Icono del sitio BRAINSTOMPING

All-Star Comics – Cuando la JSA tenía el enemigo en casa

Hoy, por lo que sea, y aprovechando que hace unos días llegó a mis manos por fin el tomo de DC Finest (la nueva línea de DC Comics equivalente a los Epic Collection de Marvel) que recopila las primeras historias de la Sociedad de la Justicia de América en All-Star Comics, me ha apetecido hablar de una de esas primeras historias. Y, escogiendo una de ellas completamente al azar, y sin ninguna intención de dobles sentidos ni nada que se le parezca, el cuarto número de esa serie ha sido el afortunado. Un número en el que la JSA tiene que hacer frente a uno de sus enemigos más tradicionales y persistentes, unos que a día de hoy siguen dándoles algún quebradero de cabeza que otro… los putos nazis.

Para el cuarto numero ya se habían apropiado de todo el comic

Pero antes de entrar en faena, unas aclaraciones para los no iniciados. En aquellos lejanos tiempos, las aventuras de la JSA seguían una fórmula curiosa que permitía publicar unas sesenta páginas de historia de forma regular (y que copiarían años más tarde en la JLA). En cada una de ellas, el grupo estaba reunido en el primer y último capítulo, por lo general dibujados por el mismo artista, pero en medio los miembros del grupo se dividían para actuar por su cuenta contra distintos aspectos de la amenaza de turno, cada uno dibujado por alguien diferente.

Estos eran menos grupo que los Defensores originales

Lo que lo unificaba todo era que los guiones siempre eran de un grande como lo fue Gardner Fox, a quien el cómic de superhéroes le debe tanto, y que en este número concreto estuvo acompañado de un nutrido grupo de dibujantes. Así encontramos a Everett E. Hibbard, quien se encargó de los episodios de apertura y cierre más el protagonizado por Flash, Martin Nodell, quien dibujó a su Green Lantern, Bernard Baily dibujando los capítulos del Espectro y Hourman, Howard Sherman encargándose del Doctor Fate, Chad Grothkopf con Sandman, Sheldon Moldoff con Hawkman, y Ben Flinton dibujando a Atom.

Y obviamente ninguno era acreditado por su trabajo

El cómic, con su esperado tono patriotero, nos presenta a la JSA llegando a las oficinas del FBI, donde se les pide (debía ser el propio John Edgar Hoover, aunque no lo mencionen) que se enfrenten a un insidioso enemigo que se ha infiltrado en la sociedad. Aquí Fox hace alarde de cómo en Estados Unidos es muy generoso con su libertad de prensa y libertad de expresión, y de cómo de ello se han aprovechado agentes de potencias extranjeras. Unos agentes que, aunque no se menciona específicamente que sean nazis, ni se dice de qué país concreto son, resulta evidentísimo a quiénes señalaban, y que se dedicaban a distribuir propaganda, sabotear empresas, amenazando de muerte a quienes les atacaban y provocando tensiones raciales y de clase (creo que para eso EE. UU. ya se bastaba solito). De hecho, Fox se deja llevar tanto por su entusiasmo que en las viñetas de esta escena prácticamente no cabe una letra más, llegando los bocadillos a arrinconar a los personajes en una esquina o a taparlos directamente. Se ve que faltaba algo de coordinación ahí entre guionista y dibujantes.

Gardner Fox necesitaba sintetizar un poco mas

Y tras ese patriotero discurso que ha inflamado sus ánimos, la JSA se dividió para hacer frente a todas esas amenazas que ponían en jaque a su país. A partir de este punto, el esquema es el mismo: un miembro del grupo llegaba a algún lugar en el que se estaban desarrollando esas actividades enemigas, investigaba un poco lo que estaba sucediendo, se enfrentaba a los saboteadores (prácticamente lanzándose eslóganes mutuamente) y se marchaba hacia el último capítulo, dando paso a otro de sus compañeros. Reseñar todo eso sería demasiado largo y repetitivo, por lo que me limitaré a señalar algunos momentos destacables que, incluso ochenta y pico años más tarde, siguen siendo preocupantemente relevantes. (¡Porque está pasando otra vez!)

