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Odio los refranes

Se suele decir que los refranes son parte de la cultura de un país, que son la sabiduría popular, y algunos los utilizan como si fueran piezas de sabiduría indiscutible. Pero, obviando que una visión tan dogmática de la realidad siempre es peligrosa, el hecho es que por mucho que nos digan aquello de «a buen entendedor pocas palabras bastan» los refranes suelen ser una frase, ni siquiera oraciones muy complicadas, con lo que entenderlos, interpretarlos, no suele ser precisamente fácil, con lo que se puede tergiversar o malinterpretar el mensaje original del refrán. Y eso cuando directamente el mensaje verdadero del refrán no es directamente repugnante.

Sí, es uno de esos días…

Y empiezo por uno de esos, «El que en sí confía, yerra cada día», que parece creado para minar la confianza del personal. Una cosa es pasarse hasta llegar a ser un engreido, y otra cosa es decir que el que confía en si mismo se equivoca todos los días, que es exactamente lo que dice el mensaje. Me pregunto de dónde viene la frase y en que contextos se ha conservado, porque me estoy imaginando generaciones y generaciones de «sabios populares» soltando semejante estupidez mientras, a la vez, intentaban demostrar ser los más listos y espabilados a pesar de que sus propias palabras los estaban denunciando. Otro clásico es el de «Al que madruga, Dios lo ayuda», que en fin, parece más un mensaje creado para animar a los chavales a levantarse pronto para ir a clase que el pobre consuelo de todos esos adultos que tienen que abandonar su confortable cama para ir a perder horas de su vida en algo tan alienante como el trabajo.

¡Que yo no quiero trabajar, lo que quiero es dinero! ¡Luego ya me preocuparé de ser útil a la sociedad y sentirme realizado!

Otro que me asusta es el de «Aunque la mona se vista de seda, mona se queda», que cuando lo piensas un poco es realmente terrible: sí, todos tenemos en la cabeza la imagen de una mona vestida con un traje de seda (rosa, en mi caso) que sigue siendo una mona, pero el verdadero significado del refrán, su interpretación final, es que da igual los cambios que hagas, seguirá siendo una mona, dando por hecho que la gente no puede cambiar, que no puede ser algo distinto a lo que ya es. Y éso, en estos tiempos que corren, es tan pavorosamente peligroso que, en fin, prefería seguir pensando en el significado literal del refrán y no irme a interpretaciones. Otro caso terrible que además marida perfectamente con el refrán aquel de desconfiar en uno mismo es el que te dice que desconfíes de los demás, «piensa mal y acertarás», que es algo así como el lema de los paranoicos. No quiero llevar yo esto a los extremos, pero es que… Tengo que hacerlo. Piensa mal y acertarás significa que si no entiendes lo que están haciendo los demás, debes de pensar que hay mala intención en lo que están haciendo o, en el mejor de los casos, que son idiotas. Pero lo normal es pensar mal, realmente mal, y todo porque la sabiduría popular nos ha dicho que actuemos así. Y ésto es precisamente lo que hace que el mundo sea una mierda, porque por miedo a ser tachados de ingenuos el mundo está lleno de espabilados que asumen que todos son tan espabilados como ellos y en realidad lo que hacen es llenarlo todo de miserables como ellos. Y si, muchos de ellos llevan traje y corbata y no se cortan un pelo en joderle la vida a los demás.

Y que conste que intento no hablar de él, que ya sale bastante por todos lados…

Y ojo, ésto no solo pasa en castellano. En inglés tienen virguerías como «Absence makes the heart grow fonder» que vendría a significar algo así como que «la ausencia hace que el corazón se enternezca», que contradice directamente a la versión española -y a la de los mariachis- de que «la distancia es el olvido». Y mira, en esta guerra contra la pérfida albión me pongo de lado con los de aquí, porque la frase británica es la mayor tontería que te puedas echar a la cara. Cierto es, aquí es un piensa mal y acertarás, pero es que la distancia lo que hace es deformar la realidad, hacernos creer que la otra persona es mejor de lo que era -lo que hacen los angloparlantes- o directamente olvidarnos de ella -lo que hacen los hispanoparlantes-, con lo que supongo que unos son más optimistas que los otros, pero ambos están fallando en lo esencial: la distancia deforma, porque en realidad es sólo recuerdo y los recuerdos se deforman siempre; de entrada porque vienen limitados por nuestra percepción y fundamentalmente porque en el momento en el que se convierten en recuerdos un cerebro sano intentará quedarse solo con las partes positivas, mientras que uno enfermo pues se quedará con lo peor y así acaba más de uno pegándose un tiro porque piensa mal y acertarás, supongo.

Puede parecer muy romántico eso de pasarte 10 años mirando al mar esperando a ver si vuelve tu amado, pero… No es muy sano.

«Beggars can´t be choosers» es otro que me parece que cuadra bien con «De la necesidad virtud», porque el primero viene a significar más o menos «si no hay otra te jodes» (cosa sobre la que los psicólogos podrían decirnos unas cuantas cosas, teniendo en cuenta que una de las cosas en las que se esfuerzan más es en que el paciente evite la visión de túnel) y la segunda viene a decir aquello de la necesidad es la madre del ingenio, que si estás jodido tomes una actitud proactiva y trates de sacarle partido a la situación por lamentable que sea. Los refranes de un mismo idioma se contradicen entre sí, dejando claro que estas muestras de la sabiduría popular no dejan de ser en muchos casos palabrería barata, igual que las que te puede soltar un gurú de autoayuda de la actualidad con tonterías como «Cuando no tenía nada que perder, era libre». Ya, libre de estar desesperado por tener un plato en la mesa, nos ha jodido…

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