- Por esto de que a la gente le gusta trabajar gratis el compañero Stravinkay Modelarus se ha ofrecido a hacernos este pequeño texto en pleno mes de agosto. ¡Muchas gracias Stravinkay y estate tranquilo porque esta vez M’Rabo no va a librar un día gracias a atribuirse tu sudor!
Y no lo digo porque sea un clon de Ben Reilly o porque crea que ha sido un Camaleón impostor o sea todo una ilusión de Mysterio o se tratara de su cuerpo poseído por algún villano (sea alienígena o repleto de extremidades) o porque lo interprete Tom Holland o lo escriba Zeb Wells o siquiera porque prefiera a herederos del manto salidos de universos paralelos. Esto se trata de algo que está ahí mismo en Amazing Fantasy #15, en la primera aparición del personaje; su mismo origen.
Más allá de la emocionante acción de la portada con el personaje balanceándose con un hombre al brazo, está la splash page más impactante y mejor ejecutada de la historia del cómic. Y puede que solo lo piense porque me atengo demasiado a la anticuada idea de que un personaje no tiene que ser siempre el mismo cuando se pone la máscara, e incluso es más interesante cuanto mayor la dicotomía. Pero aún de ser así, hay tanto que decir sobre solo una página.
Esta es la primera página de Amazing Fantasy #15. Este es Peter Parker; literalmente echado a un costado y objeto de burla, a sus congéneres, sonrientes y en primer plano, les sobra su presencia hasta cuando les hace falta alguien. Una dramática sombra se desprende del personaje; en pose superheroica, puños a la cintura y cabeza al centro de una telaraña con una amenazante y gigantesca sombra arácnida completando la imagen. Este es Spider-Man; un símbolo dramático más grande que la vida misma y centro de la acción. Una silueta sin rostro, un héroe de ficción.
Al centro de la página, foco natural de la atención del lector en una splash page, está el espacio vacío, una grieta; la distancia entre la algarabía y el bullicio social y la entristecedora y silenciosa soledad.
Esta es la página más importante de toda la historia del personaje. Para esta historia hasta se puede decir que es completamente innecesaria, no cambiaría nada del relato dentro en lo más mínimo de haber sido la portada de Ditko supuestamente rechazada por mostrar esas plantas de los pies que serían prácticamente la esencia del trabajo de Todd McFarlane y derivados casi 30 años más tarde. Pero Stan Lee y Steve Ditko decidieron que lo primero que se viera en un cómic de Spider-Man tras la portada de Jack Kirby entintada por Steve Ditko sea a Peter Parker: solo y triste, triste y solo.
No, ésta imagen ni siquiera cuenta nada que no se cuente en la historia que comienza en la página siguiente con el sonriente tío Ben despertando a Peter Parker. Pero esta es la página que hace funcionar los 60 años de historias del personaje. Es la piedra fundacional en la que cada palabra que se escribe en bocadillos de diálogo, burbujas de pensamiento, cajas de narración y hasta créditos, títulos y onomatopeyas se conviertan en una exclamación instintiva en un sin fin de batallas, derrotas y victorias en la lucha contra el primer y más grande obstáculo al que se enfrentará el personaje por los tiempos de los tiempos; la soledad.
Esta página sienta la temática para toda la vida del personaje; hace que cada momento con el tío Ben, repleto de esa alegría de tener a alguien dispuesto a estar ahí aún cuando no le llamas, sea como una botella de agua mitad llena mitad vacía en medio del desierto. Que cada intento de Peter Parker de ser esa persona con el resto del mundo recibiendo el desprecio y la burla total sea una de las tantas grandes derrotas del personaje, las que le llenan de rencor. Es sin nadie a su alrededor para preocuparse por él o siquiera prestarle la más mínima atención, que lo fantástico le sucede a Peter Parker, y tras el escarnio de sus pares, no tiene a nadie con quien compartirlo.
La máscara cubriendo toda su cara incluso nace como una defensa por miedo a un ostracismo aún mayor. La idea de Spider-Man ni siquiera es propia; nace del interés de un promotor dispuesto a ofrecerle la fama. Porque Peter Parker no quiere ni necesita ser un superhéroe, quiere la fama que demuestre la valía que nadie le da porque nadie siquiera quiere estar ahí para reconocerla. Esta es una batalla que Peter Parker lleva peleando (y perdiendo) desde antes de ser Spider-Man. Y por esa razón, y por que no deja de ser un jovencito, abraza el éxito y la fama como a una victoria.
Y no es el encuentro con el ladrón y el giro del destino de Stan Lee lo que hace la muerte del tío Ben tan impactante, porque un chico de secundaria tenga el poder que tenga no es responsable de detener a nadie criminal o no; es la realidad de que la botella de agua en el desierto está completamente vacía. Ahora Peter y May se han quedado solos. Y después de todo, Spider-Man, símbolo sin rostro que es, no puede escapar a la soledad subiendo paredes, o atraparla con su telaraña o simplemente agarrarla a palos. Solo Peter Parker tiene las herramientas para pelear contra la soledad. Y es esto lo que va a hacer las historias de los años ’60 del personaje; con un Peter Parker absolutamente marcado por la soledad propia viéndose disminuida cada vez que se esfuerza por disminuir la soledad de los demás, haciéndose más capaz de manejar las herramientas de la socialización según avanzan los ’70 y la soledad de los personajes se vuelve más una eventualidad que un status quo. Y es lo que hace a las historias de los ’80 parecer tan culminantes en muchos sentidos mientras vacías en otros, con la soledad ya siendo casi inexistente alrededor del personaje.
Porque si la soledad es el motor de toda la serie; una vez vencida ¿la línea temática que sostiene a las historias del personaje no se acaba también?. Y a esto la respuesta es simple; la soledad es una amenaza existencial mucho más inevitable que Galactus. Está siempre presente en todos los personajes de forma real y de forma relativa. Lo que solo hace más molesto cuando la fuerzan innecesariamente, cuando la manufacturan después de los años de evolución y esfuerzo que le llevó a Peter Parker tenerla contra las cuerdas a primera vista al menos. Y es Peter Parker y es los personajes a su alrededor los que han luchado, Spider-Man en esta campaña no deja de tener una alineación «chaotic neutral» como se gusta decir, a veces es una herramienta útil y otras tantas un obstáculo (siendo esta segunda la forma más fácil y por lo general más aburrida de escribirle).
Y por eso digo que Peter Parker no es Spider-Man, porque Spider-Man es un héroe dramático más grande que la vida misma que se vive pegando con cosas y que no nace hasta la última página de Amazing Fantasy #15 con lo de «un gran poder conlleva una gran responsabilidad», mientras que Peter Parker ya estaba allí desde la primera página siendo un chico echado a un costado que con todo el valor del mundo se atrevió a no quedarse solo y rencoroso, a no rendirse cuando la soledad era lo más apabullante que había sido nunca. Si Peter Parker realmente fuera Spider-Man, ninguna de sus grandes historias existiría, y nadie se leería sus cómics.