieron cuenta de que igual estaban haciendo el imbécil, que había en el mercado tantos y tantos ejemplares de estos comics que jamás podrían venderlos por una pasta, lo que le da tanto valor a estas cosas es que son escasas y difíciles de conseguir y si todo el mundo tiene en su casa una caja llena de ejemplares inmaculados del X-Men #1 de Jim Lee pues como que no escasean precisamente. Y sin el empuje de estos especuladores los autores mierdas poco a poco fueron volviendo al lugar que nunca debieron abandonar, el de autores limitadillos con grupúsculos de fanáticos que les admiraban pese a sus incontables defectos.
¿Qué lección aprendieron de esto? Pues se ve que pocas, ya que ahí tenemos a Jim Lee una vez más tratando de esparcir mierda por todas partes con numerosos números 1, con portadas alternativas, promoción hasta la nausea… E imagino que con el plan de dar el pelotazo, forrarse y poder vivir otros veinte años del cuento aunque sea a costa de hundir a DC. Sigh, si es que la gente no aprende.