Y así mas o menos empezaba cada uno de estos mini capítulos

En la primera historia, protagonizada por Flash, nos encontramos a un tipo vistiendo un uniforme (y un bigotito) bastante familiar, tratando de convencer a un grupo de trabajadores de que ellos velarían por sus derechos mejor que nadie, que les darían mejores condiciones de trabajo, mejores sueldos, y que un gobierno totalitario dirigido por un dictador es el mejor sistema. Un tipo al que Flash sigue hasta su casa, y, sorpresa, se la encuentra llena de propaganda nazi lista para su distribución. Una intromisión que no le sienta bien al puto nazi, quien alega su derecho a la privacidad y al que Jay le responde como hay que responder a esta gente: con un buen directo a la mandíbula. Y aunque es cierto que los textos de Fox pecan de ser un tanto maniqueos, teniendo en cuenta el clima que se respiraba en su país en aquel momento, tan solo unos meses antes de que entrasen de forma oficial en la Segunda Guerra Mundial, no le culpo por ello.

La putada para ese camisa gris es que en los años 40 no podía usar la excusa de ser un amante de la historia para justificar lo que guardaba en casa

A Green Lantern, por su parte, le toca investigar unos presuntos sabotajes que se están cometiendo en la infraestructura de las emisoras de radio, impidiendo la emisión de su programación. Algo que no tarda en descubrir que es obra de más nazis que están tratando de obligar a un trabajador a sabotear el suministro eléctrico para sus fines, algo a lo que este se opone valientemente pese a ser de origen teutón (no querían ni escribir la palabra «alemán»), ya que él se considera americano. Una escena que provoca que Alan reaccione de la misma forma que Flash, con más puñetazos. Y esa resistencia del pobre trabajador es algo que se mantiene constante en estas minihistorias, mostrando al lector cómo los valientes americanos auténticos, aunque no hayan nacido allí (un concepto que para algunos miserables actuales no es comprensible), no se dejan seducir por la propaganda enemiga ni se acobardan ante sus amenazas. Patriotero, pero comprensible.

Si, en aquellos años Alan Scott era vulnerable a todo lo que no fuese metalico

Y dado que el resto del cómic sigue en la misma línea, quizás lo mejor sea limitarnos a admirar cómo el resto del grupo nos enseña la forma correcta y apropiada de ocuparse de los nazis, desde el inimitable estilo del Espectro, el misticismo de Fate, los más tradicionales como Hourman, Hawkman o Atom, o esa orgía de puñetazos que Sandman, en su identidad de Wesley Dodds, propina al resto de esos putos nazis.

No me canso de ver estas imágenes

Una vez que todos esos infiltrados han recibido su buena ración de puñetazos justicieros y su líder capturado, un tipo al que Gardner Fox definía como enemigo de todo lo limpio y decente, la JSA se presentó con sus prisioneros (a los que llevaron literalmente con la casa a cuestas) en el cuartel del FBI. Allí fueron recibidos de nuevo por ese jefe al que nunca se le veía el rostro, quien les felicitaba convencido de que ese espíritu de la JSA residía en todos los americanos y que con ello no tenían que temer nada de nadie.

Eso si, ese recoloreado con degradados se lo podrían haber ahorrado, que aunque en la edición impresa se nota mucho menos, sigue sin pegar con estos comics

Leídos estos cómics hoy en día, es cierto que hay que hacer un pequeño esfuerzo a la hora de ponerse en el contexto adecuado para poder disfrutarlos y comprender el descaradísimo tono patriotero y propagandístico de los mismos. Pero, pese a ello, resulta entrañable descubrir estos primeros pasos del cómic superheroico, cómo aquí ya se empezaban a utilizar fórmulas y recursos que, de una forma u otra, no han desaparecido del todo. Además, obviamente, que, como es mi caso, para cualquier fan de la JSA estas historias poseen un algo entrañable al encontrarnos con estos personajes con tantísima historia, en su forma más primigenia. Y además, claro está, que aunque Fox a veces se le iba un poco la mano con la propaganda, no le podemos negar que sabía escribir muy bien la acción y la aventura. Por ello, espero que quien quiera que acabe con los derechos de DC en España (cof, Panini, cof) le dé una oportunidad a esta línea de tomos y traiga aquí todos estos cómics que en muchos casos permanecen inéditos en nuestro país.

Y esto es solo una parte de lo que han anunciado hasta ahora
Salir de la versión móvil