Las redes sociales son el demonio, y no lo digo yo, lo dice el sentido común. Lástima que ese sentido no lo utilice más que una mínima parte de la población mundial. Y así nos va, que el mundo se nos está yendo al carajo a velocidad de vértigo. ¡Internet es el mal! O igual es solo que la gente es gilipollas.
Hace mucho, mucho tiempo, cuando Internet aun no era la monstruosidad que es hoy en día, la gente no parecía tan imbécil como ahora. En aquellos lejanos tiempos la gente era normal y conservaba su privacidad. Si escribías en un foro o en un blog lo hacías utilizando un seudónimo, jamás de los jamases publicabas una foto tuya y los datos sobre tu lugar de residencia se limitaban a mencionar la ciudad, y en muchos casos ni eso. Te lo inventabas todo porque no te fiabas de nadie.
Pero esa época ya paso, lo que está de moda hoy en día es tener un Facebook con tu nombre, tus dos apellidos, fotos tuyas, de tus amigos, de tu familia, de tus salidas, fiestas, etc. Y como no, todo ello adornado con tu lugar de residencia, enlaces a la web de la empresa en la que trabajas y por supuesto con la privacidad al mínimo para que todo el mundo pueda leer lo que comentas. Desde acosadores desconocidos que disfrutan cotilleando las vidas de los demás a compañeros y jefes del trabajo que esperan a que la cagues para putearte.
Como esto no es suficiente también tienes un Twitter en el que cuentas con detalle tú día a día, desde lo que comes hasta lo que cagas. Y para rematarlo ahora ha llegado el Foursquare, que te permite desde tu móvil ir actualizando en tiempo real los sitios que estas visitando, para que todo el mundo sepa en todo momento donde te encuentras. Ser secuestrador jamás fue tan fácil ni divertido.
Es difícil saber cuando se produjo este cambio, cuando pasamos de una sana paranoia que nos mantenía seguros de los locos que podían leernos a este despiporre de pornografía emocional en el que algunos parecen obligados a compartir cada detalle íntimo de sus vidas. Igual es que les han echado droja en el colacau.
Ahí tenemos famosos casos como el de las hijas de Zapatero de cuyo Tuenti sacaron docenas de fotos y las publicaron por ahí para reírse de ellas. Gente que ha perdido su empleo por criticar a sus jefes en Facebook sin recordar que le tenían agregado como amigo o algún que otro caso reciente de acoso por ir anunciando descaradamente en el Foursquare donde estas en cada momento. En los viejos tiempos lo peor que podía pasarte era que un desconocido se cagase en tu puta madre en un foro porque no tenía ninguna otra forma de llegar a ti.
Eso sí, es cierto que todas estas redes sociales y similares tienen gran parte de culpa de todo esto, por tratar de convencernos de que es bueno airear todo lo que hacemos, pero no hay que olvidar que la culpa principal es de los usuarios gilipollas que no saben desenvolverse en Internet. Tu Facebook puede tener la privacidad al máximo y tener agregados solo a tus amigos de verdad. O tener un segundo Facebook solo para contactos profesionales. Si quieres contar tus opiniones en Twitter no tienes porque dar tus datos reales y si te interesa comentar en Foursquare los locales que visitas y dejar tu opinión sobre ellos ¡No tienes porque hacerlo cuando estés allí dentro!
En resumen, que si la gente fuese menos gilipollas no tendríamos tantos problemas, que esto de las redes sociales a la larga ha sido como darle una pistola cargada a un mono epiléptico.