No me apetece escribir esto, pero al final no dejas de tener cierta obligación. Ibáñez era el alfa y el omega de los tebeos de unas cuantas generaciones, el tebeo que estaba permitido en todas partes y la puerta de entrada a ser quienes somos hoy en día, con lo que para bien o para mal hoy se ha acabado un capítulo de nuestras vidas.
Descansa en paz, calvo maravilloso.