Siguiendo con esta idea de bombero que ha tenido Diógenes sobre la semana de las confesiones he tenido que rebuscar un poco a ver que podía confesar y al final más que una confesión es una reconfesión, ya que este tema lo había tocado hace algún tiempo. En aquel momento ya confesé mi debilidad por unos comics concretos, pero me quede demasiado en la superficie repasando cambios cosméticos y alineaciones y me olvide de lo que de verdad importaba, los sentimientos. Así que voy a corregir ahora ese error y confesar abiertamente… que yo ame los comics de los años 90.
Sí, yo en aquellos tiempos era joven e inocente y una combinación de querer buscar novedades y encontrar en esos comics muchas de las cosas que me gustaban del cine de la Canon me hizo caer de cabeza en las redes de estos comics noventeros. Había muchas series en las que había perdido interés con el tiempo. Deje la Patrulla X en la etapa de Claremont y Romita Jr, cuando Sienkiewicz comenzó a dibujar los Nuevos Mutantes también me baje del carro y deje los 4 Fantásticos hacia el final de la etapa de Byrne, solo por citar unos cuantos casos.
Parecía que poco a poco estaba perdiendo interés en los héroes de toda la vida, pero ese interés renació de una forma muy peculiar… Eso sí, han pasado muchos años y ya no recuerdo el orden exacto en el que fui descubriendo estos comics, así que es más que posible que este equivocándome en las fechas. El caso es que poco a poco comencé a descubrir comics que consiguieron reavivar en mí la pasión por la lectura. De pronto me encontré con un nuevo Motorista Fantasma más agresivo que el original, ya no se conformaba con envolver a sus víctimas en fuego, les pegaba y masacraba con su cadena llameante, disparaba los eslabones de esta como si fuesen metralla y todo lo hacía montado en una moto que hacía parecer a la original un juguete.
Los 4 Fantásticos habían perdido a Reed Richards y de pronto ya no eran solamente cuatro. Nathaniel Richards había venido del futuro embutido en una armadura y con implantes cibernéticos, al grupo se unían Scott Lang, Namor y Kristoff, Susan se vestía como un pendón. Armas, chaquetas de cuero, viajes en el tiempo, muertes… ¡Todo era posible! ¿Y qué decir de los Nuevos Mutantes? Tras años sin seguir la serie un buen día me encontré con una portada en la que un tío que podría ser primo de Arnold Schwarzenegger estaba rodeado por puntos de mira situados sobre la cabeza de los Nuevos Mutantes. Fue comprar ese comic y reengancharme a la serie, y de paso Cable se convirtió durante muchísimo tiempo en mi personaje favorito. Esas armas imposibles, su actitud de dispara primero y pregunta después… El espíritu de la Canon se había reencarnado en Marvel.
Y los Vengadores no fueron ajenos a estos cambios. Maquina de Guerra pronto se convirtió en mi vengador favorito por delante de un Tony Stark del que ya me había cansado. Los Nuevos Vengadores dieron paso a Fuerza de Choque y volvieron a gustarme. Y qué decir de los Vengadores de Bob Harras, todos uniformados con sus cazadoras de cuero y su aversión al afeitado. Aunque si en aquellos tiempos hubo algo que realmente me engancho eso fue la serie de Spiderman, todo aquel descontrol de clones, villanos resucitados y la creación de Araña Escarlata me hizo volver a añadir religiosamente a Spiderman a la lista de la compra.
Pero aquello no duro mucho, con el tiempo acabe saturado de todo aquello y curiosamente inventos como Image, que eran el súmmum de esa forma de hacer comics, no me intereso lo mas mínimo. Se ve que incluso en aquellos tiempos aun me quedaba algo de criterio en algún pequeño rinconcito de mi cabeza. Así que efectivamente, fui un fanboy de los 90 y no me cuesta reconocerlo, aunque a veces me gustaría poder volver atrás en el tiempo y darle dos ostias a aquel crio para que comprase otro tipo de comics.