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Se está muy sola en el centro de la Tierra

¿Qué culpa tengo yo de ser el centro del universo? Porque lo soy, oye, la forma en la que se configura todo alrededor es debido a mi percepción, a mi forma de ver las cosas. Éso lo aprendí rápido, entre Platón y Scott McCloud, eso de que el universo solo existía mientras lo estaba mirando. Es una idea curiosa, extraña, estúpida y totalmente errónea.

¡Ojo que se viene bajona!

Porque muchas veces lo más interesante de la existencia está en lo que no ves, en lo que no sabes. Creemos que el mundo es como nosotros pensamos, pero la realidad siempre es otra cosa. Zoe Thorogood es insultantemente joven y guapa. Muy, muy guapa. Realmente es una injusticia para el resto de autores de cómics que alguien tan guapo se dedique a esto, les deja a los demás fatal. Y a la vez, Zoe Thorogood -maldita sea, hasta su nombre mola, ¡se llama Zoe Thor Oh Bien!- se odia a si misma y juguetea con la idea de matarse.»El futuro del cómic», la llaman, y ella se considera un fraude. Y cuando acaba un cómic -no uno pequeñito no, una novela gráfica de 200 páginas- piensa que eso la ayudará a conseguir la felicidad, pero ni eso. Zoe sigue igual. Y éso para ella es terrible.

Que se viene turra existencialista, que se viene…

Voy a decirlo bien claro, el siglo XIX filosóficamente es una mierda. Que a ver, no es una mierda en su totalidad, pero si es una mierda en muchos sentidos; el romanticismo y existencialismo son una plaga, el pasar del empirismo de Kant al ombligodeluniversismo existencialista es algo demoledor para el pensamiento moderno, y el hecho de que nos pille relativamente tan cerca nos condiciona tremendamente; quieras que no la idea del artista romántico es la idea de artista que tiene bastante gente hoy en día, cuando en siglos anteriores un artista era un currela y no un señor que se subia al monte con un caballete vestido de forma ridícula. Y sí, un artista siempre ha sido un mundo interior enorme intentando sacarlo fuera y mostrarlo al universo, lo cual es algo bastante frustrante cuando lo que sacas fuera no se parece a lo que querías expresar porque está deformado por tus propias capacidades. Supongo que veces quieres decir «quiero un vaso de agua» y lo que te sale es «dame ya la puta agua, sesomierda» y eso también quiere decir bastante de tu personalidad. Nada de esto tiene que ver con el cómic del que hablamos, pero a la vez sí, porque si algo hace de maravilla Zoe Thorogood es divagar a la sombra omnipresente de su propia depresión.

En 2013 yo… Estaba haciendo la serie aquella de «El día en el que Alan Moore llegó a DC». Toma ya.

El suicidio es la huida definitiva, el escapar de todo. Todos hemos estado en situaciones jodidas por cualquier razón estúpida y nos hemos visto con el agua al cuello, pensando que no hay salida posible y con la tentación de ir a la estación de autobuses y comprar un billete «a donde sea». Zoe va más allá, piensa en matarse. Da igual que sea una autora de cómics con una proyección tremenda, que tenga talento a espuertas, que sepa expresarse como nadie y llegar a todo el mundo. Zoe tiene un monstruo en su interior que le está diciendo que es un fraude, que no vale nada. Su ansiedad se dispara y la lleva a ser lo peor de ella misma, a esconderse de la gente que podría validarla, a ser un bicho raro. Para ella le supone un esfuerzo ser «humana», relacionarse con otra gente, porque se siente como si fuera una farsante, como si fuera un monstruo que está haciéndose pasar por humana. Y claro, desde el punto de vista de un señor mayor que lee tebeos, ésto es… Trágico.

Que a ver, suicidarse puede suicidarse cualquiera tenga la edad que tenga, y supongo que si te suicidas de viejo después de haber vivido un infierno en vida durante 60 años es peor, pero siendo tan joven y con tantas posibilidades por delante…

Porque antes estas cosas no se veían. La gente, los chavales, se mataban y ya. «Fue un accidente» y si acaso lo leías en un relato de Chuck Palahniuk o alguno así. El suicidio es un tabú, y como tal muchos no sabemos entenderlo, y los pocos que lo entienden lo han tratado de cerca. El monstruo está ahí, impenetrable, y cuando ves las muñecas llenas de cicatrices dices «oops» y miras para otro lado. No estamos preparados para el suicidio, hasta que alguien que conoces te obliga a mirar cara a cara al monstruo. Y sí, es una huida, y sí, es desesperación, es el Doctor Extraño llorando la pérdida de Clea y feliz al final del cómic, solo que en el mundo real un suicida sabe que es el centro del universo y que el universo es una mierda. Y el que el cambio climático esté a tope y los líderes mundiales no hagan nada para pararlo porque tienen demasiados votantes negacionistas no ayuda a hacerte ver las flores del campo. Lo siento chavales, lo siento juventud, pero os ha tocado comeros la mierda. Que nosotros también nos hemos comido bastante -unos cuantos de nosotros todavía venimos de la época en la que se recomendaba que las mujeres bebieran cerveza durante el embarazo- pero para vosotros es peor. Porque encima nosotros, que fuimos jóvenes también, hemos decidido que vuestros problemas son chorradas y que ajo y agua, que nosotros crecimos entre agujas de heroína y lo nuestro si que era trabajar. O yo que sé.

La empatía, eso que tanto escasea hoy en día.

Lo siento Zoe, no puedo analizar tu cómic desde un punto de vista neutral y ordenado. No sabías para qué escribías tu cómic y en las últimas páginas llegas en parte a la conclusión, que básicamente es aquello de que la obra la completa el lector. Abrir tu corazón al mundo es algo que me aterra porque siempre acaba en menos de la persona menos indicada, pero supongo que por eso lo tuyo es un acto de generosidad tremendo aunque pensaras que era el culmen del egocentrismo. Hay miles de millones de universos en este planeta, uno por cada uno de nosotros, y con cómics como este podemos entrar un rato en uno de ellos y, espero, ser mejores.

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