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Poison Ivy sin Harley: Espíritu Mature Readers

En estos tiempos tan complicados de crossovers y follones, hay que reconocer que DC ha hecho un esfuerzo en volver a una época más sencilla, más cuerda. No, no os voy a negar que el 50% de las series que publica son de Batman o personajes relacionados con Batman, cosa que echa a más de uno para atrás porque, quieras que no, por mucho que nos guste Batman la cosa ya hasta agobia, y más si el dichoso murciélago se ha convertido en un paranoico insoportable al que le han arrebatado todos los rasgos de humanidad posibles. Que hace falta ser desgraciado como para matar a Alfred. Pero estábamos hablando de Poison Ivy…

No, no tiene mucho que ver con la serie de animación de Harley Quinn.

Sí, tiene nueva serie, a cargo de G. Willow Wilson y Marcio Takara y es la mar de recomendable, hasta el punto de que al leerla te da la sensación de estar ante una de aquellas series limitadas de finales de los ochenta, esas que sabías que no iban a ser archifamosas y ganar un Eisner -ojalá me equivoque- pero que te retrataban un personaje, le daban un norte y lo convertían en algo más interesante que lo que te encontraste en un principio. Y éso que los mimbres con los que se ha encontrado Wilson han sido un tanto enrevesados, porque el personaje viene de haber sido asesinado en Heroes in Crisis mientras trataba de reformarse, luego fue resucitada a partir de una flor para luego tener apariciones como víctima y hasta villana en series como Catwoman o Swamp Thing hasta descubrirse que estaba divida en dos y reunificada por Gardener -una exnovia suya, otra botánica loca- durante aquello de Fear State el año pasado. Después de aquello, Ivy reaparece en la serie de Harley Quinn y decide que tiene que encontrarse a si misma, por lo que la deja plantada y se va a dar una vuelta por el mundo. Y no, no va paseando por ahi con el traje de superfantoche puesto, que esto no lo escribe Straczynski.
Y es justo ahí donde empieza Poison Ivy.

Ivy está enrabietada básicamente porque era una semidiosa en El Verde y ahora vuelve a ser una simple humana con poderes cutres, cosas que pasan.

Para ser un personaje que había comenzado sin ninguna vocación ecologista y con la única intención de seducir a Batman con sus feromonas para convertirlo en criminal (cosas de haber sido creada en plena era Adam West) hay que reconocer que Pamela Isley ha recorrido un largo camino. Convencida de nuevo y por cortesía del calentamiento global de que la única forma de salvar la vida -tanto la biológica como vegetal- de este planeta pasa por la aniquilación de la especie humana y toda especie invasora, Ivy decide añadir a su paseo para «encontrarse a si misma» una pequeña espora de un hongo que liquida seres vivos en segundos, provocando que la serie se convierta en la de una asesina en serie y genocida en potencia que ríete tú de Ra’s Al Ghul; Pamela no solo se pasea por ahi reventando granjeros y a los policias que la molestan, no, también planea vectores de transmisión concretos para eliminar el máximo de amenazas para el ecosistema en general y seres humanos en particular.

Sin olvidarnos de que lleva un look a lo Madelyne Pryor estupendo, oye.

Y aunque no os lo creáis, no lo hace por algo personal, lo hace porque sabe que quedan menos de veinte años para salvar el planeta y para ello hay que hacer algo mucho más radical que dejar de usar plásticos o volverse veganos -tiene un comentario sobre el veganismo impagable, a lo tonto a lo tonto le mete un palo a los monocultivos tremendo-. Y mientras va conociendo malas y buenas personas por el camino a los que deja vivir o mata por despecho o hasta compasión, los lectores vamos descubriendo que ella está muriendo, que el mismo hongo que está matando a los demás la está matando a ella misma, y que sus efectos son mayores de los que parece, llegando a provocar pesadillas, alucinaciones y quién sabe si algo más en sus víctimas. La cosa pinta que se va a poner más psicodélica según avance -vamos por el número tres y la serie acaba de ser ampliada a doce de los seis originales, con lo que tendremos dos sagas en vez de una- y con ese tono lisérgico uno cada vez se acuerda más de la Cosa del Pantano, porque tampoco podemos olvidarnos de que la propia Ivy en su momento acabó convertida en una de las criaturas más poderosas de El Verde (no, nunca me gustó lo de «el verdor»).

Algo no carbura bien aquí, no.

Todo esto va narrado por la propia Pamela en sus cartas a a Harley, humanizando al personaje mientras comete todo tipo de atrocidades sin que nadie la detenga, a pesar de que el miedo al murciélago provoca que Ivy mida sus pasos lo máximo posible y se mantenga en movimiento; Ivy es un ser humano al fin y al cabo, que está fatal de la cabeza sí, pero no deja de tener un sentimiento de amor por la vida muy de jardinera, capaz de cortar ramas o eliminar plantas enteras por salvar el resto igual que mata gente que daña al ecosistema. En apariencia no hay diferencia para ella, pero subconscientemente ya es otra historia; aprovecha cada oportunidad que le dan para demostrar su humanidad y hasta disfruta como una enana socializando; puede que cuando Ivy se separó de Harley diciendo que se iba a «buscarse a si misma» fuera más cierto de lo que ella pensaba.

Sí, por estas cosas de la teoría del color a las melenas pelirrojas les sienta de maravilla el verde y por eso tenemos esta Fénix de lo verde.

En fin, que Poison Ivy es otra de esas «islas» del universo DC que nos recuerda a esas pequeñas historias que tan bien se les daban en los buenos viejos tiempos. Es cierto que Takara funciona bien en las escenas oníricas pero no acaba de destacar, pero quieras que no gran parte de esas miniseries «de segunda fila» no dejaban de ser discretas en el dibujo, porque lo que quieras que no le pega al estilo de la serie. En fin, que como casi todo lo que hace G Willow Wilson es la mar de recomendable, y aunque a ratos da la impresión de que habría encajado mejor en el añoradísimo sello Vertigo que en la continuidad «regular» de DC, pero… Mira, éstas son las historias que hay que contar «in universe», porque son las que desarrollan los personajes y enriquecen el conjunto.

¡Ojo aquí como Ivy nos da a todos una excusa moral a todos para ser carnívoros, hacedla caso y mandadme jamones!
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