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Precious, una historia preciosa de horror y negras chungas

Hace cosa de un mes vi Precious y me alegra sobremanera admitir que no pagué por ella. Es una lástima cuando no tengo pasta para ver Celda 211 en el cine y tengo que conformarme hasta que sale en Dvd (rip), pero es todo un lujo cuando quiero ver pelis como Precious. En serio. El sonido asqueroso del Dvd Screener dota a la composición general de un detalle, un acabado, similar al de echar virutillas de papel higiénico cortado sobre el truño que acabas de cagar. Perdóneme si sueno soez, pero este es, francamente, el mejor tono en el que se puede hablar de Precious, que si algo es, es soez. Y zafia.

Si hay algo que me fascina de este cartel es que los actores de papeles secundarios van antes y la prota la última. ¡Viva el Star System!


No me voy a centrar en lo obvio. Sí, es un telefilm de Antena 3 domingo sobremesa. Sí, la chica lo pasa muy mal, tiene problemas y sueña con una vida mejor. Sí, es pornografía emocional, como diría Diógenes, pero de la variante más negra (ja ja, doble sentido) y repulsiva. La mayor parte de las escenas en las que Precious es torturada emocionalmente por la gente revuelve el estómago. No puedes hacer nada por ella. Está ahí, pasándolo mal. ¿Y qué? ¿Me está aportando algo esto, además de dolor de corazón y ganas de vomitar? ¿Realmente es necesario que Precious haga el movimiento cochinillo sobre su propia mierda? El director, este señor bienpensante con productora propia y fondos de Oprah, es capaz de llevar el horror al extremo paródico, hasta el punto en que den auténtica vergüenza ajena escenas como las del regreso a casa de Precious con su niño recién nacido. Como dice Mallister, dan ganas de pararla para esconder la cabeza entre las rodillas, con las orejas rojas. Es parecido a cuando Michael Scott las lía pardas en The Office.

Pero tranquilos, porque Precious va a aprender a leer, a cuidar de su niño y a ser feliz. Su amable profesora innecesariamente lesbiana (bueno, algo sí que es necesario: si no, nos quedaríamos sin la reflexión social de Precious «mamá dice que los gays son malos, pero los gays no me pegaron ni me violaron ni…» Reflexión que, como las escenas de violencia paródicas, es totalmente gratuita) le dará cobijo y esperanza.

¿Qué pasa ahora? Que te vas a comer un spoiler como una casa de grande.

El papá de Precious tiene SIDA. Precious tiene SIDA. La madre de Precious tiene SIDA. El hijo de Precious tiene SIDA. ¡Hasta el novio ficticio de Precious tiene SIDA! La única que se libra, al parecer, es la niña con Síndrome de Down, a.k.a Mongo. What a Precious name. Total, que nada de lo que ha hecho Precious sirve de nada. Estamos en 1987, cuando la gente con SIDA la palma que da gusto. Da lo mismo que hayas aprendido a leer y a valerte por ti misma. Da igual que tu amiga la profesora te eche un cable, o que los gays sean amables. Da igual que te hayas sobrepuesto al dolor, porque VAS A MORIR. Y tu hijo querido también. Sólo quedará Mongo como testigo silencioso ante tanta muerte y destrucción. Eventualmente se tirará un pedo húmedo para terminar de redondear el tono general de la película y a recolectar kleenex usados y premios.

¿Se puede ver? Con los ojos. ¿Se debería ver? Sólo si tienes muchas ganas. ¿Me la recomiendas? No. De verdad y en el nombre del buen gusto: no.

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