Paso a paso, la nueva era de los mutantes, From the Ashes, se está abriendo camino, una era a la que esperaba con más curiosidad que con ganas y que, aunque de momento no me estaba disgustando, tampoco me estaba entusiasmando. Pero esta semana se ha publicado el primer número del Uncanny X-Men de Gail Simone y David Márquez, la serie de esta primera hornada por la que más curiosidad sentía, ya que con ese equipo creativo al frente esperaba que las cosas fuesen realmente por donde debían ir. Una esperanza que se ha hecho realidad y con creces en este primer número que viene a confirmar que este relanzamiento era justo lo que necesitaba.
Tampoco quiero ir de odiador y afirmar que todo lo de Krakoa fue un horror. Aquello tuvo sus momentos y alguna serie que otra que no estaba nada mal, pero en términos generales había muchísimas más cosas que no me gustaban que las que sí, especialmente en lo que se refiere a la caracterización. Sé que no soy el único que durante esos años sintió que demasiados personajes no actuaban como deberían, que se había puesto por delante lo que se quería contar sin importar si estaba lo suficientemente justificado el cómo y con quiénes lo contaban. Pero por suerte, todo eso ya es agua pasada y tanto los X-Men de MacKay y Stegman como estos Uncanny de Simone y Márquez han conseguido ilusionarme como hacía tiempo que no me ilusionaba un cómic de mutantes.
Esto es algo que no me sorprende demasiado, ya que si algo ha demostrado Gail Simone a lo largo de su carrera es que uno de sus mayores puntos fuertes es su capacidad de hacer que sus personajes se sientan vivos y auténticos y que, aunque acaben en situaciones nuevas e inverosímiles, sigan siendo perfectamente reconocibles. Y prácticamente cada página de este primer número es un ejemplo perfecto de ello, un primer número con un tono muy clásico, muy denso (en el buen sentido) y que, sin dejar de lado la acción, se encuentra repleto de pequeños momentos que simplemente nos muestran a un puñado de viejos amigos conversando y tratando de encontrar sentido a su nueva situación en el mundo.
Un aspecto en el que se nota mucho que Gail Simone es una grandísima admiradora de Chris Claremont, cuya huella se deja sentir en todo este primer número, pero sin intentar copiar su estilo, sino procurando ir hacia la misma dirección, y esto es algo que se agradece muchísimo. A lo largo de pequeños momentos, como ese reencuentro de Logan con un viejo amigo, las dudas de Pícara, que sin embargo no la detienen a la hora de hacer lo correcto, el apoyo incondicional de Gámbito o ese tan inesperado como emotivo homenaje a cierta clásica historia de Spiderman de Roger Stern y Ron Frenz, los diálogos de Simone y el dibujo de Márquez nos devuelven a una Patrulla-X a la que yo personalmente añoraba bastante, devolviéndoles algo que en los últimos tiempos se había visto menos y que para muchos puede sonar como anatema de los personajes, su “humanidad”.
Pero aunque estemos ante un relanzamiento del que muchos dirían que solo mira hacia el pasado, Simone y Márquez no buscan hacer borrón y cuenta nueva como suele suceder demasiado a menudo en estos casos. Todo lo que sucedió en Krakoa tiene una relevancia enorme, así como las consecuencias de su caída. Algo que queda especialmente patente no solo a través de lo perdidos que se sienten los protagonistas, sino también con quien se perfila como la nueva antagonista de este grupo, la Doctora Ellis. Una mujer a quien han puesto al cargo de convertir la antigua mansión de la Patrulla en una prisión para mutantes y que parece sentir un rencor personal contra ellos, ya que quiere asegurarse de borrar todo rastro de que eso fue algún día un hogar y dando la bienvenida a un primer prisionero que me da a mí que no va a ser quien quieren que creamos que es.
Un personaje que nos recuerda que la situación de los mutantes en la actualidad no es precisamente idílica, que hay mucha gente que les tenía ganas y que tras la caída de Krakoa van a ir a por ellos creyéndoles presa fácil. Pero algo que me ha gustado mucho de este primer número es cómo a eso se contraponen los diferentes personajes humanos que aceptan a esta Patrulla-X en ciernes como viejos y nuevos amigos, como héroes respetados y admirados, recordándonos que los mutantes no son temidos y odiados por todos, que estos son solo una minoría ruidosa (y en ocasiones peligrosa), un mensaje de lo más apropiado teniendo en cuenta los tiempos que corren en el mundo real.
Y que todo esto esté envuelto en el arte de David Márquez y el color de Matthew Wilson es el remate perfecto. Márquez hace aquí un despliegue de todo su talento, desde conseguir caracterizar a los personajes simplemente por la forma en la que se “mueven” por las páginas, ofrecernos un buen puñado de planos bastante interesantes, viñetas página de las que quitan el aliento, escenas de acción trepidantes y algún momento que otro realmente inquietante. Algo que complementa a la perfección Wilson con una paleta de colores un tanto sobria pero muy efectiva y que encaja a la perfección con el tono de la historia. Todo esto hace, para mí al menos, que este sea de momento el equipo creativo más redondo de todo este relanzamiento de los mutantes y el cómic que realmente me ha convencido de que todo esto al menos ha comenzado en la buena dirección.
Si el nivel de este primer número se mantiene, nos esperan unos tiempos bastante interesantes. Porque aunque no todas las series que se han publicado hasta el momento de este relanzamiento me han entusiasmado igual (X-Force y Fénix me han dejado un tanto frío), series como esta me hacen tener la esperanza de que por fin voy a poder volver a disfrutar mes a mes de leer las principales series de mutantes, sin tener que limitarme a leer aquellas que se encontraban un tanto al margen de las principales. Así que espero que al menos este equipo creativo de Simone, Márquez y Wilson permanezcan al frente de esta serie durante una larga temporada, porque es lo que, como decía al comienzo, tanto los personajes como parte de los lectores necesitábamos.