«Quieren nuestra agua… La Tierra es uno de los pocos planetas conocidos con H2O líquido…»
Invasión a la Tierra, traducción desesperada de «Battle: Los Angeles» con la intención de que la película la vea alguien más que los yanquis de California, ha llegado a los cines para estrellarse. Y aun así, ha entrado directa en el número 1 de la taquilla española. Si es que aquí nos encantan las historias de invasión extraterrestre, ¿qué le vamos a hacer?
La historia va de unos marines a los que les toca irse dentro de nada a Irak, Afganistán o el país que le apetezca esa semana conquistar al Tio Sam. Los marines, que quedan poco definidos en sus intenciones más allá de compartir una sana camaradería y ganas de honrar el uniforme, estan liderados por Aaron Eckhart en un papel que lo desaprovecha por completo (esta más desaprovechado que el lado izquierdo de su cara en las últimas escenas de El Caballero Oscuro, ya me entendeis).
Aquí, Eckhart es un sargento instructor de marines que vive atormentado por haber sobrevivido a su pelotón en Irak, y decide dejar la carrera militar en cuanto se licencien sus alumnos. Sin embargo, el dia antes de jubilarse y para honrar a los tópicos, unos meteoritos chocan contra la Tierra y de ella salen unos extraterrestres ciborg con la perversa intención de quedarse con el planeta para ellos solos. EEUU moviliza todo su ejército para luchar contra la agresión alienígena; la batalla por Los Angeles ha comenzado.
Y es que esta invasión es un poco chapucera; de entrada los alienígenas, que parecen indestructibles en un primer momento y resucitan por muchas balas que les metas en el cuerpo, mueren si les disparas en el «lado contrario al corazón», de lo cual deducimos que los marines siempre disparan al corazón o la cabeza, y que nunca fallan el tiro. Alguien debería enseñarlos a fallar de vez en cuando, que así es como descubres los puntos débiles del enemigo. Luego se descubre que los alienígenas quieren usar el agua de la tierra como combustible, porque nuestro planeta es uno de los pocos que tiene «H2O líquido». Ya, pero por el universo hay un montón de cometas que tienen H2O sólido y hay nubes enteras que tienen H2O gaseoso. Nadie va a contratacar si te llevas un par de cometas o te llevas un poco de gas de una nebulosa de esas raras.
Que alguno dira que los alienígenas son como dioses respecto a la limitadísima tecnología humana, que para ellos invadirnos es como repostar en una zona de servicio, y se equivocará. Porque si en la Guerra de los Mundos o Independence Day sí era más o menos así, en Invasión a la Tierra las cosas son muy diferentes: los misiles les destrozan las naves, las balas los matan. Los alienígenas no tienen una tecnología muy lejana de la nuestra, y sus mandos son tan incompetentes que ni siquiera son capaces de cargarse nuestros satélites, nuestros teléfonos móviles ni nada parecido; la TV sigue funcionando durante toda la película, y la cadena de mando del ejército yanqui sigue funcionando a la perfección.
Porque el ejército de EEUU, por mucho que le ganen batallas, sufra y se vea como el recluta JimmyJoe muera heroicamente manteniendo la Vieja Gloria ondeando al viento, en ningún momento falla. Porque esta película es un panfleto propagandístico del ejército de EEUU, enseñándote lo maravillosa que es la camaradería del cuerpo de marines, sus gritos de guerra («¿Rendición? ¡Y un cuerno!») y demás tontadas para convencer a mocosos de 18 años de que lo mejor que pueden hacer con su vida es perderla para conseguirle más petroleo a la Texaco.
No recomiendo esta película, por lo tonta, por lo estúpida y por lo absurda. Cierto es que no hace mucho contaba la polémica entre Skyline y esta película, por la que los hermanos Strause, directores de Skyline, habían aprovechado los efectos que habían hecho para Battle LA para su propia película, pero ambas son tan malas que lo que deberían hacer es indemnizarnos a los espectadores por esta tomadura de pelo. Eso sí, el que no se moleste en desarrollar (mal) a los personajes hace que Invasión a la Tierra no sea tan mala como Skyline, aunque el tufo publicitario de la primera la hace un poquillo más deleznable…