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Peter Parker volviendo a llevar el traje alienígena: Venom War

Supongo que ése es el gancho, ¿no? Quiero decir, después de que Donny Cates y Ryan Stegman dejaron el Venenoverso, tengo que reconocer que no me quedó mucho interés por el personaje; habían redimido al psicópata devorador de cerebros, ahora tenía un hijo con su propio simbionte y perdí completo interés por un un personaje que en realidad nunca me había interesado… Hasta que me enteré de que durante el último evento de la serie, Venom War, Peter Parker volvería a llevar el traje negro. Pero no uno de tela/spandex/moléculas inestables o lo que sea, no, iba a llevar el simbionte original. El traje alienígena, a Veneno. Y claro… Éso me picó la curiosidad.

Yo es que vi la portada esta y dije «pasando». Peeero…

La cosa empezó con Venom War 1, aunque por supuesto venía de las tribulaciones de la serie de Veneno de Al Ewing, un tipo al que M’Rabo suele seguirle la pista de bastante cerca pero, como es Veneno, también se la suda. Aun así da absolutamente igual, los viejos lectores de superhéroes, los que nos subimos al carro en marcha sin el miedo a perdernos nada (FOMO lo llaman ahora), sabemos que estas cosas son como son y hay mucha continuidad que no vamos a entender sin leernos un montón de cómics que no nos interesan en lo más mínimo, con lo que venimos a lo que venimos y yo personalmente vengo por el fenómeno Peter Parker. Sé que hay una bronca en el Madison Square Garden entre Eddie Brock, una especie de clones de Eddie Brock -y no hablo de simbiontes, hablo de gente con su cara- y su hijo. Y se pegan en plan wrestling o, como decíamos aquí en tiempos de Michelinie y McFarlane, Pressing Catch. Pero lo importante del cómic no está ahí, está en el simbionte, Veneno, rememorando toda su vida desde los tiempos de las Secret Wars, todos sus huespedes, y llegando a la conclusión de que a todos ellos la vida les ha tratado fatal. Pensando que es un parásito, que destruye vidas. Estando tremendamente jodido, y decidiendo que lo mejor que puede hacer es volver al armario de Peter Parker y que… ¿Se lo ponga en un descuido?

Y literalmente lo hace, sí.

Y sí, literalmente éso es lo que pasa, tras lo que tenemos una escena de Peter poniendo al simbionte en una silla y poniéndose a hablar con él a dos metros de distancia. Al simbionte le da la sensación de que si ayuda a Eddie o a su hijo Dylan solo les perjudicará, con lo que decide refugiarse en la única persona del mundo que sabe que actuará de forma correcta, el único que nunca se fusionaría con él: Peter. Y claro, Peter siendo como es -alma de cántaro- decide que no solo le va a ayudar, si no que va a «llevarlo». Nada de fusionarse ni hacer cosas raras, de repente tenemos a Spiderman llevando el traje alienígena (otra vez) y este último emocionándose cuando Peter lo llama «colega». No lo olvidemos, es el mismo bicharraco despechado que intentó matarlo varias veces, y ahora se llevan bien después de que Eddie salvara al mundo. De cualquier otro igual no me lo creía, pero de Peter Parker… Pues como que tiene historial en perdonar y olvidar, aunque a ratos eso parezca algo suicida.

Peter Parker animando a un simbionte a fusionarse con un menor, ¡quién te ha visto y quién te ve!

Y es así como en el «tie-in» exclusivo para Spiderman, Venom War:Spider-Man, tyenemos a Collin Kelly y Jackson Lanzig contándonos como el bueno de Spidey tiene aventurillas con el simbionte «de camino» al Madison Square Garden. Es un Spiderman que ya no usa el dorso de la mano para lanzar telarañas -el dibujante es Greg Land sí, no os asusteis- y las lanza como toda la vida, pero supongo que la cosa se puede perdonar porque llegados a cierto punto el simbionte rediseña el traje negro original y empieza a usar cadenas en vez de telarañas. Y sí, me parece un concepto horrible -¿cómo cuernos se pegan las telarañas a las paredes? ¿Cómo?- pero si ya las usaba Veneno con su otro huesped, supongo que es lo normal. Tras un encuentro con Jackpot -ésto es, Mary Jane, que sigue siendo una idea horrible que sea una superheroina- durante el que ella manifiesta su desagrado porque Peter vuelva a usar el traje negro y él no se molesta en decir que no es uno de tela, que es el de «verdad», los dos se encuentran con un engendro simbiontoso mitológico terrible y Veneno le dice que contra esa monstruosidad solo pueden sobrevivir fusionándose, convirtiéndose en Veneno. Y así se acaba el número.

Buff…

Sí, yo tampoco me lo creo. Peter le dirá que un cuerno, pasará las de Caín para sobrevivir al bicharraco, pero al final le demostrará a Veneno que no hace falta fusionarse, que tiene que querer a Eddie y a Dylan y se volverá a sus cosas. Pero aun así, tengo que decir que el viaje es entretenido, al margen de lo incómodo que sigue siendo el leer un cómic de Greg Land. Está más comedido que de costumbre, en esta ocasión hasta parece un cómic, pero siguen desconcentrando bastante esas poses suyas, esas referencias tan «referentes» y da rabia que una premisa tan divertida acabe cayendo en una historia secundaria que seguramente casi nadie vaya a leer. Peter y el traje tienen una historia larguísima, ahora Veneno -en parte gracias a la película- ha pasado de ser una entidad prácticamente demoniaca a tener una mentalidad casi infantil y hasta inocente, todo lo inocente que puede ser un alienígena que come cerebros, por supuesto. El que entre ambos -Peter y el traje, no con Eddie- haya por fin paz es algo refrescante, una situación que me parece divertida y que se merecía una etapa en la serie regular de Spiderman, cuanto menos.

Podría entender que Peter se sienta responsable del simbionte, después de todo era una entidad casi infantil que él se trajo del planeta de las Secret Wars.

Pero claro, con Veneno teniendo su propia serie regular, ¿cómo íbamos a tener algo así? Simple, solo tendríamos que esperar a que le vuelvan a cancelar la serie y empiecen a pasear al simbionte por huespedes cada vez más lamentables…

Hombre, el rediseño del traje está bien… Pero lo de las cadenaaaaas…

 

 

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