Hoy toca hablar de un cómic muy especial, uno que adapta un libro del que a menudo se ha dicho que era imposible de adaptar, el Slaughterhouse-Five/Matadero-Cinco de Kurt Vonnegut. Una adaptación que ha recaído en las manos de Ryan North y Albert Monteys y que hasta ahora ha cosechado numerosas buenas criticas que tras haberlo leído o puedo mas que decir que han sido mas que merecidas. Pero como hasta ahora dicho libro sigue en la pila de lecturas pendientes (que no para de crecer) tendré que abstenerme de opinar acerca de su faceta de adaptación (manías mías de no querer opinar sobre cosas que no he leído) y juzgarlo por si mismo, un terreno en el que como digo sale mas que airoso.
Billy Pilgrim vaga por territorio enemigo tras las líneas alemanas durante la segunda guerra mundial, o acaba de sobrevivir a un accidente de avión a finales de los sesenta, quizás sea un paciente en un hospital para veteranos tras finalizar la guerra, un superviviente de la masacre de Dresde, un borracho en una fiesta de año nuevo, un objeto de estudio en un zoológico alienígena o todo ello al mismo tiempo. Y es que Billy Pilgrim se ha despegado del tiempo, dejando de vivir su vida de forma lineal, saltando atrás y adelante a lo largo de su existencia dependiendo de las circunstancias y aprendiendo de sus experiencias a dejarse llevar, ya que aunque este sufriendo o muerto en algún momento de su vida hay otros muchos momentos en los que no lo esta…
La novela de Kurt Vonnegut es una de esas lecturas pendientes que por un motivo u otro nunca he comenzado, y por eso como ya comentaba mas arriba no se hasta que punto estamos ante una buena o mala adaptación de la misma. Pero lo que si que tengo claro es que independientemente de ello Ryan North y Albert Monteys han hecho con este cómic un trabajo excepcional que vale muchísimo la pena leer. Pese a que la narración de la historia podría volverse confusa en ocasiones a través de los saltos temporales en la historia, motivados tanto por simples flashbacks como por la compleja situación de Billy Pilgrim, North y Monteys se las apañan para que no sea así y la lectura fluya una vez que uno se acostumbra a la peculiar estructura del cómic.
Una historia en la que a través de la en ocasiones muy trágica vida de Billy Pilgrim, se nos muestra sin ambages los horrores de la guerra. Algo especialmente patente a través de su participación como testigo en el brutal bombardeo aliado sobre la ciudad de Dresde, recordándonos como es la población civil quien mas sufre en estas situaciones (algo que no han aprendido todos esos tertulianos que estos días parecen empeñados en que nos metamos en una). Una experiencia tomada directamente de la vida del propio Kurt Vonnegut, quien siguió el mismo camino que hizo tomar a su personaje y fue testigo de primera mano de lo que sucedió allí.
Un horror que no termina con el final de la guerra en si, sino que continua a través de las secuelas que deja sobre sus participantes, tal y como vemos en el paso de Billy Pilgrim por un hospital tratando de recuperarse de las secuelas psicológicas sufridas. Algo que como han sufrido innumerables otros en su situación “termina” con un alta, que no recuperación, en la que los pacientes simplemente aprenden a reprimir todo lo que han sufrido y vivir como pueden con sus recuerdos. Algo que en el caso de Billy Pilgrim se convierte en su “evasión” a través de su linea temporal, saltando a momentos agradables de su pasado o su futuro cada vez que las cosas se vuelven demasiado complicadas o dolorosas.
Pero si soy sincero, y sin animo de querer menospreciar a Ryan North que no me cabe duda de que ha hecho un gran trabajo, ni tampoco al libro de Vonnegut, el principal reclamo de este cómic para mi era el trabajo de Albert Monteys a la hora de trasladar esta historia en imágenes, quien ha conseguido superar ampliamente todas las expectativas que tenia al respecto. Este se trata de un autor de quien en los últimos años he dicho muy a menudo eso de que sabia que era bueno, pero no tan bueno. Y es que desde su paso del Jueves a Orgullo y Satisfacción y de ahí a Universo o el Solid State que hizo con Matt Fraction, Monteys no ha dejado de superarse a si mismo en cada nuevo trabajo, y este Slaughterhouse-Five no ha sido una excepción.
Esta peculiar historia narrada aquí le viene como anillo al dedo a Monteys, ya que le permite lucirse en el terreno de lo fantástico/ciencia-ficción que tanto parece gustarle y que tan bien se le da. Y aunque es cierto que se desenvuelve como quiere en los aspectos mas psicodélicos e irreales de la historia, y que da gusto ver como nos muestra esos escenarios en los que se desarrollan algunos de los momentos de la vida de Billy Pilgrim, Monteys resulta casi mas impresionante en aquellos que se desarrollan en la realidad.
De por si la minuciosidad con la que Monteys ha recreado las diferentes épocas en las que se desarrolla la historia, desde el territorio enemigo alemán a los Estados Unidos de los 40, 50, 60 y 70, es espectacular. La atención al detalle, cuidando cada aspecto de la arquitectura, moda, vehículos, etc es mas que admirable. Y eso por no hablar de esa recreación de Dresde, antes y después del infame bombardeo, que prácticamente quita el aliento cuando uno pasa la pagina y se encuentra ante ella, tan llena de vida y de muerte al mismo tiempo. Aparte tenemos como Monteys maneja la expresividad de sus personajes, que pese a poseer este un estilo que tira hacia lo caricaturesco, estos parecen tremendamente vivos y reales.
Pero mas allá de lo puramente estético, que no es poco, Monteys sobresale como narrador de esta historia. A lo largo del cómic este va alternando entre diferentes recursos narrativos para contarnos la historia, intercalando paginas propias de un storyboard con otras que parecen sacadas de alguno de los viejos clásicos de la EC Comics. Jugando con la estructura de la pagina para pasar de una estructura rígida y muy clásica que rompe cuando lo requiere la ocasión prescindiendo de los fondos, o incluso de la propia viñeta, para poner énfasis en algún momento concreto, además de exprimir al máximo las posibilidades que le da la peculiar existencia de Billy Pilgrim para transmitirnos como percibe este su tan peculiar existencia.
Y eso por no hablar del color, tarea en la que aquí ha colaborado con el ilustrador Ricard Zaplana y que como todo lo relacionado con el aspecto gráfico de este cómic, es para quitarse el sombrero. En ese aspecto Monteys y Zaplana despliegan también tantos recursos como con la estructura del cómic. Así nos encontramos escenas con un coloreado plano que dan paso a otras con otras llenas de contraste para destacar la diferencia entre momentos paralelos, escenas en las que el naturalismo del coloreado da paso a momentos monocromáticos para resaltar una determinada emoción, o un manejo de la “iluminación” que casi nos hace olvidar que estamos ante un cómic.
Todo esto hace de Slaughterhouse-Five/Matadero Cinco una lectura imprescindible tanto para los aficionados a lo fantástico como a los admiradores de ese Albert Monteys cada vez mas grande. Un cómic que por aquí ha editado Astiberri no hace mucho y que no debería faltar en la biblioteca de nadie. Yo por mi parte tras haber disfrutando tanto de este cómic voy a ver si pongo la novela de Vonnegut en lo alto de la pila de lecturas pendientes para ver si de una vez por todas puedo comparar ambas versiones, que el cómic ha conseguido picarme la curiosidad.